miércoles, 14 de agosto de 2013

INTRODUCCIÓN A EN TORNO A UN MUNDO GRIS



Podemos pensar el mundo social desde distintas aristas, la social, la política, sociológica, o la filosófica. Sin embargo, lo que intentaremos desarrollar aquí no es meramente una crítica de las míseras condiciones espirituales del mundo de hoy, sino específicamente será encontrar un modo tanto ético como estético para ubicarnos en él.
   Pero ¿Qué queremos decir cuando hablamos de ética y estética, y más aun al relacionarla con las condiciones socio-culturales de nuestro tiempo? Lo estético desborda lo meramente teórico y se despliega en una transformación del sujeto cognoscente, que deja su condición íntegra, fundante y apegada, propia de nuestra mísera cotidianeidad. El mundo moderno trató de imponer esa condición del sujeto, pero hoy lo único que tenernos es un profundo desengaño frente a tantas promesas incumplidas.   
   Cuando hablamos de ética, necesariamente nos topamos con la trivialidad que llena a la cotidianeidad y que se conjuga con el dolor interminable de tener que luchar por vivir y figurar mejor en una sociedad mundial sumida en una profunda crisis de valores. Esto termina desembocando en un crudo narcicismo difundido ampliamente[1]. Vemos que el mundo se desmorona ¿Qué hacer entonces? ¿Simplemente contemplar como todo se va al diablo? ¿O es que acaso todavía hay posibilidad de salvación? Las ideologías de la gran promesa se han desinflado, la misma ciencia ha dejado de ser la garante del progreso, y así, quizá lo que humildemente nos resta es buscar por lo menos una sociedad más tolerable. ¿Acaso ya es esto mucho pedir? No si confiamos en las posibilidades del aprendizaje humano.
      A partir de esto alguno puede preguntarse porque lo ético tiene que ver especialmente con lo social. En las condiciones actuales de crisis de los fundamentos, un saber como la ética, que pretendía ser universal e incuestionablemente verdadero, ahora sólo pueda ser consensuado y no impuesto. Esto nos obliga a ver la ética como una extraña dualidad de mínimos de convivencia y máximos de auto-realización.
   Así, entre estas polaridades de la vida humana podemos desplegar los propósitos del ensayo, como un viaje de ida y vuelta entre lo pragmático de la ética social y lo gozoso e inefable de lo estético.

(Extracto de “En torno a un mundo gris. Ensayo de filosofía social”)



[1] Cfr: Lipovetzki, Gilles. La era del vacío.

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