jueves, 23 de julio de 2020

A TREINTA AÑOS DE LA MUERTE DE LAUREANO PELAYO GARCÍA (1926-1990)


     Fue un filósofo paraguayo. Muy identificado con Max Scheller y su antropología filosófica. Puede catalogarse a Pelayo como un pensador espiritualista. Doctor en Filosofía por la Universidad Central de Madrid. En 1957 publica “Contorno del hombre”; en 1959, “La indolencia del pensamiento”; en 1962 “Filosofía y Cultura”; en 1978 “Sobre la creación artística: concepto y artesanía”.  Su tesis doctoral lleva como título “Las ideas estéticas de Esteban Arteaga. Contribución de Arteaga al nacimiento de la estética en España” (1955).
     En la dedicatoria  a su obra más conocida “Filosofía y Cultura”, alude a Secundino Núñez como a un mentor, dato que nos puede ayudar a diferenciar ciertas relaciones maestro-discípulo entre los integrantes de lo que podemos llamar la generación de oro de la filosofía académica paraguaya.
     Es notable, ya en la primera página del prólogo a su obra “Filosofía y Cultura” la influencia de Ortega y Gasset. Considera al hombre como “escultor de su propia personalidad”[1], que se da “a condición (…) de que transforme su núcleo de posibilidades[2] en hechos”[3].

    Esta obra puede ser comparada dentro de la historia de la filosofía paraguaya con el libro de Pedro Chinaglia “La filosofía a través de los siglos”, también elaborada como un manual de enseñanza.
     Laureano no aborda tantos autores como Chinaglia, pero propone una segunda parte con los problemas fundamentales de la filosofía[4].
    Laureano aborda al positivismo y de manera específica a Augusto Comte. Chinaglia omite el estudio del positivismo, algo que nos parece curioso, considerando la importancia de estudiar a una corriente de pensamiento que ha tenido una importante influencia en el Paraguay y en Latinoamérica. En contrapartida Chinaglia estudia a Marx (virtudes y defectos), un filósofo al que alude Laureano cuando aborda en los problemas del hombre y de Dios.
    Laureano escribe sobre generalidades del existencialismo y luego aborda ideas de Karl Jaspers. Chinaglia presenta estudios de Heidegger, Sartre y Marcel.

      Laureano le dio un espacio a Schopenhauer (que junto a Kierkegaard son calificados y estudiados como las raíces del existencialismo) y a Nietzsche, frente a la ausencia de estos autores en el libro de Chinaglia. El filósofo ítalo-paraguayo si concuerda con Laureano en la atención puesta en Kierkegaard.
     De todas maneras, pareciera que Laureano ve como distintivo principal de estos pensadores el de ser caminos hacia el existencialismo, corriente a la que destaca por la popularidad ganada en el mundo occidental.
    En efecto, podemos ver en Sartre, por ejemplo, ideas que son un reflejo de otras de Schopenhauer, como la idea de lo absurdo de la vida o como la intensión del hombre de hacer que su “ser para sí” se haga un “ser en sí” (Para Schopenhauer, hacer que la voluntad particularizada adquiera la plenitud de la voluntad como esencia del mundo).
     A Nietzsche lo presenta como “un discípulo ferviente de la actitud espiritual de estos filósofos anteriores”[5], refiriéndose a Schopenhauer y Kierkegaard.
     Laureano difunde la tergiversación del pensamiento nietzscheano cuando escribe: “La vida es el valor supremo y todo lo que tienda a robustecer la voluntad de poder es bueno y verdadero (Esta es la raíz más fuerte del futuro nacionalsocialismo alemán, con su criterio de la raza aria superior)”[6].
     La obra en su conjunto constituye un valioso aporte que ha contribuido al crecimiento de las inquietudes filosóficas en nuestro país.

(Extracto de “Robert León Helman. En pos del pensamiento inútil. Ensayo sobre la historia de las ideas en el Paraguay”)



[1] Laureano Pelayo García. Filosofía y Cultura. 1985, p. 24.
[2] La temática del hombre como un “haz de posibilidades” también está presente en Adriano Irala Burgos y en Fernando Tellechea.
[3] Laureano Pelayo García. Filosofía y Cultura. 1985, p. 24.
[4]     En lo que hace a recursos didácticos, Laureano utiliza negritas para resaltar las ideas más importantes; también, en los primeros estudios de autores de la historia de la filosofía, les adhiere algún fragmento del filósofo estudiada para enriquecer la comprensión y ejercitar la interpretación.

[5] Ibíd., p. 223.
[6] Ibídem., p. 223-224.

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