Ya en la antigüedad el escritor romano Tácito
con su “Germania” o Jean Jaques Rousseau en el “Emilio”, en la modernidad, o en
el Paraguay, Natalicio González con “Proceso y formación de la cultura
paraguaya”, por tomar unos pocos ejemplos, han elogiado las riquezas y los dones
de la vida en contacto con la naturaleza, de la vida en los espacios agrarios.
Estos análisis revestidos con la belleza de la escritura se han consolidado a
través del contraste con modos de vida sofisticados (urbanos), alejados de los
ritmos elementales y armónicos de la vida del campo.
En este ensayo seguiremos buscando la
pista de lo maravilloso que todavía se recrea en la visión de mundo, en las actitudes espirituales y en
las acciones concretas de los hombres de tierra adentro, que ni los avances de
la tecnología ni las avalanchas de la globalización han podido borrar.
Cuando aquí hablemos de la vida del campo,
nos referiremos principalmente a una vida
contemplativa desarrollada en el campo, y no a cualquier forma de
existencia en tal espacio geográfico, aunque si podamos encontrar algunas coincidencias
entre todas ellas.
Quien cumple a cabalidad la vida
contemplativa del campo es el sabio del bosque (arandu ka’aty),
quien encarna una suerte de moral paradigmática, es decir, una moral basada
antes en el ejemplo que en la teoría. Así, elogiar al campo es también elogiar
a estos hombres excepcionales, de inteligencia aguda y de afectos generosos.
Pero insistimos en esto, el temple del
arandu ka’aty va más allá de lo moral, es una actitud contemplativa, es decir,
una actitud hacia la inacción (mientras que la moral es expresa acción).
El arandu
vive a plenitud los “arquetipos” de
la cultura seminal paraguaya,
manteniéndolos vigentes a pesar de la avalancha del mundo globalizado, que
amenaza con sumir a todo en el flujo putrefacto de la banalidad. Podríamos
preguntarnos entonces ¿en qué forma vive los arquetipos de su cultura el arandu ka’aty?
Podemos identificar dos grandes grupos de
arquetipos (o Ideas o proto-formas) que caracterizan a la cultura seminal
paraguaya, los arquetipos del pensamiento y los arquetipos de la acción. Los
arquetipos del pensamiento se expresan en la visión del mundo y del hombre del
arandu; mientras que los arquetipos de la acción se expresan en las actitudes
frente a las situaciones de la cotidianeidad. Podríamos también hablar de
valores intelectuales y valores pragmáticos con sus correspondientes pautas de
pensamiento y de acción.
Entonces, podemos también preguntarnos:
¿Qué peculiaridades tienen estos dos tipos de arquetipos?
En las dos primeras partes de nuestro
ensayo estudiamos estos arquetipos, mientras que en la tercera veremos cómo éstos
se proyectan en medio de las costumbres.
Pero debemos reconocer a su vez que esta
experiencia contemplativa se puede producir en el hombre de la ciudad, que deja
su mundo de tensiones y frustraciones, o de preocupaciones por el dinero o la
figuración social, para darle un sentido renovado a la formación de su
subjetividad.
Muchas veces, al describir las
peculiaridades de la vida en el campo, estableceremos contrastes sugerentes con
la vida en la ciudad, puesto que ambas formas de vivir constituyen una dualidad
que no solamente implica una oposición irremediable, sino también acaso, la
posibilidad de establecer al final una suerte de complementariedad entre ambos
espacios.
La identidad del paraguayo se enraíza en el
campo y adquiere modificación en las ciudades, dándose esta transformación a lo
largo de distintas edades que la cultura del Paraguay va recorriendo en su
historia.
Podemos recordar que ya Helio Vera en su
obra “En busca del hueso perdido” se propuso partir de la “sabiduría selvícola”
(arandu ka’aty) para desplegar las ideas de su clásica obra sobre “paraguayología”,
expresión literaria de aquello que Cristian Andino llamó “sátira
socio-anecdótica”
de la identidad nacional.
Junto a la obra de Helio Vera, quizá el
libro de Saro Vera “El paraguayo, un hombre fuera de su mundo”, sea uno de los
más representativos de esta manera de pensar y escribir a la que se dio en
llamar paraguayología, que en su caso no
es tanto sátira, sino un conjunto de observaciones empíricas
del que el que sobre el comportamiento
típico del paraguayo. Por ello, nosotros preferimos referirnos a esta matriz
narrativa como “socio-empírica”.
Ambas obras nos servirán como principales
puntos de partida, a las que sumaremos también nuestras propias experiencias,
cosechadas luego de años de visitar periódicamente distintas zonas agrarias de
Villarrica, en especial la Colonia 14 de Mayo.
A partir de aquí es que nos animamos a
ubicar como subtítulo de la obra “Hacia una paraguayología filosófica”, porque
no nos contentaremos con describir pautas de comportamiento y valores de la
cultura agraria paraguaya, trataremos de interpretarlas, buscando en ellas
principios últimos y conocimientos integrados en una visión de mundo y del
hombre.
También es necesario advertir que aquí
idealizaremos al sabio del campo y a la cultura agraria, algo necesario porque
también queremos presentar esta temática como una especie de referencia para
una ética de máximos de felicidad, buen vivir o vida tolerable. Será entonces,
siguiendo con la terminología de Helio Vera, un paraguayo de “gua’u”, un
constructo consciente, en donde separaremos los vicios y debilidades propias de
lo humano. Aunque también hay que decir que no es tarea sencilla separar al
paraguayo de “guaú” del “te’ete”, el auténtico del construido (e incluso, si
consideramos al pensamiento postmoderno podríamos reclamar la dignidad de lo
que es de “gua’u”). En fin, esto nos permitirá orientarnos con mayor comodidad
hacia los arquetipos de la cultura paraguaya.
Pero también el estudio de las
peculiaridades de la vida del sabio del
campo puede ayudarnos a considerar la identidad del paraguayo, y a partir
de ahí encontrar ideas que enriquezcan nuestras formas de relacionarnos con un
mundo muy complejo, en donde cada cultura debe hacer su aporte para manejar las
situaciones de crisis que la humanidad
tiene en el presente y que se proyectan también hacia el futuro, como la
degradación ambiental, los conflictos armados, la pobreza o la desintegración
espiritual del individuo.
Índice:
Introducción………………………………………………………....7
1. Visión de mundo del arandu…………………………………..12
2. Actitudes espirituales del arandu……………………………..16
2.1. La visión del hombre del arandu
ka’aty……………………17
2.1. La búsqueda constante de lo
maravilloso………………….19
2.2. El arandu y el conflicto………………………..……………...21
3. Peculiaridades de la vida del
campo………………..…….…..24
3.1. Sobre la lengua guaraní……………………………………....25
3.2. El mate y el terere……………………………………………..27
3.3. Las caminatas por el kokue y el
ka’aguy………………...…29
3.4. La medicina tradicional……………………………………....32
3.5. La música tradicional………………………………………...34
3.6. La religiosidad y la magia………………………………..…..36
3.7. Las distracciones……………………………………………...38
3.8. El trabajo……………………………………………………….39
3.9. El rancho campesino……………………………………….…41
3.10. El viaje hacia el campo……………………………………...42
Conclusión……………………………………………………….…47
Glosario……………………………………………………………..48
Bibliografía………………………………………………………....49
Enlaces al libro completo:
https://drive.google.com/file/d/1WIyz_owMHVvLF6cz8yhO20Kq6LgcQXkq/view?usp=sharing
https://www.academia.edu/s/d17276d49d