Siempre nos ha llamado la atención el pensamiento socialista, de una
manera particular porque constituye la contracara del pensamiento conservador (o
ajustando términos, del liberal) dentro de la historia de las ideas políticas.
Y básicamente, en el contexto de una democracia, o se tiene una mayor
inclinación hacia el orden o hacia el cambio radical. De estas dos actitudes se
desprenden las principales diferenciaciones entre el socialismo y el
conservadurismo, siendo el liberalismo radical, con este criterio, más cercano
al socialismo que al conservadurismo.
Siguiendo con nuestro modelo investigación organicista, separaremos el
tema de nuestra investigación en cuatro edades: niñez, juventud, madurez y
vejez, en las cuales ubicaremos contenidos históricos que revelan diferencias
que se asocian con los caracteres de cada una de estas etapas de la vida.
Ciertamente las grandes ideologías, como es el caso del socialismo, han
entrado en un periodo de descreimiento, luego de los numerosos desengaños que dejaron
a su paso a lo largo del siglo XX; no obstante, ellas aun pueden despertar un
sentido estético[1],
aun en sus posturas más extremas, antes que nada para el goce del espíritu, y
en segundo lugar, como un producto
residual, su estudio puede conducir a una postura crítica, en especial en lo
que hace en una dimensión ya política.
Muchas veces se plantea la estrecha relación entre los términos
socialismo, comunismo y anarquismo, lo que en ocasiones produce también
confusiones. Entonces, para mejorar nuestro panorama teórico, aquí trataremos
de caracterizar a cada uno de estos términos.
El comunismo en líneas generales se relaciona con un estadio utópico en
el cual todos los hombres disfrutarán de una libertad e igualdad plenas, en
donde no será ya necesaria la participación del estado, ya que el hombre
recuperará su bondad natural. Una vez planteado esto, las divergencias surgen
cuando se consideran los posibles caminos para llegar al comunismo.
El anarquista dirá que es necesario destruir toda norma o ley, en
cualquier ámbito de la sociedad o la cultura, que aprisionan a la natural
bondad del ser humano. En tal sentido, apuestan a un enfoque destructivo antes
que organizador de las masas.
Y en efecto, es el socialismo la ideología que plantea la necesidad de
organizar a las masas sociales en orden a encaminarlas hacia el logro del
comunismo. Pero dentro del socialismo a su vez existen divergencias, ya que por
una parte los marxistas insisten en que es necesaria una revolución social que
transforme radicalmente los modos de producción, manteniendo no obstante un
estado dictatorial dirigido por el proletariado; por otra parte, la social
democracia, sostiene que se puede llegar al comunismo a través de reformas
sucesivas, desde una pugna democrática con otras visiones ideológicas.
Sin embargo, muchas veces estos términos se usan de distintas maneras,
por ejemplo, a los socialistas revolucionarios, también llamados marxistas, se
los suele llamar comunistas; o en otros casos, cuando se habla de socialismo se
incluye también a los anarquistas, lo que sucede también con nosotros, que
abordamos al anarquismo dentro de lo que llamamos el periodo juvenil del
pensamiento socialista.
De todas maneras, cuando sea pertinente, trataremos de adaptar los
términos al contexto de las ideas que estemos desarrollando.
[1] Cfr.
R.L.H. En torno a un mundo gris. Ensayo de filosofía social. Interiora terrae,
Asunción, 2013, p. 26.
https://drive.google.com/file/d/1Dg6hFv6dsgz1MsnztZl1vjuu3ehEvH9C/view?usp=sharing
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