Fue un filósofo ítalo-argentino, de
orientación positivista. Podemos ubicarlo dentro de la generación del
novecientos dentro del pensamiento latinoamericano. Ingenieros tuvo una
importante influencia en la reforma universitaria argentina de 1918. Entre sus obras recordemos: “El hombre
mediocre” (1913), “Hacia una moral sin dogmas” (1917), “Ciencia y filosofía”
(1917), “Evolución de las ideas argentinas” (1918).
El hombre mediocre
En su obra más conocida “El hombre
mediocre. Ensayo de psicología y moral” (1913), Ingenieros hace una
contrastación entre el hombre superior o idealista y el hombre mediocre. Vemos
aquí como este autor sigue de una manera particular la diferenciación hecha por
Sarmiento entre barbarie y civilización (distinción que está presente también
en el antropólogo norteamericano Lewis Henry Morgan[1]),
aunque también podríamos ver aquí ciertos influjos de la teoría de las masas en
auge en aquel entonces, por ejemplo, en Nietzsche y su planteamiento sobre el
“último hombre” (En “Así habló Zaratustra” de 1883[2]),
o en Gustave Le Bon el “hombre de las multitudes” (en “La psicología de las
multitudes” de 1896). Poco después Ortega y Gassett publicará su obra “La
rebelión de las masas”, de 1929. (en donde se puede notar ciertos influjos de
las ideas de Ingenieros).
El autor clasifica al ser humano en tres
tipos: el inferior, el mediocre y el superior o idealista. El hombre inferior
es aquel que apenas ha logrado integrarse a una sociedad civilizada, por lo
cual puede caer en conductas de completa sumisión o de violenta resistencia a
los procesos de socialización. El hombre mediocre, es el hombre del rebaño, es
el individuo que casi se ha disgregado en una masa, o que encuentra su
identidad en esa misma masa, es aquel que ha dejado de mirar al cielo, que no
se preocupa por los altos ideales de transformación de la vida humana, que
dieron inicio a la era moderna; el hombre mediocre es el material necesario
para echar a andar la maquinaria de los gobiernos tiránicos, que terminan
contaminando con aires de guerra al sistema político internacional. En
contraste con el hombre mediocre, el hombre superior es aquel que todavía se
atreve a proyectar altos ideales en su vida, que busca un futuro de progreso, a
través del cultivo de sus facultades intelectuales y anímicas; su
individualismo lo aleja de las regiones pobladas por las masas, hacia los
solitarios espacios de la acción creativa y transformadora que luego servirán
de faro para la elevación de la humanidad como especie.
(Extracto de "Robert León Helman. Pensar desde América. Ensayo sobre el pensamiento latinoamericano").
No hay comentarios:
Publicar un comentario