Político y pensador paraguayo. Hombre formado en la universidad de
Córdoba, en donde se encontró con las líneas de la
filosofía escolástica (Tomás de Aquino, Escoto, Suárez), a la par que
con las críticas de sus mentores a los filósofos de la ilustración (Locke, Rousseau,
Voltaire y otros), calificados amablemente como “libertinos”. Indudablemente
Francia prefirió seguir a los segundos antes que a los primeros en medio de su
destacado rol como forjador de la independencia paraguaya.
Alimentó sus ideas políticas en especial con las obras de Jean Jaques
Rousseau y con la de los pensadores
romanos. Raúl Amaral apuntó que en la junta de Mayo, donde Francia tenía la
mayor influencia, se acordó en “incentivar el conocimiento de Locke y de
Rousseau (el del Emilio)”[1].
Es posible adivinar su lectura del “Emilio”, en su intento de formar
al “Paraguay niño” en contacto cercano con la naturaleza y aislado del contacto
con sus vecinos. Por supuesto, el filosófico tutor rousssoniano no podía estar
representado más que por él.
Siguiendo con este aire de romanticismo, Thomas Carlyle vio en el Dr.
Francia una especie de genio político (un “héroe”), que a través de una visión
espiritual pudo concebir la Idea de una Nación.
Y el mismo Augusto Roa Bastos terminó alimentando la figura mítica del
Dr. Francia, describiéndolo a veces como un “espíritu” que podía aparecerse en el
presente para interpretar audazmente el pasado.
La fascinación por la aventura francista se extendió también en las
últimas décadas al campo de pensadores socialistas americanos como Richard Alan
White, Guerra Villaboy o García Mellid.
El
aislamiento y el orden
El pensamiento de Francia
giraba en torno a la existencia de una Ley natural, lo que se refleja en su
siguiente escrito de Septiembre de 1811:
“La libertad, ni cosa alguna puede subsistir sin orden,
sin reglas, sin una unidad y sin concierto; pues aun las criaturas inanimadas
nos predican la exactitud. En toda sociedad debe precisamente haber una
jerarquía, en que cada uno se contenga sin salir de la esfera y facultades que
le señalen sus puestos y el lugar a que está destinado”[2]
¿Por qué Francia optó por aislar al país? Sin lugar a dudas Francia
poseía ideas revolucionarias, pero no radicales. Luego de la revolución le
interesaba antes que nada el “orden”, y para conseguir esto nada mejor que el
encierro, el encarcelamiento. Para comprender esto podemos valernos de las
ideas de Michel Foucault, quien escribió sobre una sociedad disciplinaria que
tenía como modelo a la prisión.
Cecilio Báez veía en el gobierno de Francia la imagen de un mundo
oscurantista, pero quizá el dictador estaba llevando adelante, es cierto,
todavía en medio de una sociedad rural, la imagen descarnada de una modernidad
que ha hecho del control social uno de los principales ejes de su desarrollo.
Pero ¿cómo puede entenderse que por una parte Francia pretendía retornar
al estado de naturaleza y por otra quería hacer cumplir un rígido e implícito
“contrato social”? Estas ideas difíciles
de articular formaban parte de las mismas contradicciones que poseía su mentor
intelectual, Rousseau, siempre errando entre las reflexiones de “Emilio” y el
“Contrato social”.
(Extracto de “Robert León Helman. En
pos del pensamiento inútil. Ensayo sobre la historia de las ideas en el
Paraguay”)
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