La capacidad que tiene el hombre, en
comparación con los demás animales, de pensar y de ser consciente, toma un
tinte dramático cuando la monotonía del trabajo o de los placeres deja lugar a
las situaciones límites, que abren la posibilidad de plantear con seriedad la
pregunta por el sentido de la vida. Y esto puede parecer en cierta manera
asombroso, pero pocas veces la mayoría de los hombres se plantean con seriedad
el rumbo que va tomando sus vidas, pues simplemente se dejan llevar por la
oleada de banalidad y de búsqueda de dinero, algo que caracteriza a nuestra mísera
cotidianeidad. No pensamos que esté precisamente mal buscar cultivar la imagen
social y perseguir beneficios pecuniarios, pero creemos que en ello no radica
la totalidad de la vida y mucho menos el súmmum del goce humano.
Y así, ¿No parecen tan absurdos los afanes cotidianos?
Decía Calderón de la Barca en su famosa novela “La vida es sueño”: “el peor
pecado del hombre es haber nacido”. En verdad es increíble todo lo que el
hombre sufre vanamente detrás de una felicidad que siempre se escapa de sus
manos.
El mundo está lleno de dolores. El espectáculo trágico de la vida tiene
como contrapartida dialógica a los goces de la contemplación estética, que sin
embargo no puede llenar todos los momentos de la existencia, reduciéndose a
unos pocos momentos extraordinarios.
(Extracto de "La auto-ética").
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