miércoles, 30 de marzo de 2022

SETENTA AÑOS DE FERNANDO TELLECHEA YAMPEY (1952)

 

     Filósofo paraguayo. Forma parte de una corriente fenomenológica, personalista y existencialista, presente en el pensamiento paraguayo. Los problemas filosóficos principales abordados por Tellechea son el hombre y la ciencia.

      En sus ideas puede notarse la influencia de Adriano Irala Burgos, en particular en lo que hace a su concepción del hombre. En su adolescencia empezó a leer a Descartes, Pascal y Schopenhauer, datos que de alguna manera nos revelan su talante intelectual. En sus escritos también es posible ver a Tellechea como un penetrante crítico del pensamiento postmoderno.

      Hacia los años 90 del siglo XX inició junto a José Brun la celebración de los llamados conviviums de filosofía, encuentros entre estudiantes, docentes y público en general, en donde se rinde culto al pensamiento y a la amistad (el “amor ágape”, temática tratada por Tellechea en una de sus obras)[1].

     En sus pensamientos se notan las influencias de la hermenéutica de Ricoeur, de las epistemologías de Bachelard y Popper, de ideas de Edmund Husserl, Ortega y Gasset, Max Scheller, Abbagnano, Zubiri y del pensamiento cristiano en general.

     Estudió a Ortega y Gasset junto a Julián Marías (la influencia de Dilthey en Ortega), haciendo posible así una conexión directa entre La Escuela de Madrid y el pensamiento paraguayo.   

    Se destacan dos de sus trabajos: “La filosofía como reflexión sobre el hombre y la ciencia” y “Pensar hoy. Desde Wittgenstein hasta la filosofía latinoamericana”.

 

1. La Filosofía

     Nos dice Tellechea: “De una manera general, podríamos decir que pensar es volver hacia el origen del pensamiento”[2]. Podemos notar en esta afirmación las influencias de un Heidegger o un Gadamer, ideas que marcaban también una actitud frente el pensamiento postmoderno, al que calificaba a veces como “moda intelectual”, y al que siempre respondía con el lema de “volver a los griegos”.

     En la introducción de uno de sus trabajos Tellechea quiere clarificar en qué consiste el papel de la filosofía[3] en medio de un mundo sumido en una crisis de valores en donde los saberes humanísticos poseen un espacio cada vez más reducido[4].

     El peso del pensamiento de Mario Bunge ha sido notable en las clases de filosofía de Tellechea. Siempre consideraba cuando algún estudiante participaba de su clase el lema de Bunge (extraído de la “Ética científica”): “No filosofar sobre la ignorancia sino fundándote en conocimientos, para esto comenzarás por adquirirlos. O sea, primun cognoscere, deinde philosophare”[5]. Por supuesto, esto nos revela ciertas aristas de una concepción de la educación, centrada en la figura del profesor.

1.1. La postmodernidad

     Tellechea ve la raíz de la postmodernidad ya en el pensamiento antiguo, con los sofistas, defensores del relativismo y el escepticismo.

    Utiliza en particular la obra “Imposturas intelectuales” de Sokal y Brickmon para apoyar la idea del verbalismo y el relativismo en los postmodernos.

1.2. Ortega

    Tellechea le dedica  más de veinte páginas al estudio del filósofo español José Ortega y Gasset, conectándolo con el pensamiento latinoamericano (e implícitamente también con el paraguayo). Al respecto nos dice:

Ortega ha repensado la tradición filosófica y el pensamiento de su época. La consecuencia de este “repensar” fue la inserción de sus ideas en ese “conjunto de pensamiento occidental” para poner al servicio de las circunstancias hispanoamericanas[6].

 

2. El hombre

2.1. Existencia abierta

   Interpreta al hombre como un “haz de posibilidades”[7] (como su maestro Adriano Irala Burgos y como el existencialismo en general). El hombre es una “existencia abierta”, a partir de la posibilidad de elegir.

      Frente a un mundo socio-cultural en crisis, que muchas veces propicia la disgregación personal, sostiene que debemos:

Volvernos, como ya enseñaron Sócrates y Agustín, a nuestro interior para encontrarnos a nosotros mismos en nuestra experiencia más original; es éste el único modo de recuperar la realidad de la existencia humana en su unidad singular. No se trata de un ensimismamiento cerrado en solipsismo, sino de un recogimiento que va a permitir al hombre instalarse dentro de sí para proyectarse, desde la propia interioridad, hacia el mundo exterior. Este recogimiento autentifica toda relación con las cosas de afuera. Partiendo “desde dentro”, el movimiento colonializa el contorno por su acción. Pero al instalarnos en nuestra interioridad , tomamos consciencia de nuestra precariedad y buscamos, a toda costa, salvarnos de este ser precario que arrastra su nihilidad ontológica[8].

2.2. El juego

      Entre sus ideas se presenta al juego como contrapuesto a lo serio, desde lo cual se plantea la necesidad de reganar el elemento lúdico en la vida del hombre

3. La sociedad

3.1. Esperanza y utopía

    Es posible ver en sus ideas cierta inclinación hacia el pensamiento utópico, interpretado como “anticipación de la realidad”, lo que marcaría también su disconformidad con el pensamiento postmoderno[9] (infecundo para las utopías políticas).

 (Extracto de “Robert León Helman. En pos del pensamiento inútil. Ensayo sobre la historia de las ideas en el Paraguay).

 



[1] Al referirse al convivium dijo Tellechea: “Este evento es sumamente importante porque trae consigo una herencia y una historia muy rica que viene del año 1995;  y es importante seguir manteniendo estos encuentros, no sólo para fomentar la integración entre nosotros, los colegas y profesores, sino también para abrirnos a las demás personas que no siempre están en la universidad, que son diletantes o auto-didactas, o filo filósofos, pero que quieren encontrar una oportunidad para estar frente a frente con la filosofía y los filósofos” (Transcripción de una ponencia presentada durante el convivium del año 2020). En otra parte dice Tellechea: “Quiero aclarar que el nombre de “convivium” lo di yo una vez conversando con el profesor José Brun, y él me dio su conformidad y me dijo que el nombre realmente se ajustaba muy bien a lo que queríamos: un encuentro entre amigos, un banquete filosófico. Entonces, le agregamos el ágape a la filosofía, un encuentro de amigos, el amor entre amigos, el amor de amistad” (transcripción del homenaje a José Brun durante el convivium del año 2020).

[2] Fernando Tellechea. Pensar hoy. 2012, p. 101.

[3] Una pregunta también planteada por Laureano Pelayo García, Véase “Filosofía y Cultura”, 1985, p. 7.

[4] Fernando Tellechea. La filosofía como reflexión sobre el hombre y la ciencia. 2012, p. 13.

[5] Fernando Tellechea. Pensar hoy. 2012, p. 107.

[6] Ibíd., p. 145.

[7] Frase íntimamente relacionada con el pensamiento existencialista; por ejemplo, cuando Pedro Chinaglia comenta a Sartre utiliza la misma frase, véase “La filosofía a través de los silgos”, p. 323. También, como lo cuenta Tellechea, su maestro Adriano Irala Burgos la utilizaba con frecuencia.

[8] Fernando Tellechea Yampey. La filosofía como reflexión sobre el hombre y la ciencia. 2012, p. 46-47.

[9] Cfr. Pensar hoy. 2012, p. 108.

No hay comentarios: