miércoles, 28 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN A “JESÚS DE NAZARET. MÉDICO Y MAESTRO”.

      Jesús de Nazaret es y ha sido una de las grandes figuras de la historia, de manera particular porque bajo su nombre ha crecido por todo el mundo una de las grandes corrientes religiosas de la humanidad: el cristianismo. Han existido luego de la muerte de Jesús innumerables escritos filosóficos, teológicos, sociológicos, históricos o antropológicos sobre su vida y obra, comenzando con los polemistas anticristianos y los padres de la Iglesia (siendo San Agustín el más destacado entre éstos), pasando por los filósofos escolásticos (en especial Tomás de Aquino) hasta nuestros tiempos, en donde se ha pensado en sus enseñanzas desde la fenomenología, el existencialismo, personalismo, el neotomismo, etc.

     Lo que en este ensayo trataremos de hacer será destilar de los evangelios y de algunos filósofos cristianos algunas enseñanzas que puedan revelarnos a Jesús como maestro y como médico,  utilizando para ello términos que son propios de algunos ensayos que ya hemos publicado.

     Si preguntamos ¿quién fue Jesús de Nazaret? Aludiendo a nuestro subtítulo podríamos decir que fue un maestro y un médico, alguien que enseñó una sabiduría perenne[1] y que curaba a través del esclarecimiento de la conciencia que propiciaba en los enfermos. Como podremos apreciar, la sabiduría y la salud poseían una estrecha relación[2]. Una relación unida por una especie de conocimiento intuitivo, al que Jesús denominó fe.

 

     Las enseñanzas y sanaciones de Jesús tienen un efecto, disminuyen el mal, que se presenta como sufrimiento humano, por falta de claridad en la conciencia y como dolor, cuando se dan desarreglos en el funcionamiento del cuerpo físico. Podemos pues extraer de aquí una manera de encarar el problema del mal en el mundo y en el ser humano[3], que fue objeto de reflexiones de los filósofos griegos así como de los pensadores cristianos, pero que hasta nuestros días puede plantearnos preguntas. Y este ensayo nació de un par de preguntas: ¿Qué enseñaba Jesús? ¿Cómo se acercaba a los enfermos?

     Entiéndase que éste es un ensayo filosófico, por lo cual, a pesar de las delimitaciones del tema, está abierto a un camino interminable de vivencias e interpretaciones.

 

 



[1] Algunos filósofos del periodo helenístico, así como algunos padres de la Iglesia, sostuvieron la hipótesis del “robo de los filósofos”, según la cual los grandes filósofos griegos se apropiaron de las enseñanzas judías y cristianas para elaborar sus sistemas teóricos. Más allá de este tipo de planteamientos, por demás discutibles, lo que vemos es que filósofos como por ejemplo Pitágoras y Platón, supieron expresar filosóficamente la sabiduría de culturas diversas de su tiempo, no sólo la judía.

[2] “Habían venido para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades”. Lc. 6,17.

[3] Cfr. R.L.H (Robert León Helman). En torno a un mundo gris. 2020, p. 13-22. R.L.H. El médico del campo. 2019, p. 9-10.


 

Índice:

Introducción……………………………………………………………….7

1. Vida de Jesús de Nazaret……………………………………………...9

2. El maestro……………………………………………………………...10

2.1. Jesús y el conocimiento…………………………………………….10

2.1.1. Intuición y razonamiento………………………………………...10

2.1.2. La verdad…………………………………………………………..14

2.2. El seguimiento………………………………………………...…….16

a. La cruz como proceso de desaprendizaje…………………………..18

b. El reino de los cielos………………………………………………….19

2.3. Jesús y la sociedad…………………………………………………..20

3. El médico………………………………………………………………22

3.1. Las sanaciones interiores…………………………………………...23

3.1.1. El miedo………………………………………………………..…..23

3.1.3. Jesús y los niveles de crecimiento del ego……………………...25

3.2. Las sanaciones corporales………………………………………….28

3.2.1. La cruz como dolor……………………………………………….28

3.2.2. Jesús y el ciego de nacimiento…………………………………...28

3.3. El crecimiento espiritual……………………………………………30

Conclusión……………………………………………………………..…32

Vocabulario………………………………………………………………34

Bibliografía……………………………………………………………….35


Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/1ME1P1NaUJlSgZ3R7cE2BnY9u1lvH1xWC/view?usp=sharing

lunes, 26 de octubre de 2020

A CUATROCIENTOS VEINTE AÑOS DE LA MUERTE DE GIORDANO BRUNO (1548-1600)

 

      Fue un filósofo italiano. Se presenta como uno de los más destacados pensadores del Renacimiento. Sostiene a la vez un panteísmo y un vitalismo. En su cosmología, defendió el sistema heliocéntrico de Nicolás Copérnico.

