jueves, 10 de octubre de 2013

SOCIEDAD


El contacto con los demás es ciertamente una fuente de innumerables conflictos, sin embargo, las exigencias de nuestro tiempo, tanto en relación con la especie, como en relación con el individuo, hacen necesario que las problemáticas socio-culturales sean vividas y pensadas, no para proclamar alguna ingenua utopía o una absurda redención de la humanidad, sino para mantenernos parados en este viaje incierto que nos hace a todos “compañeros de infortunio”.

   La democracia, que podemos considerar como el régimen político “menos nocivo” de todos, precisa constantemente no sólo del conflicto de la crítica, sino también de acuerdos sobre principios mínimos de convivencia, que le permitan al individuo seguir el proyecto de felicidad que se le antoje, en medio de este maremágnum de visiones de mundo que caracteriza a nuestro tiempo.

   A su vez, el cultivo de una ética social debilitada, debe contribuir a al mantenimiento de las condiciones de vida en el planeta, que se ha visto amenazado tanto por la degradación ambiental (resultado de la actividad humana) como por las guerras con armas nucleares (resultado de la necedad humana).


(Extracto de “Parar la marcha. Cosecha de pensamientos”)

 

No hay comentarios: