La crisis de los fundamentos del conocimiento emerge tanto de la ciencia
como de la filosofía (teoría de la relatividad, mecánica cuántica, teorema de
Godel, lógica de Tarski, psicología de la gestal, psicoanálisis, nihilismo, deconstruccionismo).
En filosofía, los pensadores románticos pusieron en duda el optimismo
que causaban los desarrollos de la ciencia y los alcances de la razón,
trasladando al sentimiento el punto arquimédico en donde descansa
lo más elevado del hombre y del mundo. Schopenhauer
reforzará esta actitud ubicando a la voluntad como fuente originaria de todos
los anhelos humanos. Extremando este mensaje inconmformista, Nietzsche
proclamará la muerte de Dios y el derrumbamiento de todos los trasmundos. Freud
impulsará aun más el derrumbamiento del trono de la razón todopoderosa,
revelando los ocultos motores que habitan en las penumbras del inconsciente. Lyotard
anunció la postmodernidad como “la incredulidad frente a los meta-relatos” y con
ello parecía empezar a marchitarse la esperanza en una sociedad perfecta, en donde
reinara sin manchas la libertad y la igualdad.
En la ciencia, la esperanza de que ella revelara todos los secretos del
cosmos y del hombre empezó a resquebrajarse a principios del siglo XX con el
surgimiento de las dos grandes revoluciones de la física. En el campo de lo muy
grande la teoría de la relatividad y en
el de lo muy pequeño la mecánica cuántica. La teoría de la relatividad pone en
cuestión nuestras ideas corrientes sobre el tiempo y el espacio, y quiebra la
imagen del universo concebido como un inerte mecanismo de relojería. La
mecánica cuántica desplaza nuestras creencias sobre el carácter determinista
del mundo, y nos lleva a replantear la visión fragmentaria que teníamos sobre
los fenómenos de la naturaleza y la vida humana.
Pero no sólo en el terreno de lo empírico la certeza parecía
desvanecerse, pues la misma lógica, aquella que parecía ser el recinto seguro
para la coherencia y el orden del pensamiento, empezó a sufrir los embates del
debilitamiento de los fundamentos de la razón. Así, el teorema de Godel reveló
una indecibilidad (en referencia a unos enunciados que no son ni demostrables
ni refutables) irremediable en el seno de los sistemas formalizados; en tanto
que la lógica de Tarski explicó que el concepto de verdad relativo a un
lenguaje no es representable en este lenguaje.
(Extracto de “En torno a un mundo
gris. Ensayo de filosofía social”)
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