martes, 24 de septiembre de 2013

IDEOLOGÍAS Y PENSAMIENTO DÉBIL


Definamos una ideología como la vulgarización y la doctrinarización de los sistemas filosóficos.

El desarrollo de la crisis de los fundamentos en occidente no implica precisamente la desaparición de las ideologías, sino su permanencia en forma “debilitada”, puesto que aun es necesario a través de ellas, la crítica y la posibilidad de alentar un mundo más tolerable (en donde pueda lograrse el menor dolor y el mayor bienestar posibles para la sociedad mundial).

   La clave para este debilitamiento de las ideologías está en que las doctrinas, consideradas como sistemas con tendencia hacia la clausura dogmática, vayan abriéndose hacia posturas más críticas y a la vez tolerantes;  y a su vez, que las ideologías se conecten con sistemas filosóficos menos duros y cerrados, y que consideren la crisis de los fundamentos de la razón.

   No está por demás decir que estas apuestas se realizan través  del cultivo de los valores democráticos. En efecto, el debilitamiento de las grandes ideologías tradicionales de occidente (el liberalismo y el socialismo) se concreta en la que podemos llamar la ideología débil por excelencia: la democracia. Ella se mantiene a base de conflictos y confluencias, de críticas y acuerdos, de combates intelectuales y de hechos concretos; no asimila fácilmente las proclamas de salvación ni la ortodoxia de las doctrinas. Pero ella no es el paraíso de la convivencia humana, apenas es lo más tolerante que tenemos antes de disponernos a volarnos los sesos entre hermanos.

   Por supuesto, en última instancia esto implicaría la llegada a espacios fronterizos entre las ideologías y  los sistemas filosóficos (sobre los cuales de hecho se erigen la mayoría de las ideologías), en donde las primeras podrían reabrirse a la discusión y a la crítica de sus principios dogmáticos. Esto en primera instancia parece pedir mucho, pero es lo que tenemos, como frágil e inestable recurso, y no como un gran logro de la civilización.

   Entonces, podemos sostener que una ideología se debilita haciéndose pragmática, dialógica y en alguna medida también estética (las antiguas ideologías permanecen intactas como motivos para el goce estético).

5.1. Liberalismo y socialismo debilitados

   Para explicar mejor estas ideas podemos ocuparnos de las dos principales ideologías del mundo global, el liberalismo y el socialismo.

a. Liberalismo debilitado

Un liberalismo debilitado debería aligerar sus posturas extremas como: la mano oculta del mercado, el fanatismo en la defensa de la propiedad privada, o actitudes descuidadas hacia las clases más carenciadas.

b. Socialismo debilitado

Un socialismo debilitado debería replantear sus dogmas sobre: la lucha de clases, la inminente caída del capitalismo, la dictadura del proletariado, el final feliz del comunismo.

5.2. El desplazamiento de las ideologías fuertes hacia lo estético

Esto no quiere decir que las posturas más  extremas o utópicas de estas grandes ideologías deban ser arrojadas al tacho de basura de las ideas, antes bien, deberían ser consideradas como objetos de contemplación estética en el marco de los sistemas filosóficos que los sustentan. Esta actitud contribuirá  al cultivo del espíritu, y alentará  a una visión más tolerante y a la vez critica del mundo.

   ¿Es tan desvergonzado hacer de las ideologías duras meros sueños estéticos? ¿O más cínico sería hacer pasar una fruta podrida (las ideologías) como el más sabrosa manjar del paraíso?



 
(Extracto de “En torno a un mundo gris. Ensayo de filosofía social”).


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