miércoles, 14 de junio de 2017

EN TORNO A “PATIO VIEJO”


Patio viejo, triste el paisaje en tu mirar…

Patio viejo, sombra y pozo en tu jardín…

Patio viejo, déjame un espacio para morir…

Patio viejo, se ensaya el viento en un gemir…

Patio viejo, que misterio vive junto a ti…

Patio viejo, déjame un espacio para morir…



Comentarios:

     Tantas veces me senté a contemplar el paisaje agrario desde el viejo patio de mi amigo Felipe Villalba Britos, en aquellos tiempos en que el pensamiento era tan natural como una imagen, un poema o una canción. Ahora, con más años encima el pensamiento puede estar mucho mejor estructurado, pero se pierde la espontaneidad y la soltura que sólo la etapa juvenil nos puede prestar. Por ello, las bases de las estructuras de nuestras ideas, que son intuiciones, generalmente brotan en la niñez y en gran parte de la juventud.

     Los espacios agrarios son silenciosos, tanto así que pueden evocar una tristeza profunda, luego de que uno se ha sometido tanto tiempo al jolgorio banal de los espacios urbanos…

     Un viento que zumba entre los árboles, dejando caer las flores del lapacho, flores que danzan bellamente en el aire antes de llegar al suelo para marchitarse…

     El pozo, ganado por unos tejidos de helechos, aun donaba el agua fresca del tereré, que corría entre guitarras y libros, como si aquel líquido fluyera con las ideas y los cantos, con los sentimientos y las letras…

    Y la muerte…una que nos hacía vivir plenamente, como si aquel fuera el último día, como si aquella fuera la última canción o el último suspiro…Como ”ser para la muerte” calificó Heidegger al hombre, y no precisamente para parecer macabro con sus ideas, sino para revelarnos un camino que nos libra de una cotidianeidad aletargante y fútil.