Conocer, valorar y reflexionar sobre nuestra cultura, sea nacional, o
regional (como tratamos de hacerlo en el presente ensayo), no es una mera cuestión
de romanticismos baratos o la simple expresión de banales pensamientos ociosos,
puede constituir una aventura que nos ayude a tratar de afianzar y reconstruir
constantemente nuestra propia identidad, sea ésta individual o social. Nos
referimos a una identidad como juego, como apertura a la creatividad, en el marco
de un pensamiento debilitado; pero también una identidad que puede contribuir a
para lograr una convivencia tolerable en medio de un mundo globalizado que
quiere arrastrar a todo hacia la uniformización.
Muchas veces se piensa que el
estado debería hacerse cargo de afianzar la identidad nacional y regional, sea
a través de la educación, del turismo, de las campañas por medios masivos de
comunicación, etc, pero la necesidad de construir una identidad, no es una
cuestión solamente macro social o macro cultural, es también una ocupación
individual y grupal, que necesita hacerse auto-consciente, como la fuente de un
gozo que nos invite a repensar constantemente a nuestra cultura y a recrear
nuestra propia vida. Tal identidad no
puede estar sino en movimiento y siembre sobre la base metafísica de la Nada,
para así evitar la caída en esencialismos innecesarios o en fanatismos
anticuados.
Y persiguiendo tales inquietudes el presente ensayo puede encontrar
alguna justificación, que ciertamente no es sencillo plasmarla conscientemente,
porque antes que nada tiene motivaciones estéticas y aun lúdicas; pero ¿por qué
no intentarlo? ¿por qué no tratar de extender sus alcances, aunque sea como un
granito de arena, hacia objetivos nacionales y regionales? No nos cuesta nada,
hagámoslo entonces…
A muchos nos gusta caminar por la historia, por el pensamiento y el
arte, es lo que sucede cuando los espacios geográficos se llenan de sentido
estético, una vez que se desprenden de ellos las imágenes de las vidas de los
hombres que por ellos han trajinado tanto en el sufrimiento como en la dicha (y
eso es lo que destila el arte de estos hombres).
Y caminar por Villarrica es así, es descubrir un inagotable tesoro
espiritual que nunca termina de asombrarnos. Recordemos aquí unas bellas
imágenes que nos pinta Artemio Franco Preda cuando se refiere a los parajes
guaireños:
“El
aire de transparencias indefinibles, que avizora a la más recatada intimidad
del paisaje, nos invita a reconcentrarnos, sobre todo al agonizar la tarde,
cuando los débiles rayos del sol, dan la nota de melancolía a los campos”[1].
Para la formación de este ensayo, de nuevo hemos apelado a nuestro
modelo organicista, desplegado en estadios de niñez, juventud, madurez y vejez.
De esta manera, hemos conectado a nuestras reflexiones con las mismas analogías
hechas cuando nos ocupamos de la historia cultural del Paraguay[2].
Hablando metafóricamente, podemos decir que así como cuando en una pequeña laguna
arrojamos una piedra, quebrando el cristal líquido en ondas concéntricas,
lanzando inmediatamente otra, veremos cómo estos flujos de ondas no se estorban
ni distorsionan, van y vuelven casi armónicamente, creando una danza elemental
y llamativa; y así también, la cultura paraguaya y la cultura guaireña se inter
fecundan, repitiendo cada una de ellas el movimiento espiritual de la otra, tal
como la magnífica danza acuática que hemos imaginado.
Índice:
0. Introducción………………………………………………………7
1. Elementos de la hermenéutica de la cultura guaireña……....10
2. Despliegue de la Idea del Guairá……………………………...11
2.1. Niñez de la cultura guaireña………………………………...12
2.2. Juventud de la cultura guaireña…………………………….15
2.3. Adultez de la cultura guaireña……………………………...22
2.4. Vejez de la cultura guaireña………………………………....35
Apéndice 1: Dedicatoria…………………………………………..40
Apéndice 2: El círculo cultural Interiora Terrae……………….41
Vocabulario………………………………………………………...43
Bibliografía…………………………………………………………44
Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/1GmSvhsswwwD5osRcdxmbgdDZleYTvG9n/view?usp=sharing
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