     Santo profano que murió en la hoguera en Roma, no sabemos si con la misma entereza de un Sócrates, pero si con la convicción de que por el pensamiento se puede acaso morir, sólo cuando el pensamiento se hace en uno mismo vida. El martirio no hace de un sistema de ideas verdadero o falso, la sangre del mártir no es criterio de verdad, pero si puede ser el signo de la violencia con que los mecanismos de control social actúan cuando el pensamiento pone en cuestión valores sobre los que se asienta una estructura cultural.

     Ingresó a la orden de los dominicos, en donde enseguida se ganó la fama de rebelde y contestatario. Luego de ordenarse sacerdote empezó a convivir con el escándalo, debido a su posicionamiento intelectual, demasiado excéntrico para  tiempos de intolerancia.

     El pensamiento de Bruno nos ofrece: un ejemplo temprano de panteísmo en el pensamiento moderno (luego vendrían otros exponentes de esta corriente de ideas como Espinoza o Schelling); un planteamiento vitalista que encontraría nuevos brotes con el surgimiento del romanticismo alemán; y un caso paradigmático en lo que hace al compromiso con las ideas (en alguna medida paralela con la actitud de un Sócrates).

     Entre sus obras cabe citar: “De la causa, el principio y el uno” (1584) y “Sobre el infinito universo y los mundos” (1584).

 

 

El giro copernicano

     Los trabajos de Copérnico llevaron adelante aquello que Thomas Kuhn denominó un cambio en el “paradigma” científico; pero las ideas de Bruno, daban un paso más, llegaban ya a poner en cuestión los mismo valores que habían sustentado a la cultura y a la sociedad medieval.

     En este ambiente de nuevas ideas científicas hubo un rebrote de la filosofía de la naturaleza, en las formas de variados sistemas que conjugaban ideas del periodo helenístico y del pensamiento medieval. Entre estos filósofos los más destacados fueron Nicolás de Cusa y Giordano Bruno.

La infinitud del universo

     Para los griegos en general el universo era finito, ya que de esa manera se prestaba mejor a la idea de una justa proporción matemática (en especial desde Pitágoras y Platón). Aristóteles también sostuvo la finitud del universo, y desde su cosmología Claudio Tolomeo terminó construyendo un gran sistema astronómico, que no sólo se limitaba a lo teórico, pues también permitía establecer cálculos, utilizados en la navegación, en la arquitectura y en otros campos de la técnica.

     Desde la cosmovisión del mundo medieval se describía un universo finito, con la tierra en el centro, morada del hombre, creado a imagen y semejanza del Dios judeo-cristiano. Los mecanismos de este universo eran explicados por el modelo geocéntrico propuesto por Claudio Tolomeo (que a su vez se basó en la física aristotélica).

   El acto de creación divina venía íntimamente asociado con la finitud del universo (al ser finito, contingente, le era inherente el ser creado). 

    Copérnico siguió afirmando la finitud del universo, pero de todas maneras su modelo heliocéntrico allanaba el camino para sostener la infinitud, pues no era ya necesario asegurar la posición privilegiada del hombre en el cosmos, planteamiento que era una especie de pauta conceptual dentro de la cultura medieval. 

     Si la tierra ya no ocupaba el centro del universo (en medio de la infinitud o no existe centro o todo centro es arbitrario) entonces al mismo tiempo desaparecía la condición única que tenía el hombre en la cosmovisión medieval. La infinitud del universo implicaba la posibilidad de la existencia de muchos sistemas solares como el nuestro. Bruno incluso llegó a plantear que era posible la existencia de seres inteligentes en otros rincones del universo (haciéndose así una especie de precursor de la hipótesis alienígena).

El universo como ser vivo

     Antes que Bruno el pensador romano Lucrecio ya se había acercado a la idea de la infinitud del universo, con la diferencia de que para éste último y para los atomistas en general todo lo existente en última instancia era materia. Para Bruno en cambio, todo lo existente en última instancia es vida, en otras palabras, el universo está vivo.

    Y su panteísmo nos remite a la idea de que todo es divino, una posición que de alguna manera se conecta también con una visión religiosa de tipo animista.

      Pero por supuesto, panteísmo y animismo no son lo mismo, pero se encuentran asociados. El panteísmo es una línea de pensamiento filosófico (que tiene que como su típico representante a Plotino), mientras que el animismo es un tipo de religión (para Edward Tylor, la más elemental y temprana). La postura contrapuesta al panteísmo es el creacionismo, mientras que frente al animismo se encuentran el politeísmo y el monoteísmo (siguiendo también las ideas de Tylor).

