Fue un
filósofo alemán. Se constituye en uno de los principales exponentes del llamado
idealismo alemán. Ahora, habría que matizar su posición teórica, porque desde
su obra “Discursos a la nación alemana”, revela también una especie de
voluntarismo, que posteriormente será mejor desarrollado por Schopenhauer.
Discípulo de Kant, será uno de los
primeros en plantear renovados bríos para el pensamiento; extremando las
enseñanzas kantianas enseñará que de un Yo puro y absoluto se despliega como un
tejido maravilloso el mundo conocido y el sujeto cognoscente, el tejido del el
no yo y el yo.
Entre sus obras cabe citar sus “Discursos
a la nación alemana” (1808).
Ideas políticas
Hacia
1808 la sombra de Napoléon Bonaparte había llegado hasta la Prusia de Fichte,
quien en ese mismo año escribió un tratado filosófico que su vez parecía una
arenga nacionalista, nos referimos a los “Discursos a la nación alemana”. Es
posible encontrar en las reflexiones de Fichte ideas que reaparecerán en
autores como Friedrich Nietzsche u Oswald Spengler, y que ajustadas, y muchas
veces tergiversadas, a nivel político, son distinguibles en los discursos de
Bismarck o Hitler.
De alguna manera, Fichte abandona el
formalismo moral kantiano, y afirma como valor supremo a la libertad, que se
manifiesta en la acción. Si queremos, a nivel de las ciencias sociales, aquí
podemos notar algún germen de los planteamientos de Max Weber sobre la “acción
social”; mientras que a nivel filosófico, vemos aquí el brote de un
voluntarismo, que Schopenhauer extenderá hasta sus ideas sobre el místico y el
genio, mientras que Nietzsche lo tomará en sus planteamientos sobre el super
hombre; por parte de Spengler, sostendrá que las culturas decadentes son
aquellas que caen en la apatía y el desgano; de esto se desprenderá a su vez la
afirmación ajustada de políticos fascistas de que la guerra le devuelve la
vitalidad a las naciones adormecidas por
el racionalismo y el individualismo moderno. Podemos notar aquí la proyección
de los caracteres más nefastos del nacionalismo: el militarismo y el
imperialismo.
De todas maneras, es necesario no caer en
las conclusiones apresuradas de un Lukács, quien en su obra “El asalto a la
razón” terminó descalificando a prácticamente todo el flujo del pensamiento
idealista y romántico alemán, por haber desembocado en aventuras políticas de
carácter fascista, no, el pensamiento alemán, y el de Fichte en particular,
constituye una pieza valiosa para comprender la manera en que la modernidad se
ha parado frente al problema del sufrimiento humano.
(Extracto de "Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno)
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