miércoles, 2 de octubre de 2013

LA AUTO-ÉTICA


En cuanto seres en relación con nosotros mismos, estamos inmersos en un mundo en el que se han desvanecido los fundamentos que el pensamiento tradicional había establecido. Un abismo anida en la trágica travesía humana hacia ninguna parte. Esta situación se refleja a su vez en la condición del sujeto, que ahora se muestra “débil”, o “crepuscular”, como lo explicó Gianni Vattimo[1].

   Este contexto en el que se desarrolla el pensamiento actual constituye para nosotros un renovado espacio para lo místico o trascendente. Sin embargo, sigue siendo necesario que el hombre dirija conscientemente su vida, de modo a no dejarse llevar por la corriente de la masificación social, o para no caer en la ilusión de que se está viviendo una realidad fundada y absoluta.

   Precisamente, el objetivo principal de la auto ética es el logro de un “estado de alerta”, a partir del cual se accede al “estado de angustia”, que nos abre a la experiencia estética radical (en donde un mundo maravilloso se muestra sobre el abismo de la nada).

   Simbólicamente, podemos decir que la vida del hombre es como una cruz, en donde el poste horizontal representa esa mezcla de placeres inmediatos y desdichas, de trabajo y de renunciamientos que caracterizan a la cotidianeidad, en tanto que el poste vertical expresa el desarrollo interior, que establece las condiciones necesarias para que los místico advenga (en sus formas a la vez estética y nihilista).



 
(Extracto de “Parar la marcha. Cosecha de pensamientos”).
 



 



[1] Vattimo, Gianni. Las aventuras de la diferencia. Cap 2.

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