(Extracto de “Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno”).


miércoles, 14 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN A “ENTRE LA PERMANENCIA Y EL CAMBIO. REFLEXIONES SOBRE LA SOCIEDAD Y LA CULTURA”.

 

     Ciertamente las reflexiones sobre cuestiones relativas a la sociedad y a la cultura ya se dieron con las leyendas, los mitos y las religiones, pero de una manera racional recién con los pensadores de la antigua Grecia, en particular desde Sócrates y los sofistas, y a partir de ahí la reflexión filosófica sobre lo social se ha extendido hasta nuestros días. Sin embargo, habrá que esperar hasta el siglo XIX para que aparezca un conocimiento sobre la sociedad y la cultura que pretenda ser científico. Este afán de cientificidad propició el ordenamiento y la sistematicidad de los conceptos (condensados luego en leyes, teorías y paradigmas), y a su vez alimentó la necesidad de hacer investigaciones de campo, con lo cual lo empírico y lo teórico comenzaron una especie de conversación fructífera para ambas áreas.

     Lo que en este ensayo trataremos de hacer es volver a la especulación filosófica, utilizando no obstante el bagaje conceptual de las llamadas ciencias sociales. Con ello nos proponemos dos objetivos principales: mejorar nuestro conocimiento sobre las razones del cambio y la permanencia de las  sociedades y las culturas, y propiciar una experiencia estética de tipo intelectual[1].

     Pero hay otra cuestión que nos ocupa y que puede presentarse ya a modo de justificación para este ensayo. Nos encontramos como humanidad frente a inquietantes situaciones de crisis que ponen en jaque a la misma supervivencia de la especie, nos referimos a las guerras, a la degradación ambiental, a la pobreza y a la desintegración espiritual del individuo. Frente a esto, se da la necesidad que los problemas que giran en torno a la sociedad y la cultura sean pensados, de modo a establecer una búsqueda colectiva de instancias intelectuales y prácticas que nos permitan abordar tales situaciones.

     Entonces, se hace necesaria una conjunción fructífera entre lo individual y lo social, entre la experiencia estética y la necesidad de construir una convivencia más tolerable. 

 



[1] La experiencia estética viene de la mano con goces espirituales que nos permiten soportar los dolores y las miserias propias de la vida cotidiana, y en comparación con los placeres sensibles, casi no vienen asociados con sufrimientos, y pueden prolongarse por más tiempo. A estos placeres espirituales nos introducimos por tres tipos de esquemas culturales: el arte, la espiritualidad y la intelectualidad. Cuando la experiencia estética se hace radical o extrema disuelve a la misma personalidad, quedando sólo un sujeto puro e involuntario (un sujeto debilitado).


Índice

Introducción……………………………………………………………….7

1. La sociedad……………………………………………………………...9

a. Tipos de sociedades…………………………………………………..12

2. La cultura………………………………………………………………31

2.1. Las pautas de comportamiento……………………………………32

2.2. Las relaciones sociales……………………………………………...33

2.3. Las instituciones…………………………………………………....34

2.3. Los valores………………………………………………………….38

3. Estructura y cambio socio-cultural………………………………….39

3.1. Las organizaciones de la sociedad………………………………...42

3.2. El control y la desviación social…………………………………...47

3.3. La migración………………………………………………………...56

3.4. La idea de desarrollo…………………………………………….…58

3.5. La ciudadanía……………………………………………………….65

Conclusión………………………………………………………………..67

Glosario…………………………………………………………………...68

Bibliografía……………………………………………………………….69

 Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/1Gz22t6IKmuqs_Tq7_vM6VMO-SkilWXyC/view?usp=sharing

lunes, 12 de octubre de 2020

A CIEN AÑOS DE LA MUERTE DE IGNACIO A. PANE (1880-1920)

 

     Pensador, poeta y periodista paraguayo. Integrante del grupo de pensadores paraguayos que Raúl Amaral catalogó como “novecentistas”. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Asunción. Ideológicamente se mostró con inclinaciones hacia el socialismo, pero moderadamente; prueba de ello fue su adhesión al Partido Colorado. A su vez cultivó el nacionalismo (fue uno de los estudiosos que llevó adelante la campaña de reivindicación de la figura del Mcal. López), pero sin llegar a la posición extrema que mostrará tiempo después un Natalicio González. También fue un precursor de una especie de feminismo en el Paraguay.

    Su primer maestro vivo de filosofía fue el Dr. Emeterio González, sucesor de Ramón Zubizarreta en la cátedra de la Facultad de Derecho y el Colegio Nacional.

