El Paraguay pasó de ser en sus orígenes una
sociedad agraria, a ser ya en nuestros tiempos otra preponderantemente urbana,
situación que viene aparejada con una transformación de la visión de mundo del
paraguayo, que sin dejar de ser un hombre de costumbres agrarias, comienza a
pensar y a sentir como urbano[1].
Pero no queremos olvidar, que si acaso
queremos mantener nuestra identidad como paraguayos, es necesario volver a
nuestras raíces agrarias, no precisamente a través de una forma de retroceso
tecnológico hacia una sociedad rural, sino a partir de la conservación y la
reflexión de los valores que han conformado a la nación paraguaya y que en
tiempos de desarrollo urbano deben ser constantemente recreados y reasumidos.
Lo que en este ensayo trataremos de hacer es
un esbozo de los escenarios de esta transformación espiritual que se viene
gestando desde los mismos inicios de la historia paraguaya, hasta los críticos
momentos que hoy nos toca experimentar.
La modernidad constituyó en occidente todo
un proceso de crisis que significó, el paso de una sociedad eminentemente
agraria a otra de tipo urbana. Uno de los principales factores que intensificó
esta transformación fue el desarrollo industrial.
En el Paraguay la modernidad tuvo sus
propias peculiaridades, fue parcial, conservadora y tardía. Y vino asociada con
características propias, por ejemplo, la masiva migración de los campos hacia
las ciudades no se canalizó mayoritariamente hacia el sector industrial, sino
hacia el sector terciario (comercio y servicios) pero de un tipo informal y
precario.
En las ciudades a grandes rasgos se deja de confiar ya en la divinidad,
en los santos y en los milagros, para apostar por la acción transformadora del
hombre, que a través de la racionalidad puede llegar al desarrollo de sus
sociedades y culturas.
Pero ciertamente, en el Paraguay no se da un quiebre radical entre
visión tradicional y visión moderna del mundo, antes bien, la cultural agraria
pervive en las ciudades (por ejemplo el guaraní sigue siendo usado en algunos ámbitos
urbanos) mientras la cultura moderna penetra los espacios rurales, en
particular a través de los medios de comunicación, la migración, y aun por procesos educativos.
[1] Se han dado
varias denominaciones a este pasaje de lo rural a lo urbano, por ejemplo, José
N. Morínigo habla de sociedades de “desarrollo dual”, Luis Galeano habla de
“sociedad dislocada” y Vicente Sarubbi
Zaldivar apunta a la coexistencia de tres formas de sociedad (segmentaria,
estratificada y diferenciada) basándose en ideas de Niklas Luhmann.
https://drive.google.com/file/d/1WACa09hK8t73psKvDNTV10J95G_2pNNO/view?usp=sharing
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