INTRODUCCION[1]
La vida humana, ésta que desde hace ya miles
de años desarrolla una aventura tanto sublime como trágica (y porque no
decirlo, también cómica), posee, podemos decirlo, tres dimensiones
fundamentales: la de ser en el mundo, ser con los demás y ser con uno mismo. Y
desde estas aristas de su mundo el hombre ha creado herramientas, mitos,
leyendas, rituales, sociedades, culturas, guerras, catástrofes, declaraciones
de paz y solidaridades…Y así, lo paradójico y complejo de esta extraña y
sorprende criatura que llamamos ser humano, es lo que nos invita (y hasta a
veces nos obliga) a pensar en esta “nuestra” vida…
Nuestra vida, porque todos los desafíos que
ahora inquietan a la humanidad (degradación ambiental, guerras, pobreza o
desintegración espiritual del individuo) son nuestros y no sólo, como a veces
parece, de unos excéntricos rumiadores de libros o de unos escandalizados
líderes sociales.
Desde hace siglos el hombre viene escarbando
su suelo, buscando el fundamento último de aquello que hace y conoce. Y lo que
no deja de asombrarnos es que en ocasiones podemos saber que estamos parados
sobre nada, una nada sobre la que se eleva lo maravilloso del conocimiento estético.
La autorrealización no es sino el camino de
encuentro con el propio destino (tal destino florece en la contemplación
estética). El destino es un llamado, una invitación a recorrer un camino
trazado por las revelaciones de la intuición. El destino une, religa, a uno
mismo con sí mismo, con los demás y con el planeta tierra. Por ello, el proceso
de autorrealización se despliega desde una ética y una estética. Una ética que
busca y explica la religación, y una estética que busca y explica las
conciencia del debilitamiento del sujeto cognoscente y el objeto conocido.
Por motivos como estos, el pensar puede
dejar de ser una esforzada y hasta odiosa actividad para pasar materias de
estudio o para aspirar a un mísero aumento de sueldo; el pensar puede hacerse
ya, como diría Ortega, un “afán de mi vida”, y desde ese momento estar
comprometido y vivido con lo que uno fue, es y puede ser, como individuo, como
componente de la especie y como integrante de un mundo socio-cultural.
Nos posee un ánimo filosófico, y en tal
sentido podemos afirmar que una investigación filosófica no necesariamente se
reduce a monografías, tesis de licenciaturas o doctorales, también puede tomar
la inocente forma de un aforismo, o de un simple párrafo que relaciona
atrevidamente dos líneas de pensamiento.
En
fin, sin pretensiones dogmáticas, la obra simplemente puede ser una oportunidad
para continuar con la aventura filosófica, que continuamente nos devuelve la
humildad del principiante del saber.
Enlace al libro completo:
[1] Los siguientes escritos han aparecido a lo
largo del año 2006, y formaron parte originalmente del libro “Entre las ruinas
del ser”, publicado en el 2008. Los comentarios han sido añadidos en el año
2011 y 2013 (señalados con uno y tres asteriscos respectivamente). Nos hemos
propuesto agruparlos de acuerdo a las que consideramos dimensiones fundamentales
del hombre, la de ser con uno mismo, ser
con los demás y ser en el mundo.
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