viernes, 21 de octubre de 2016

COMENTARIOS A GRITO AGRESTE


GRITO AGRESTE (Letra y música: Robert León Helman)

Grito agreste traspasa el mandiocal, llevando las penas de este sueño campestre…

Si pudieras tocar este mal, te cantaría como canto al campo…

Vos andante entre caminos de arena, son al viento que traspasa la siembra…

Bien conoces la triste canción, de los que hablan en el alma del campo…

Si pudieras besar la oración, te ofrecería mi guitarra y mi canto…

Vos andante entre caminos de arena, son al viento que traspasa la siembra…



Comentarios:

   ¿Cómo interpretar este “grito” que parte del mundo agrario? ¿Es acaso de desesperación, de alegría o de angustia? Podría partir  desde cualquiera de estos estados anímicos, pero aquello que viene más a propósito de la elaboración de una obra artística quizá sea la angustia, pues ella abre a la nada sobre la que nos paramos y sobre la cual se erige a su vez un mundo pletórico de símbolos (como arquetipos o Ideas).

   “Llevando las penas de este sueño campestre”. Pero ¿en dónde residen las penas del mundo agrario paraguayo? Se podría plantear que en dos factores principales: por un lado la pobreza divisada en distintos ámbitos (en términos de capital económico, cultural, social o simbólico), una pobreza que sin embargo muestra su cara de sencillez en el modo y en los ritmos de la vida diaria, hasta podría decirse que estas carencias contribuyen a templar el carácter de los arandu ka’aty (sabios del bosque) que aún podemos encontrar cuando nos adentramos en las compañías agrarias de nuestro país.

   El otro factor que podría producirnos aquella pena espiritual que nos mueve a tomar una postura estética, es la creciente fuga de la población joven de las zonas campesinas, lo que se refleja en campos cada día más silenciosos y melancólicos, una visión pletórica de símbolos que nos ayudan a reflexionar sobre los procesos sociales y culturales del Paraguay.

   “Si pudieras tocar este mal te cantaría como canto al campo”.

La visión del mal en un mundo en donde predominan concepciones pre-capitalistas no puede ser precisamente la de la modernidad, es decir, el mal no tiene que ver con una determinada organización de la sociedad, sino con el cumplimiento de unos ciclos que se van repitiendo como las estaciones del año. En tal sentido, las deplorables condiciones de la sociedad y la cultura campesina revelan un tiempo de decadencia, de ocaso y despedida.

   Cuando hablamos de “tocar este mal”, nos referimos a sentirlo y vivirlo estéticamente, de modo tal que uno pueda  “comprender” la canción que despliega este mensaje, y aún, recrearla en nuestra propia alma.

   “Vos andante entre caminos de arena, son al viento que traspasa la siembra”. Este canto pinta a través del lenguaje los espacios agrarios (como las sendas arenosas y los sembrados), y al hacerlo propicia la unidad del hombre con su entorno, una unidad que puede ser no solamente simbólica, sino también puede ser vivida a través una intuición maravillosa.

   “Bien conoces la triste canción, de los que hablan en el alma del campo”. Esta frase recrea lo que ya habíamos dicho sobre la pena sublime que brota en la experiencia estética del campo. “Los que hablan en el alma del campo” no son sino aquellos llamados  “arandu ka’aty”, sabios del bosque, de espíritu noble, y ya en peligro de extinción ante el avance incontenible de las miserias urbanas.

   “Si pudieras besar la oración, te ofrecería mi guitarra y mi canto”. También, como ya expusimos más arriba, se propone al lector y al oyente de esta canción que se dé un paso más, hacia la vivencia de los símbolos o Arquetipos de la vida agraria, y de este modo lograr cerrar el círculo mágico de la creación artística, cuando el intérprete de una obra re-crea en su ser el flujo mismo que dio origen a la experiencia estética del autor. 

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