viernes, 19 de julio de 2013

LA CRISIS DE LOS FUNDAMENTOS


La crisis de los fundamentos del conocimiento emerge tanto de la ciencia como de la filosofía (teoría de la relatividad, mecánica cuántica, teorema de Godel, lógica de Tarski, psicología de la gestal, psicoanálisis,  nihilismo, deconstruccionismo).

   En filosofía, los pensadores románticos pusieron en duda el optimismo que causaban los desarrollos de la ciencia y los alcances de la razón, trasladando al sentimiento el punto arquimédico en donde descansa los más elevado del hombre y del mundo.  Schopenhauer reforzará esta actitud  ubicando a la voluntad como fuente originaria de todos los anhelos humanos. Extremando este mensaje inconmformista, Nietzsche proclamará la muerte de Dios y el derrumbamiento de todos los trasmundos. Luego, se irán multiplicando los embates contra la cosmovisión moderna: Heidegger sostendrá que del ser como tal “ya no queda nada”, Foucault denunciará los juegos de poder detrás de las instituciones más sagradas,  Derrida llevará a cabo la deconstrucción del pensamiento occidental, Lyotard expondrá el descreimiento hacia los metarrelatos, Lipovetski revelará el vaciamiento del alma y Vattimo dará la bienvenida al pensamiento débil.       

   En la ciencia, la esperanza de que ella revelara todos los secretos del cosmos y del hombre empezó a resquebrajarse a principios del siglo XX con el surgimiento de las dos grandes revoluciones de la física. En el campo de lo muy grande  la teoría de la relatividad y en el de lo muy pequeño la mecánica cuántica. La teoría de la relatividad pone en cuestión nuestras ideas corrientes sobre el tiempo y el espacio, y quiebra la imagen del universo concebido como un inerte mecanismo de relojería. La mecánica cuántica desplaza nuestras creencias sobre el carácter determinista del mundo, y nos lleva a replantear la visión fragmentaria que teníamos sobre los fenómenos de la naturaleza y la vida humana.  

   Pero no sólo en el terreno de lo empírico la certeza parecía desvanecerse, pues la misma lógica, aquella que parecía ser el recinto seguro para la coherencia y el orden del pensamiento, empezó a sufrir los embates del debilitamiento de los fundamentos de la razón. Así, el teorema de Godel reveló una indecibilidad (en referencia a unos enunciados que no son ni demostrables ni refutables) irremediable en el seno de los sistemas formalizados; en tanto que la lógica de Tarski explicó que el concepto de verdad relativo a un lenguaje no es representable en este lenguaje.
 
 
 
(Extracto de “En torno a un mundo gris. Ensayo de filosofía social”)
 
 

 

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