    Se ocupó de comentar el Ariel de José Enrique Rodó, obra que fue considerada fundamental por los novecentistas en general (en particular por aquellos con una orientación modernista literaria). También se dedicó al estudio del positivismo de Herbert Spencer, así como del vitalismo de Henry Bergson, otro de los filósofos de mayor influencia en aquel tiempo, y que en Paraguay ya había sido presentado por el español Rafael Barret. Ignacio A. Pane fue un amante de la poesía y aficionado a la ejecución del piano. Falleció cuando estaba a pocos meses de cumplir cuarenta años.

     Entre sus obras cabe citar a los  “La religión y el miedo” (1908), “Concepto de la filosofía” (1915), “Apuntes de Sociología” (1917) y “Ensayos paraguayos” (1945), ya póstumo. También otros escritos sobre el los guaraníes, las literatura paraguaya y sobre el sociólogo positivista chileno Valentín Letelier.

 

Concepto de la Filosofía

     En su obra “Concepto de la Filosofía” Pane elabora un estudio con la intensión de informar al lector sobre los senderos comunes recorridos por la filosofía. De todas maneras, su abordaje final sobre el positivismo revela la relevancia que esta corriente de pensamiento llegó a tener en los pensadores paraguayos del primer cuarto del siglo XX. Entre los  positivistas aludidos se encuentran autores como Comte, Fouillée, Boutroux y Spencer (uno de los preferidos de Pane).   

      De todas maneras, hay que apuntar que Pane no llega a las extremas inclinaciones que un Cecilio Báez tendrá hacia el positivismo, ya que encontró una especie de punto mediador con posiciones tradicionalistas y vitalistas (Victor Cousin y Henry Bergson están presentes en su reflexiones).

La mujer guaraní

     Ignacio A. Pane, plantea (a veces en un sentido algo poético), que la mujer guaraní es el cimiento de la nación paraguaya (entiéndase, de su cultura y de su sociedad). Pero aquí otra vez cabe preguntar si Pane no cae en una especie de mitificación de lo guaraní en lo paraguayo, así como también se puede dar el caso inverso, la mitificación de lo español en lo paraguayo (por ejemplo los planteamientos de los esposos Service). En sus escritos aún palpita aquel aliento del mito del noble salvaje (popularizado por Rousseau), por supuesto, cambiado aquí a “la noble salvaje”.


(Extracto de “Robert León Helman. En pos del pensamiento inútil. Ensayo sobre la historia de las ideas en el Paraguay”).

 

jueves, 8 de octubre de 2020

DONDE VER MORIR A DIOS

 Que nos queda tras el paso macabro, de un cosmos moderno de sí mismo hastiado…

Tal vez un ranchito en el fondo del mundo, donde descansar, donde ver morir…

A Dios…

Que nos queda si la verdad se ha marchado, si el significado se ha podrido…

Tal vez una vieja ciencia alegre y fecunda, donde descansar, donde ver morir…

A Dios…

(2000)

 

Comentarios:

     La muerte de Dios a la que se alude indudablemente tiene que ver con el anuncio  de Nietzsche, con el decaimiento de los valores e ideales que en tiempos pasados guiaban a la humanidad[1]. Esto se ha hecho una tendencia constante con el avance de la racionalidad formal, que penetra incluso en los ámbitos de la cotidianeidad (expresión de aquello que Habermas llamaría la “colonización del mundo de la vida”).

     ¿Qué nos queda entonces? ¿Después de todo este desmoronamiento? ¿Después de esta crisis de los fundamentos?

    

     Nos queda quizá “un ranchito en el fondo del mundo”. El rancho es un signo de la identidad del paraguayo, pero nosotros también le hemos dado un sentido simbólico en nuestras composiciones musicales. El rancho simboliza a la nada, mientras que el entorno de campos, bosques y caminos de arena es la expresión de las Ideas o Arquetipos. A la conjunción de la nada y las Ideas la hemos llamado experiencia estética.

     En el rancho descansaremos de tanta lucha encarnizada por perseguir los valores urbanos de dinero y figuración social, que no son sino la limosna de la vida, y que al perseguirlos con tanto afán no nos revelan sino nuestra pobreza interior.

     Nos queda también una “vieja ciencia alegre y fecunda” que no es más que el platonismo reformulado en sentido estético, pues en medio de una experiencia estética se nos muestran, como ya dijimos, Ideas o Arquetipos. Un platonismo que pervive a pesar de Nietzsche y alentado por Schopenhauer, un platonismo que ha asumido ya la crisis de los fundamentos celebrada por el pensamiento postmoderno.

 



[1] Cfr. Reale-Antíseri. Historia de la filosofía, T. 6. 2010, p. 23-24; Navarro-Calvo. Historia de la filosofía. 1992, p. 404.




Enlace al video:

https://www.youtube.com/watch?v=3820QUTO1KU&feature=youtu.be