martes, 18 de agosto de 2020

A CIENTO OCHENTA AÑOS DE LA MUERTE DE JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA (1766-1840)

 

     Político y pensador paraguayo. Hombre formado en la universidad de Córdoba, en donde se encontró con las líneas  de la  filosofía escolástica (Tomás de Aquino, Escoto, Suárez), a la par que con las críticas de sus mentores a los filósofos de la ilustración (Locke, Rousseau, Voltaire y otros), calificados amablemente como “libertinos”. Indudablemente Francia prefirió seguir a los segundos antes que a los primeros en medio de su destacado rol como forjador de la independencia paraguaya.

     Alimentó sus ideas políticas en especial con las obras de Jean Jaques Rousseau y  con la de los pensadores romanos. Raúl Amaral apuntó que en la junta de Mayo, donde Francia tenía la mayor influencia, se acordó en “incentivar el conocimiento de Locke y de Rousseau (el del Emilio)”[1].

     Es posible adivinar su lectura del “Emilio”, en su intento de   formar al “Paraguay niño” en contacto cercano con la naturaleza y aislado del contacto con sus vecinos. Por supuesto, el filosófico tutor rousssoniano no podía estar representado más que por él.

     Siguiendo con este aire de romanticismo, Thomas Carlyle vio en el Dr. Francia una especie de genio político (un “héroe”), que a través de una visión espiritual pudo concebir la Idea de una Nación.  

     Y el mismo Augusto Roa Bastos terminó alimentando la figura mítica del Dr. Francia, describiéndolo a veces como un “espíritu” que podía aparecerse en el presente para interpretar audazmente el pasado.

     La fascinación por la aventura francista se extendió también en las últimas décadas al campo de pensadores socialistas americanos como Richard Alan White, Guerra Villaboy o García Mellid.

El aislamiento y el orden

       El pensamiento de Francia giraba en torno a la existencia de una Ley natural, lo que se refleja en su siguiente escrito de Septiembre de 1811:

“La libertad, ni cosa alguna puede subsistir sin orden, sin reglas, sin una unidad y sin concierto; pues aun las criaturas inanimadas nos predican la exactitud. En toda sociedad debe precisamente haber una jerarquía, en que cada uno se contenga sin salir de la esfera y facultades que le señalen sus puestos y el lugar a que está destinado”[2]

     ¿Por qué Francia optó por aislar al país? Sin lugar a dudas Francia poseía ideas revolucionarias, pero no radicales. Luego de la revolución le interesaba antes que nada el “orden”, y para conseguir esto nada mejor que el encierro, el encarcelamiento. Para comprender esto podemos valernos de las ideas de Michel Foucault, quien escribió sobre una sociedad disciplinaria que tenía como modelo a la prisión.

     Cecilio Báez veía en el gobierno de Francia la imagen de un mundo oscurantista, pero quizá el dictador estaba llevando adelante, es cierto, todavía en medio de una sociedad rural, la imagen descarnada de una modernidad que ha hecho del control social uno de los principales ejes de su desarrollo.

     Pero ¿cómo puede entenderse que por una parte Francia pretendía retornar al estado de naturaleza y por otra quería hacer cumplir un rígido e implícito “contrato social”?  Estas ideas difíciles de articular formaban parte de las mismas contradicciones que poseía su mentor intelectual, Rousseau, siempre errando entre las reflexiones de “Emilio” y el “Contrato social”.

(Extracto de “Robert León Helman. En pos del pensamiento inútil. Ensayo sobre la historia de las ideas en el Paraguay”)

 



[1] Raúl Amaral. La filosofía en el Paraguay. 2010, p. 121.

[2] Citado en “Efraim Cardozo. Apuntes de historia cultural del Paraguay. 1985, p. 207.

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