viernes, 28 de junio de 2013

PLAN DE VIDA


La madurez suele traer consigo la necesidad de comprender lo que se ha vivido, así como cuando se escala un cerro y se mira todo el camino que se ha dejado atrás en la subida. La apreciación de lo que hemos hecho, vivido y aprendido puede plantearnos la posibilidad de seguir viviendo de manera algo diferente, asimilando ya los costosos resultados del pasado.

  Y así surgen los planes de vida. Tal vez, sea muy pretencioso querer establecer un programa por el cual uno deba regirse puntillosamente, en especial en tiempos en los  que la incertidumbre ha dejado de ser la mera ausencia de conocimiento, para implantarse ineludiblemente ya en numerosos campos del saber (como en la física, la matemática, la lógica, la economía, la sociología, la epistemología y la filosofía en general). Lo que necesitamos son entonces estrategias, y no ya programas. Las estrategias consideran la imprevisible, lo caótico, la incertidumbre y en tal sentido se mantienen abiertas a lo irremediable de los cambios.    

  Entonces la vida nos obliga a apostar, a jugarnos en nuestros actos por aquello que creemos conveniente, bueno, o justo. Nuestras elecciones implican necesariamente renunciamientos, pues la existencia humana es finita y breve, llena de limitaciones y contratiempos.

   Las apuestas de la vida pueden tener un marco racional, al que como ya dimos a entender llamaremos plan de vida o plan estratégico de vida. Un plan de vida está compuesto por normas, preceptos, o principios que se tratarán de poner en práctica en la inmediatez de lo cotidiano.  

  Los temas que hemos abordado hasta ahora son relativos a una moral formal, o estructural, ya que no nos hemos metido en los contenidos, o sea, en la explicación exhaustiva de las normas de vida. Y esto es de importancia, puesto que se presentan numerosas concepciones éticas, que son las que condicionan la especificidad de las normas de acción. Así, por tomar algunos ejemplos, tenemos las éticas de Platón, de Aristóteles, de estoicos, de epicúreos, la emotivista, la kantiana, las utilitaristas, la de Nietzsche, etc. Pero frente a las distintas posturas, debemos poner de relieve la situación de crisis de los fundamentos que afecta tanto al pensamiento como a la acción, lo que implica que sea cual sea la ética que asumamos, deberá permanecer abierta, tanto a la crítica como a la corrección.    

 

(Extracto de “La auto-ética”).

 

Bibliografía:

-Chinaglia, Pedro. Personalidad. Don Bosco, Asunción.

-León Helman, Robert. Retorno. Interiora terrae, Asunción, 2013.

-Schopenhauer, Arthur. El arte del buen vivir. Edaf, Madrid, 1998.

-Séneca. Cartas morales. Orbis, Bs As, 1984.

-Morin, Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Gedisa, Barcelona, 2007.

-Nietzsche, Friedrich. Más allá del bien y del mal. Alianza, Madrid, 1983.

 

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