Filósofo paraguayo. Forma parte de una
corriente fenomenológica, personalista y existencialista, presente en el
pensamiento paraguayo. Los problemas filosóficos principales abordados por
Tellechea son el hombre y la ciencia.
En sus ideas puede notarse la influencia de
Adriano Irala Burgos, en particular en lo que hace a su concepción del hombre.
En su adolescencia empezó a leer a Descartes, Pascal y Schopenhauer, datos que
de alguna manera nos revelan su talante intelectual. En sus escritos también es
posible ver a Tellechea como un penetrante crítico del pensamiento postmoderno.
Hacia
los años 90 del siglo XX inició junto a José Brun la celebración de los
llamados conviviums de filosofía, encuentros entre estudiantes, docentes y
público en general, en donde se rinde culto al pensamiento y a la amistad (el
“amor ágape”, temática tratada por Tellechea en una de sus obras)[1].
En sus pensamientos se notan las influencias
de la hermenéutica de Ricoeur, de las epistemologías de Bachelard y Popper, de
ideas de Edmund Husserl, Ortega y Gasset, Max Scheller, Abbagnano, Zubiri y del
pensamiento cristiano en general.
Estudió a Ortega y Gasset junto a Julián
Marías (la influencia de Dilthey en Ortega), haciendo posible así una conexión
directa entre La Escuela de Madrid y el pensamiento paraguayo.
Se destacan dos de sus trabajos: “La
filosofía como reflexión sobre el hombre y la ciencia” y “Pensar hoy. Desde
Wittgenstein hasta la filosofía latinoamericana”.
1. La Filosofía
Nos dice Tellechea: “De una manera
general, podríamos decir que pensar es volver hacia el origen del pensamiento”[2].
Podemos notar en esta afirmación las influencias de un Heidegger o un Gadamer,
ideas que marcaban también una actitud frente el pensamiento postmoderno, al
que calificaba a veces como “moda intelectual”, y al que siempre respondía con
el lema de “volver a los griegos”.
En la introducción de uno de sus trabajos
Tellechea quiere clarificar en qué consiste el papel de la filosofía[3] en
medio de un mundo sumido en una crisis de valores en donde los saberes
humanísticos poseen un espacio cada vez más reducido[4].
El peso del pensamiento de Mario Bunge ha
sido notable en las clases de filosofía de Tellechea. Siempre consideraba
cuando algún estudiante participaba de su clase el lema de Bunge (extraído de
la “Ética científica”): “No filosofar sobre la ignorancia sino fundándote en
conocimientos, para esto comenzarás por adquirirlos. O sea, primun cognoscere,
deinde philosophare”[5].
Por supuesto, esto nos revela ciertas aristas de una concepción de la
educación, centrada en la figura del profesor.
1.1.
La postmodernidad
Tellechea ve la raíz de la postmodernidad
ya en el pensamiento antiguo, con los sofistas, defensores del relativismo y el
escepticismo.
Utiliza en particular la obra “Imposturas
intelectuales” de Sokal y Brickmon para apoyar la idea del verbalismo y el
relativismo en los postmodernos.
1.2.
Ortega
Tellechea le dedica más de veinte páginas al estudio del filósofo
español José Ortega y Gasset, conectándolo con el pensamiento latinoamericano
(e implícitamente también con el paraguayo). Al respecto nos dice:
Ortega ha
repensado la tradición filosófica y el pensamiento de su época. La consecuencia
de este “repensar” fue la inserción de sus ideas en ese “conjunto de
pensamiento occidental” para poner al servicio de las circunstancias
hispanoamericanas[6].
2. El hombre
2.1.
Existencia abierta
Interpreta al hombre como un “haz de
posibilidades”[7]
(como su maestro Adriano Irala Burgos y como el existencialismo en general). El
hombre es una “existencia abierta”, a partir de la posibilidad de elegir.
Frente a un mundo socio-cultural en
crisis, que muchas veces propicia la disgregación personal, sostiene que
debemos:
Volvernos,
como ya enseñaron Sócrates y Agustín, a nuestro interior para encontrarnos a
nosotros mismos en nuestra experiencia más original; es éste el único modo de
recuperar la realidad de la existencia humana en su unidad singular. No se
trata de un ensimismamiento cerrado en solipsismo, sino de un recogimiento que
va a permitir al hombre instalarse dentro de sí para proyectarse, desde la
propia interioridad, hacia el mundo exterior. Este recogimiento autentifica
toda relación con las cosas de afuera. Partiendo “desde dentro”, el movimiento colonializa
el contorno por su acción. Pero al instalarnos en nuestra interioridad ,
tomamos consciencia de nuestra precariedad y buscamos, a toda costa, salvarnos
de este ser precario que arrastra su nihilidad ontológica[8].
2.2.
El juego
Entre sus ideas se presenta al juego como
contrapuesto a lo serio, desde lo cual se plantea la necesidad de reganar el
elemento lúdico en la vida del hombre
3.
La sociedad
3.1. Esperanza y utopía
Es
posible ver en sus ideas cierta inclinación hacia el pensamiento utópico,
interpretado como “anticipación de la realidad”, lo que marcaría también su
disconformidad con el pensamiento postmoderno[9]
(infecundo para las utopías políticas).
[1]
Al referirse al convivium dijo
Tellechea: “Este evento es sumamente importante porque trae consigo una
herencia y una historia muy rica que viene del año 1995; y es importante seguir manteniendo estos
encuentros, no sólo para fomentar la integración entre nosotros, los colegas y
profesores, sino también para abrirnos a las demás personas que no siempre
están en la universidad, que son diletantes o auto-didactas, o filo filósofos,
pero que quieren encontrar una oportunidad para estar frente a frente con la
filosofía y los filósofos” (Transcripción de una ponencia presentada durante el
convivium del año 2020). En otra parte dice Tellechea: “Quiero aclarar que el nombre
de “convivium” lo di yo una vez conversando con el profesor José Brun, y él me
dio su conformidad y me dijo que el nombre realmente se ajustaba muy bien a lo
que queríamos: un encuentro entre amigos, un banquete filosófico. Entonces, le
agregamos el ágape a la filosofía, un encuentro de amigos, el amor entre
amigos, el amor de amistad” (transcripción del homenaje a José Brun durante el
convivium del año 2020).
[2] Fernando Tellechea. Pensar hoy.
2012, p. 101.
[3] Una pregunta también planteada por
Laureano Pelayo García, Véase “Filosofía y Cultura”, 1985, p. 7.
[4] Fernando Tellechea. La filosofía
como reflexión sobre el hombre y la ciencia. 2012, p. 13.
[5] Fernando Tellechea. Pensar hoy.
2012, p. 107.
[6]
Ibíd., p. 145.
[7] Frase íntimamente relacionada con
el pensamiento existencialista; por ejemplo, cuando Pedro Chinaglia comenta a
Sartre utiliza la misma frase, véase “La filosofía a través de los silgos”, p.
323. También, como lo cuenta Tellechea, su maestro Adriano Irala Burgos la
utilizaba con frecuencia.
[8]
Fernando Tellechea Yampey. La
filosofía como reflexión sobre el hombre y la ciencia. 2012, p. 46-47.
[9] Cfr. Pensar hoy. 2012, p. 108.