1. La configuración trina del ser humano
a. Los sistemas orgánicos
Con el fin de abordar de forma más
clara nuestra temática, podemos dividir
el organismo humano en tres grandes sectores: la cabeza, el tórax, y el vientre.
A cada uno de ellos podemos equipararlos
con las tres grandes dimensiones humanas apuntadas por Orígenes de Alejandría:
el espíritu (nous), el alma (psique) y el cuerpo (soma). No está por demás
decir que la separación que establecemos no debe hacer olvidar la unidad
funcional que el cuerpo humano manifiesta, en medio de la misma danza dialógica
de la vida y la muerte. El cuerpo es
como un cristal de varias caras, cada una de las cuales expresa distintas
propiedades de la misma naturaleza.
Estos sectores se equiparan a su vez con los tres grandes sistemas
orgánicos: el sistema nervioso (a través del cual actúa la inteligencia), el
sistema circulatorio (que provee la energía), y el aparato digestivo (que provee
materialmente al cuerpo). Podemos ver en esta clasificación la presencia de las
fuerzas cósmicas fundamentales: las creadoras, destructoras y conservadoras, o
utilizando la terminología de Edgar Morin, vemos las presencias complementarias
del orden, el desorden, y la organización.
b. Los tipos humanos
Como consecuencia del predominio
de cualquiera de los sistemas orgánicos en cada individuo, tenemos a los tres tipos
humanos: cerebral, motor y nutrición.
Tipo cerebral. En él
poseen preponderancia los órganos y las funciones del encéfalo, lo que se
proyecta en una fuerte influencia psicológica sobre los tejidos orgánicos. Anatómicamente
se lo puede identificar a través de algunas características como: uñas muy
rosadas, laxitud de los músculos, huesos rectos y largos, frente ancha.
Psicológicamente expresa una profunda sensibilidad y una inteligencia
penetrante.
Tipo motor o de movimiento. Predomina
en él los órganos y las funciones del tórax (pulmones y corazón). Posee una
rica oxigenación de la sangre y una circulación activa. Anatómicamente se
caracteriza por la fortaleza de los músculos, poca grasa subcutánea,
pronunciamiento de las facciones, predominio y flexibilidad de la zona
torácica.
Tipo de nutrición. En este
tipo se nota un predominio del sistema digestivo. La capacidad mecánica,
digestiva, y absorbente de los órganos de esta zona están potenciadas al
máximo. Anatómicamente se caracteriza por su volumen o gordura, el tamaño de la
zona digestiva, papada grasienta y prominencia del vientre.
2. Los temperamentos
Ya Empédocles, el filósofo griego
que vivió hacia el siglo VI ac, había hablado sobre los cuatro elementos
cósmicos fundamentales: tierra, agua, fuego y aire. Hipócrates de Samos,
médico-filósofo contemporáneo de Sócrates, sostuvo que estas propiedades se
expresan en el cuerpo físico en los llamados “humores”, que son también cuatro,
y se equiparan con los elementos de Empédocles: la tierra con la bilis negra
(fría y seca), el agua con la flema (fría y húmeda), el fuego con la bilis
(caliente y seca) y el aire con la sangre (caliente y húmeda).
Galeno de Pérgamo, uno de los grandes médicos de la antigüedad,
considerado cerca de diez siglos como autoridad indiscutible en la medicina (lo
que debe entenderse dentro del contexto socio-cultural que hizo eso posible),
sostuvo que la preponderancia de uno de estos humores sobre los demás determina
distintos “temperamentos” en el individuo humano (nervioso, flemático, bilioso
y sanguíneo).
Temperamento nervioso o cefálico. Se caracteriza por predominio de
las funciones del encéfalo. Psicológicamente muestra una intensa sensibilidad,
emotividad y susceptibilidad. Son amantes de la variación imprevista, y necesitan
un ideal para vivir. Anatómicamente suele diferenciarse por el rostro
triangular, la frente ancha, los ojos vivos, ademanes rápidos e irregulares y
la piel pálida y fría. Resisten poco a las enfermedades y mucho a la muerte. En
general son de poco comer. De acuerdo a la formación que reciba se constituyen
en estudiosos, reflexivos, comprensivos, o por el contrario ilusos, ansiosos,
desordenados y pesimistas. La mezcla de este temperamento con el tipo cerebral
es difícil de templar.
Temperamento flemático (o linfático). Se caracteriza
por la poca definición y diferenciación de sus tejidos y órganos, también por la
lentitud de sus desplazamientos. Anatómicamente suele revelar el cutis pálido,
el labio grueso, nariz pequeña y poco puntiaguda, carnes blandas, contextura
física ancha, piel húmeda y fría, de
poca reacción a los tratamientos médicos. Psicológicamente son calmados,
plácidos, pasivos, de mucho sueño.
Temperamento bilioso (o abdominal). Se
caracteriza por el predominio de las glándulas digestivas (en especial la
bilis). Psicológicamente se muestran concentrados, serios e irritables, son muy
activos y autoritarios. Anatómicamente se caracterizan por una piel poco regada
de sangre, abundancia de bello, dilatación de las venas, tinte amarillento,
facciones pronunciadas, mirada fija y dura, musculatura fuerte.
Temperamento sanguíneo (o angioneumático o torácico). Se da
en este temperamento un predominio del aparato circulatorio y sus funciones, lo
que se expresa en la gran vitalidad que posee.
Anatómicamente muestra pulmones
potentes, corazón fuerte, capilares activos, piel caliente y sonrosada y ojos
vivos. En general reaccionan rápidamente a los tratamientos, con vivaces
absorciones de piel y mucosas y con fáciles eliminaciones. Psicológicamente son
alegres, expansivos, imaginativos, entusiastas, optimistas y joviales.
(Extracto de “El médico del campo.
Ensayo sobre medicina natural).
Bibliografía:
-Alfonso, Eduardo. La medicina natural
en cuarenta lecciones. Kier, Bs As, 1995.
-Estrada Herrero, Eduardo. Estética.
Herder, Barcelona, 1988.
-Chinaglia, Pedro. Personalidad.
Don Bosco, Asuncion, 1996.
-León Helman, Robert. Retorno. Interiora terrae, Asuncion,
2013.
-Schopenhauer, Arthur. El arte del buen
vivir. Edaf, Madrid, 1998.
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