Definamos una ideología como la
vulgarización y la doctrinarización de los sistemas filosóficos.
El desarrollo de la crisis de los
fundamentos en occidente no implica precisamente la desaparición de las
ideologías, sino su permanencia en forma “debilitada”, puesto que aun es
necesario a través de ellas, la crítica y la posibilidad de alentar un mundo
más tolerable (en donde pueda lograrse el menor dolor y el mayor bienestar
posibles para la sociedad mundial).
La clave para este debilitamiento de las ideologías está en que las
doctrinas, consideradas como sistemas con tendencia hacia la clausura
dogmática, vayan abriéndose hacia posturas más críticas y a la vez
tolerantes; y a su vez, que las
ideologías se conecten con sistemas filosóficos menos duros y cerrados, y que
consideren la crisis de los fundamentos de la razón.
No está por demás decir que estas apuestas se realizan través del cultivo de los valores democráticos. En
efecto, el debilitamiento de las grandes ideologías tradicionales de occidente
(el liberalismo y el socialismo) se concreta en la que podemos llamar la
ideología débil por excelencia: la democracia. Ella se mantiene a base de
conflictos y confluencias, de críticas y acuerdos, de combates intelectuales y
de hechos concretos; no asimila fácilmente las proclamas de salvación ni la
ortodoxia de las doctrinas. Pero ella no es el paraíso de la convivencia
humana, apenas es lo más tolerante que tenemos antes de disponernos a volarnos
los sesos entre hermanos.
Por supuesto, en última instancia esto implicaría la llegada a espacios
fronterizos entre las ideologías y los
sistemas filosóficos (sobre los cuales de hecho se erigen la mayoría de las
ideologías), en donde las primeras podrían reabrirse a la discusión y a la
crítica de sus principios dogmáticos. Esto en primera instancia parece pedir
mucho, pero es lo que tenemos, como frágil e inestable recurso, y no como un
gran logro de la civilización.
Entonces, podemos sostener que una ideología se debilita haciéndose pragmática,
dialógica y en alguna medida también estética (las antiguas ideologías permanecen
intactas como motivos para el goce estético).
5.1. Liberalismo y socialismo debilitados
Para explicar mejor estas ideas podemos ocuparnos de las dos principales
ideologías del mundo global, el liberalismo y el socialismo.
a. Liberalismo debilitado
Un liberalismo debilitado debería
aligerar sus posturas extremas como: la mano oculta del mercado, el fanatismo
en la defensa de la propiedad privada, o actitudes descuidadas hacia las clases
más carenciadas.
b. Socialismo debilitado
Un socialismo debilitado debería
replantear sus dogmas sobre: la lucha de clases, la inminente caída del
capitalismo, la dictadura del proletariado, el final feliz del comunismo.
5.2. El
desplazamiento de las ideologías fuertes hacia lo estético
Esto no quiere decir que las
posturas más extremas o utópicas de
estas grandes ideologías deban ser arrojadas al tacho de basura de las ideas,
antes bien, deberían ser consideradas como objetos de contemplación estética en
el marco de los sistemas filosóficos que los sustentan. Esta actitud
contribuirá al cultivo del espíritu, y
alentará a una visión más tolerante y a
la vez critica del mundo.
¿Es tan desvergonzado hacer de las ideologías duras meros sueños
estéticos? ¿O más cínico sería hacer pasar una fruta podrida (las ideologías) como
el más sabrosa manjar del paraíso?
(Extracto de “En torno a un mundo gris. Ensayo de filosofía
social”).
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