jueves, 24 de octubre de 2013

LAS LINEAS DE IDEAS DEL NOVECENTISMO


Luego de la tragedia de la guerra grande, el Paraguay tuvo que reacomodarse a un vivir plagado de carencias y malestares; al viejo optimismo de la edad oro de los López, le sucedió una visión pesimista y gris, un valle de lágrimas convertido en patria. El trabajo de reafirmación de los ánimos fue lento, tal como la convalecencias de un enfermo; en 1893, un grupo de brillantes estudiosos surge de la novel universidad nacional de Asunción. El periodo juvenil de la cultura paraguaya empezaba a florecer.  

 En aquel tiempo, en toda Latinoamérica el positivismo había sido utilizado como un trampolín para independizarse intelectualmente de España, llegando a ocupar una posición análoga a la de la ilustración para los europeos. Y así, de alguna manera el romanticismo fue la reacción del sentimiento, de la voluntad, a las frías y mecánicas construcciones racionalizadoras de la ilustración. Y ¿en Latinoamérica como se reaccionó a los excesos del positivismo? El mejicano Octavio Paz nos explica que con la sublime y espiritual aventura del modernismo literario: “El modernismo fue un estado del espíritu. O más  exactamente: por haber sido una respuesta de la imaginación y la sensibilidad al positivismo y a su visión helada de la realidad, por haber sido un estado de espíritu, pudo ser un autentico movimiento poético”[1].

 Volvamos entonces al Paraguay. Nuestro modernismo literario (marcado por la romántica figura de Manuel Ortiz Guerrero) coincidió con el periodo cultural llamado "el novecentismo", integrado por inolvidables escritores y estudiosos como Blas Garay, Cecilio Báez, Manuel Domínguez, Juan E Oleary, Manuel Gondra, Fulgencio R Moreno, y otros. Como podemos apreciar citando estos nombres, el novecentismo viene a ser el espacio intelectual en el cual se ponen frente a frente el positivismo y el espíritu vitalista e historicista que explosionó con el modernismo literario (sin dejar de reconocer que en algunos autores conviven ambas orientaciones).

  Tenemos entonces en el origen de la cultura paraguaya moderna principalmente a dos líneas de ideas bien marcadas, por una parte la dirección positivista, encabezada por Cecilio Báez, Manuel Gondra y otros; por otra parte la dirección vitalista e historicista, que agrupa a Juan E O’leary, Manuel Domínguez, y en una generación posterior a Natalicio González (quizá en sentido estricto no podemos llamar a Natalicio un novecentista, siendo no obstante uno de los principales herederos intelectuales de este periodo cultural).

   Pero aun existe una tercera línea, a la que podemos llamar socialista, que se desarrolló tímidamente durante las primeras décadas del siglo XX. Esta posición intelectual tiene a Rafael Barret como a su iniciador, y tal vez como a su principal representante. Al parecer se tuvo que esperar varias de décadas luego de la muerte del pensador español para recuperar otra figura intelectual de su fuste, y en efecto, recién hacia los años 60 aparece Oscar Creydt, reavivando en cierta medida el discurso socialista en la esfera cultural paraguaya.

(Extracto de “La Idea del Paraguay. Hacia una visión estética de la cultura paraguaya”)


[1] Paz, Octavio. Los hijos del limo. Seix Barrail, Mexico, p 129.

No hay comentarios: