Ya Sócrates hacia el siglo IV ac. había
planteado el lema “conócete a ti mismo”, repitiendo lo escrito en el portal del
templo de Apolo en Delfos. Y hoy, siglos después, aquellas inquietantes
palabras continúan resonando en nuestras mentes y en nuestras sociedades. Pues
¿sabemos acaso quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Y a dónde vamos? De estas
tres preguntas, sin lugar a dudas la fundamental es la primera, pues sólo en el
presente se manifiesta el Ser[1],
y desde el cual solamente es posible direccionarnos creativamente ya sea hacia
el pasado o el futuro. ¿Qué tiene que ver el Ser con la identidad? Nuestra identidad
está enraizada en el Ser y si perdemos
la conciencia de ese enlace caemos en la ilusión, al concebir como real lo que
es solamente manifestación de lo real (el Ser-Nada).
Al
comenzar el recorrido de este proceso (nos referimos al Auto-estudio) que
constituye una de las partes fundamentales de lo que llamamos Auto-ética, nos
fijaremos en algunas cuestiones propias de la vida humana que nos permitirán
ubicarnos con más claridad de cara a lo que podemos denominar un Auto-trabajo.
Este auto-estudio que propondremos a continuación podrá abrir nuestros
horizontes mentales, de tal forma que podamos hacer una apuesta desde nuestras
propias condiciones de existencia.
Pero es
necesario que uno no se empiece a inquietar por esto, pues en esta apuesta no
importa tanto el resultado de ella sino el hecho mismo de jugar. El juego puede
ser visto desde el pensamiento moderno como acto de dispersión, de
entretenimiento o banalidad, pero es la clave para introducirnos de nuevo al
flujo mismo de la totalidad cósmica.
Para
direccionar la vida primero hace falta reconocer un norte que sirva de guía en
medio de los complejos espacios de la cotidianeidad. Este norte nos lo dan los valores[2],
que no son absolutos y universales, sino que deben ser asumidos en forma particular
por cada individuo-sujeto (o por cada grupo o cultura si se da el caso). Seguir
estos valores es posible gracias a un constante examen de conciencia, que nos
permite reafirmarlos y fortalecerlos en nuestro camino de vida.
Entonces,
el objetivo principal del Auto-estudio
es establecer un marco de conocimientos que nos ayude a elegir unos valores que
nos sirvan de orientación en la aventura de vida que llevamos adelante. Aquí
estamos apelando entonces a un tipo de racionalidad, que podemos llamar
prudencial, o si se prefiere, utilizando la terminología de Max Weber, estamos
apelando a una racionalidad orientada a valores (aunque por supuesto, en una
dimensión individual).
El hombre
es un “ser en relación” (con el mundo, con los demás y con la personalidad) y
tales relaciones se despliegan en diversas situaciones de la vida; por ello
también el hombre es un “ser en situación”. En medio de las situaciones de la
vida existe el sufrimiento, que en algunas ocasiones peculiares a un límite tal
que propicia el cuestionamiento de todas las luchas que se despliegan en la
cotidianeidad. Cuando se llega a este punto el individuo se angustia, se asoma
al abismo de la muerte, y entonces cuando puede brotar de lo más hondo de su
ser los flujos del arte, de la espiritualidad o del pensamiento.
[1] A esto que llamamos Ser, desde otros contextos también podemos denominarlo
Nada.
[2] Los valores son ideas o conceptos que expresan lo deseable o útil en la
vida de un individuo o una sociedad; y se hacen concretos en las pautas de
conducta de los individuos o en las leyes de una nación.
Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/1KikB82UWcXioVJ4qnuE6_znecLehLr2N/view?usp=sharing
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