Ciertamente las reflexiones sobre
cuestiones relativas a la sociedad y a la cultura ya se dieron con las
leyendas, los mitos y las religiones, pero de una manera racional recién con
los pensadores de la antigua Grecia, en particular desde Sócrates y los
sofistas, y a partir de ahí la reflexión filosófica sobre lo social se ha
extendido hasta nuestros días. Sin embargo, habrá que esperar hasta el siglo
XIX para que aparezca un conocimiento sobre la sociedad y la cultura que
pretenda ser científico. Este afán de cientificidad propició el ordenamiento y
la sistematicidad de los conceptos (condensados luego en leyes, teorías y
paradigmas), y a su vez alimentó la necesidad de hacer investigaciones de
campo, con lo cual lo empírico y lo teórico comenzaron una especie de conversación
fructífera para ambas áreas.
Lo que en este ensayo trataremos de hacer
es volver a la especulación filosófica, utilizando no obstante el bagaje
conceptual de las llamadas ciencias sociales. Con ello nos proponemos dos
objetivos principales: mejorar nuestro conocimiento sobre las razones del
cambio y la permanencia de las sociedades
y las culturas, y propiciar una experiencia estética de tipo intelectual[1].
Pero hay otra cuestión que nos ocupa y que
puede presentarse ya a modo de justificación para este ensayo. Nos encontramos
como humanidad frente a inquietantes situaciones de crisis que ponen en jaque a
la misma supervivencia de la especie, nos referimos a las guerras, a la
degradación ambiental, a la pobreza y a la desintegración espiritual del
individuo. Frente a esto, se da la necesidad que los problemas que giran en
torno a la sociedad y la cultura sean pensados, de modo a establecer una
búsqueda colectiva de instancias intelectuales y prácticas que nos permitan
abordar tales situaciones.
Entonces, se hace necesaria una conjunción
fructífera entre lo individual y lo social, entre la experiencia estética y la
necesidad de construir una convivencia más tolerable.
[1] La
experiencia estética viene de la mano con goces espirituales que nos permiten
soportar los dolores y las miserias propias de la vida cotidiana, y en
comparación con los placeres sensibles, casi no vienen asociados con sufrimientos,
y pueden prolongarse por más tiempo. A estos placeres espirituales nos
introducimos por tres tipos de esquemas culturales: el arte, la espiritualidad
y la intelectualidad. Cuando la experiencia estética se hace radical o extrema
disuelve a la misma personalidad, quedando sólo un sujeto puro e involuntario
(un sujeto debilitado).
Índice
Introducción……………………………………………………………….7
1. La
sociedad……………………………………………………………...9
a. Tipos de
sociedades…………………………………………………..12
2. La
cultura………………………………………………………………31
2.1. Las
pautas de comportamiento……………………………………32
2.2. Las
relaciones sociales……………………………………………...33
2.3. Las
instituciones…………………………………………………....34
2.3. Los
valores………………………………………………………….38
3.
Estructura y cambio socio-cultural………………………………….39
3.1. Las
organizaciones de la sociedad………………………………...42
3.2. El
control y la desviación social…………………………………...47
3.3. La
migración………………………………………………………...56
3.4. La
idea de desarrollo…………………………………………….…58
3.5. La
ciudadanía……………………………………………………….65
Conclusión………………………………………………………………..67
Glosario…………………………………………………………………...68
Bibliografía……………………………………………………………….69
Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/1Gz22t6IKmuqs_Tq7_vM6VMO-SkilWXyC/view?usp=sharing
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