Siempre que uno se encuentre con una situación compleja, en donde la
mera intuición no sea suficiente debido a que se han impuesto pautas o
criterios que obligan al individuo o al grupo a considerarlas, uno puede tener
dos opciones: o mandar al diablo las pautas y buscar el camino revelado por la
intuición (tenemos como ejemplo de esto al estereotipo del artista romántico) o
simplemente estudiar tales pautas, no sintiéndose uno esclavo de ellas, sino
tratando de aprovecharlas para que las acciones, pensamientos y aquellas mismas
intuiciones alcancen un canal que las potencien en sus expresiones.
Pasar las materias y elaborar la tesina correspondiente a una carrera es
un largo camino para un estudiante universitario, camino que en numerosas
ocasiones no es bien abordado debido a temores[1] o
prejuicios que se relacionan con una falta de conocimiento de unos métodos
adecuados para llegar a los resultados esperados.
La relación que hemos
establecido en el título del ensayo, entre estudiar y hacer una tesina, se
explica en el hecho de que un buen
estudiante responderá generalmente con una buena tesina, por lo cual pensamos que no se podría dar una cosa
sin la otra.
De todas maneras, creemos que el ideal de una
carrera de filosofía (porque nos centramos en un trabajo para esta disciplina) es
que el estudiante aprenda a pensar,
que podemos decir es como la rama de una planta, que tiene a la escritura y al diálogo como los frutos maduros, a la lectura como su tronco y a la
intuición como a sus profundas raíces.
En relación con esta última facultad, la intuición, debemos decir que el
estudio a su vez se articula con aquello que hemos llamado el cultivo del espíritu[2],
que proporciona una sensibilidad que puede tomar los causes de las situaciones
límites o los estados de ánimo extremos, para llegar finalmente al estado de
ánimo de la angustia[3],
en medio de una experiencia estética
radical.
Si la intuición está presente en medio de la actividad intelectual, ésta
se da también como vivencia, y no como una mera repetición de pensamientos
muertos de autoridades muertas, es una actualización de textos, o, utilizando
los términos de Gadamer, una “fusión de horizontes”.
Podemos preguntarnos: ¿Qué es estudiar[4]?
Es esforzarse por comprender o aprender. Entonces, el estudio implica un
esfuerzo, es decir, tiene que ver con la superación de obstáculos, que de
manera particular se relaciona con la cotidianeidad, fuente de distracciones y
de deseos interminables.
Por ello, estudiar se asocia estrechamente con lo que hemos llamado
auto-trabajo (un capítulo principal de la auto-ética), porque el estudio
también puede ser un proceso consiente en busca de la formación de la
subjetividad desde lo trascendente[5].
En gran medida, el estudio se convierte en goce estético cuando cada
pensamiento se articula con una totalidad
teórica, y hasta práctica, que en última instancia desemboca en la nada.
En la tercera parte de este ensayo hemos condensado reflexiones sobre la
filosofía, la universidad y la educación, pues comprender cuál es el rol de la filosofía en medio de la sociedad y la cultura, puede alimentar al panorama intelectual del estudiante de esta disciplina, lo que
puede contribuir a encontrar en el desarrollo del trabajo de tesina conexiones
con el mundo de hoy.
Análisis
fenomenológico de la asistencia a la universidad
Para asistir a una universidad uno necesita terminar los estudios
secundarios; con ese requisito principal cumplido uno se acerca a la secretaría
de la universidad, sigue los pasos burocráticos y está inscripto como alumno de
una de las carreras ofrecidas en la institución.
La edificación de una universidad consiste
básicamente en un conjunto de aulas pegadas unas a otras, generalmente
agrupadas en pabellones; puede estar diseñada de tal manera que todos los
pasillos de los pabellones desemboquen en un
jardín, o simplemente a un patio ya sea con árboles o sin ellos. Tal vez
este tipo de diseño responda a la idea de recrear o relajar la mente durante
los breves intervalos de receso. Por supuesto, puede darse el caso de que al salir de
un aula o de un pabellón uno se encuentre con más aulas, lo que nos daría una
imagen carcelaria de las instalaciones educativas.
Dentro de las aulas, el alumno se sienta en las sillas distribuidas
generalmente en hileras separadas por pequeños pasillos; todas ellas se ubican
en dirección al frente del aula, en donde se encuentra el escritorio del
profesor, su silla y un enorme pizarrón.
Al entrar el profesor generalmente saluda, y le responden algunos de los
alumnos presentes, luego dependiendo de la situación gasta alguna broma, o hace
algún comentario político, meteorológico o deportivo, o bien pregunta por la
última lección desarrollada, para luego pasar a dar la clase del día.
[1] Al repetirse
constantemente la emoción del miedo se puede llegar a un estado de estrés, que
enturbia a la mente y dificulta el desenvolvimiento de las ideas y el encuentro
con espacios de intuición.
[3] Es
necesario no identificar la angustia como un estado anímico negativo, como el
miedo o la ansiedad, sino como lo que permite ver al mundo como por primera
vez, aquí y ahora. Por ello, con la angustia pueden conectarse tanto el asombro
como la serenidad.
[4] Del latín studium, que significa aplicación, cuidado. Vemos que este
significado es similar al de cultura, que también significa cuidado, o cultivo.
[5] Decía
Aristóteles: “Sumidos en el asombro comienzan los hombres a filosofar”(Metafísica
I), lo que nos da a entender que el estudio y el pensamiento no es una
actividad apartada de hondos sentimientos, y aun de pasiones intensas.
ÍNDICE
Introducción…………………………………………………………7
1.
Como estudiar en la universidad…………………………...…11
2.
Como elaborar una tesina de filosofía………………………...18
3.
Sobre la filosofía y la universidad…………………………….29
3.1.
Generalidades…………………………………………………29
3.2.
Sobre la educación………………………………………...….31
Conclusión………………………………………………………….32
Enlace al libro completo:
https://drive.google.com/file/d/1QjkG2WgZuln7p80Xy6j-N6ua-IAsU7dt/view?usp=sharing
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