martes, 28 de julio de 2020

COCOTERO


Cocotero, que hablas en el camino hecho oración…
Estoico y sereno, revelas el tenue canto de una emoción…
Larga cabellera, estirada al viento, adornando el rancho, el kokue y el cielo…
Y hecho de silencios, lejanía y calma, cocotero hermano, te llevo en el alma…
Cocotero, que pueblas nuestros paisajes con humildad…
Sublime y austero, entregas divinos dones al Paraguay…
(2011)

Comentarios:
     “Cocotero, que hablas en el camino hecho oración…” Dentro de una concepción de tipo religiosa, la oración es el medio para entrar en contacto con seres sobrenaturales, en una actitud de humildad; pero en un contexto preferentemente estético, la oración hecha ya canción es un medio para alcanzar una experiencia estética. ¿Qué es más sencillo que la oración o la meditación? Es prácticamente como no hacer nada, y al no hacer nada, al no querer nada, brota como un regalo la contemplación estética.
     “Estoico y sereno, revelas el tenue canto de una emoción…” Entonces, la canción que evoca la Idea o el Arquetipo del cocotero, produce en el oyente o contemplador un goce de tipo estético que nos libera momentáneamente de los lastres espirituales de la cotidianeidad. Una contemplación que se asocia con un estado de ánimo sereno, calmo, desapegado de los innumerables problemas del día a día, al modo de un estoico que se entrega plenamente al destino.
     “Larga cabellera, estirada al viento, adornando el rancho, el kokue y el cielo…”. Aquí se siguen provocando imágenes, utilizando la comparación de las hojas del cocotero con una larga cabellera que se conmueve en el aire con el paso del viento, y que nos ayuda a proyectar la imaginación hacia esos paisajes agrarios que en su visión confortan nuestro espíritu.
      “Y hecho de silencios, lejanía y calma, cocotero hermano, te llevo en el alma…”. La personificación del cocotero se acrecienta, al pasar a ser un símbolo de nobleza espiritual y de entereza frente a los exigentes avatares del tiempo. “Te llevo en el alma”, con esta metáfora se expresa una íntima unidad con la vida natural, el árbol se humaniza y el hombre recupera su pureza originaria (simbolizada por el paraíso celestial).
     “Cocotero, que pueblas nuestros paisajes con humildad…”
    Estos árboles pueblan casi todas las zonas rurales del interior del Paraguay, dándole un sentido espiritual, que precisamente en esta canción tratamos de expresar. En Diciembre, la flor de coco adorna y perfuma a los tradicionales pesebres de navidad, asociándose con los símbolos de la esperanza y la salvación. Así, toparse con un cocotero puede ser la oportunidad para serenarse y reflexionar, y acaso para esperar ese intenso gozo que puede brotar desde la calma contemplación de su humilde figura y de su cabellera al viento.
     “Sublime y austero, entregas divinos dones al Paraguay…”
     Lo sublime es lo excelso, lo puro, lo que está más allá de las posibilidades de los cálculos y las racionalizaciones, es el reflejo de una experiencia estética. Y esto se da en la contemplación del cocotero a la par que ese aire de austeridad y de fortaleza, que puede conmover y enseñar a aquel que lo observa con detenimiento. 
     Es el símbolo el que hay dilucidar, ese símbolo que nos enlaza con aquello que hemos llamado “Idea del Paraguay”. Y precisamente, ese es el don o regalo que nos ofrece el cocotero en su contemplación, la posibilidad de conectarnos con todos los símbolos que pueblan nuestros campos, bosques, ciudades, culturas e historias.

Interpretación metafísica
     La frase “Cocotero, hablas en el camino hecho oración” simboliza a los caminos que nos llevan a la angustia, que es la llave  a la Nada (el rancho) y a las Ideas (el entorno natural propio de las zonas agrarias). Estos caminos son las situaciones límites y los estado de ánimo extremos.
     Se escribe: “Cocotero hermano te llevo en el alma”, es decir, todas las virtudes y gracias asociadas con este árbol son las del alma misma que se orienta hacia la Nada. Y a la par que Nada se muestra el ente en su totalidad como Ideas o Arquetipos, que se constituyen en el objeto de la experiencia estética.
     Se dice en otra parte: “adornando al rancho”, y éste en nuestras canciones simboliza a la Nada, de modo que podemos decir que este atavío que le presta a la Nada son las Ideas.
     “Estoico y sereno, revelas el tenue canto de una emoción”. La angustia es fuente de inquietud, mas, luego de que las Ideas se muestren quedan como resonando en la memoria como una bella sinfonía que acabamos de escuchar.

 (Extracto de “Robert León Helman. Vivir, cantar y morir. Letras y comentarios a composiciones musicales”)


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