jueves, 25 de julio de 2013

EL JUEGO DEMOCRÁTICO



El sistema democrático constituye el régimen político que mejor se adapta a los requerimientos de un mundo complejo. Se alimenta constantemente de la disensión y el consenso, propiciando así la danza dialógica entre cambio y estructura, entre unidad y pluralidad, entre vida y muerte. La tolerancia, la comprensión, el perdón, pueden emerger como productos de una ética social que a su vez parta desde una auto-ética, que asuma plenamente la crisis de los fundamentos de la razón. Así, la democracia puede asociarse con una religación con los demás, de una manera que traspasa la mera contemplación estética, llegando a un estadio pragmático y realista.
   El “proceso de personalización” del que habla Lipovetski, caracterizado por el auge mundial del hedonismo y el narcicismo, al parecer erosiona el suelo nutricio de la participación democrática, pero en verdad le da a la democracia un sentido que lo equipara con justas deportivas antes que con un medio que proyecta al hombre hacia el final feliz de la historia. En este contexto, la solidaridad viene a ser el producto del la constatación de que las verdades absolutas han desaparecido, y que por tanto todo individuo y todas las culturas merecen ser escuchadas y respaldadas como componentes legítimos de la sociedad mundial. Pero repetimos, creemos que esta actitud sólo podrá crecer y fortalecerse mediante un paso más en la transformación del mundo a través de la educación. Tarea nada sencilla, pero ubicada dentro del alcance de nuestras modestas posibilidades.
   La democracia no implica la eliminación de la esclavitud social, apenas su reducción a niveles aceptables y edulcorados. El control de los ciudadanos al aparato controlador es un juego tan inestable como delicado. Pero es necesario recalcarlo, no tenemos al parecer nada mejor que el sistema democrático para regir a las inmensas muchedumbres que hoy pululan en este desdichado planeta que se ha convertido a la vez que en nuestro hogar, en una especie de chiquero cósmico. 

(Extracto de “En torno a un mundo gris. Ensayo de filosofía social”).

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