miércoles, 24 de febrero de 2021

CIEN AÑOS DE EDGAR MORIN (1921)


     Filósofo y sociólogo francés, propulsor de la idea de un “pensamiento complejo” que ayude al hombre a desenvolverse, en conocimiento y acción, en un mundo inmerso en la incertidumbre y los riesgos.

     Recibió influencias de filósofos como Heráclito, Hegel, Nietzsche, Bergson, Chardin, Thomas Kuhn, Adorno, Marcuse, Castoriadis o Michel Serres. También se muestra deudor de algunas ideas de Jean Piaget[1], de la cibernética, la teoría general de sistemas y la teoría de la información.

      Repite con Adorno: “La totalidad es la no verdad”[2] y acicateado por Marcuse dice: “he aspirado siempre a un pensamiento multidimensional”[3].

1. El pensamiento complejo

     Enuncia tres principios del pensamiento complejo: la dialógica, la recursividad organizacional y la hologramática.

1.1. La dialógica  

  La dialógica consiste en la asociación de términos que son a la vez contrarios y complementarios. Por ejemplo, desde el pensamiento tradicional, la muerte niega completamente a la vida, y el principio lógico del tercero excluido no nos permite plantear una mediación entre vida y muerte; sin embargo, a partir de la dialógica es posible explicar mejor procesos biológicos como los de las células que periódicamente mueren y son reemplazadas por otras, haciendo posible el mantenimiento de un ser vivo.   

     De alguna manera con la dialógica se pretende tomar distancia de la dialéctica, que en pensadores como Hegel desembocó en un pensamiento totalizador que pretendía conciliar y acallar a todas las diferencias. De esa dirección provenían las críticas de Adorno o Marcuse hacia el pensamiento moderno (filósofos que dejaron frente impronta en las ideas de Morin). 

1.2. La recursividad organizacional

     La recursividad organizacional consiste en el carácter circular que se da entre causa y efecto. Es una especie de ampliación del principio de causalidad, que tradicionalmente es lineal. En otras palabras, el efecto causado por la causa, puede volver a ser causa de la causa inicial.

     Tomemos como ejemple a la relación entre el individuo y la sociedad. Las ideas y acciones de los individuos son la causa de la sociedad y la cultura, pero a su vez, son la sociedad y la cultura las que hacen al individuo.

1.3. La hologramática

     La hologramática explica que las partes poseen la casi totalidad de información que es propia de un todo. Esto podemos relacionar con el lema renacentista que decía “como es arriba es abajo”. Un ejemplo de este principio podemos verlo en la célula, que es la unidad básica de vida, que posee en sí las claves para conocer los desarrollos biológicos del todo orgánico.

2. Lo real

     Para Edgar Morin lo real se expresa a través de un bucle que conjuga el orden, el desorden y la organización. Y para ubicarse en medio de este brote de lo real es necesario no sólo la investigación o la reflexión, es necesario un cambio en el paradigma del conocimiento.

 

     Establece la diferenciación entre dos paradigmas en el contexto del pensamiento actual: el paradigma de la simplicidad y el paradigma de la complejidad. El primero se asocia con el determinismo y el mecanicismo de la física clásica y la filosofía moderna a grandes rasgos; mientras que el segundo se conecta con las revoluciones de la ciencia y con las filosofías que han asimilado la crisis de los fundamentos del pensamiento y la acción.

3. El hombre

     Morin plantea diversos niveles de organización en el universo, siendo el ser humano el más complejo entre éstos. A su vez, Morin sostiene que existe una relación dialógica y recursiva entre individuo, especie y sociedad, la trinidad que expresa al ser humano.

     Cada uno de estos factores son en relación a los demás a la vez medio y fin, causa y efecto, contenedores y contenidos, productores y producidos, complementarios y antagonistas. 

 

  (Extracto de “Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno”).

 

 

 

 



[1] Edgar Morin. Introducción al pensamiento complejo. 2007, p. 162.

[2] Ibíd., p. 23

[3] Ibídem.

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