Fue un filósofo, sociólogo e historiador
francés. Recibió influencias de variados autores, tanto de la filosofía como de
la teoría social, como Friedrich Nietzsche, Carlos Marx, Max Weber, Sigmund
Freud, Alfred Schutz o Claude Leví-Strauss. En la que puede llamarse la primera
etapa de su pensamiento, el sello del estructuralismo es importante, en tanto
que una etapa posterior ya se lo califica como postestructuralista e incluso
como postmoderno. Entre sus obras cabe citar: “Historia de la locura en la época
clásica” (1961), “El nacimiento de la clínica” (1963), “Las palabras y las
cosas” (1966), “La arqueología del saber” (1969), “Vigilar y castigar” (1975), “Historia
de la sexualidad” (1976).
Principales influjos
Podemos notar en Foucault la fuerte
influencia de pensadores como Marx, en cuanto a su insistencia en la idea de la
dominación que se origina en las prácticas sociales; de Nietzsche, su idea de
la relación entre el poder y el conocimiento; de Weber, en su planteamiento de
la racionalidad como carácter central del desarrollo de la modernidad.
Metodología
Foucault apela a una especie de método
histórico comparativo, aunque no vea
ningún desarrollo lineal en la historia. Lo que ve es distintos periodos de
tiempo que se entrecortan entre sí, a cada uno de los cuales llamó a veces “episteme”.
Foucault estudió textos escritos, tratando de captar en el discurso una estructura
oculta, inconsciente, que explique tejidos de dominación presentes en el
conocimiento.
Saber y poder
Estudia
la relación entre el saber y el poder,
haciendo especial hincapié en las ciencias humanas y en la función que han
cumplido para llevar adelante el control social (o bien podríamos hablar de
modos de dominación basados en el conocimiento[1]).
Así, la sociedad se convierte en un super panóptico[2]
que busca mantener el orden y la integración social a través de un conocimiento
que se califica como científico[3].
La locura
En sus estudios sobre la locura bien podemos encontrar relaciones
con las ideas de los pensadores románticos, quienes empezaron a oponerse a las
pretensiones totalizantes de la racionalidad occidental. Aunque Foucault no
precisamente defiende alguna posición, lo que hace es reflexionar
históricamente sobre el tema que trata.
Cuando Foucault habla de la “historia de
la locura” describe como, en dos periodos estructurales históricos, la locura
se relaciona con la racionalidad. En lo que llama la “época clásica”
(1650-1800) la razón toma el predominio
y despliega su “monólogo”, es decir, se corta el “diálogo” que existía
anteriormente en el Renacimiento.
Pero ¿quién es el “loco” a partir de la
época clásica? Sencillamente, aquel que no se adapta a las normas imperantes de
la sociedad moderna, es decir, a una racionalidad instrumental.
Foucault y el pensamiento
actual
Las ideas de Foucault siguen teniendo
resonancia en el pensamiento actual. Fijémonos, por ejemplo, en el problema del
control social.
Para Foucault la sociedad y la cultura
ejercían su dominio sobre los cuerpos a través del disciplinamiento, ejercido
en espacios cerrados como cuarteles, hospitales, escuelas o fábricas.
Poco tiempo después Gilles Deleuze planteara
que se observaba un nuevo tipo de control, que se basaba en la repetición
interminable de pautas de comportamiento, que ya no tenían porqué estar
reducidos a espacios cerrados. El ejemplo que solía dar era el de una carretera,
en la cual los automovilistas podían sentirse libres de circular por ellas,
pero siempre por los mismos conductos preestablecidos.
Ya en la actualidad, el filósofo
surcoreano Byung-Chul Han plantea que estamos frente a una “sociedad del
rendimiento”, en la que se ejerce la dominación a través de la búsqueda
desenfrenada de objetivos, metas y resultados, en individuos que se suponen
libres porque pueden elegir sus modos de vida, pero que sin embargo están
esclavizados por cargar con la responsabilidad total tanto del éxito como del
fracaso.
[1]
[2] El panóptico
fue una idea del filósofo utilitarista Jeremías Bentham, que consistía en un
tipo de arquitectura carcelaria que permitía mantener bajo observación a todos
los reclusos, y era tal la eficiencia del sistema que los presos podían
sentirse observados incluso si ningún guardia estuviera en la torre de control.
El panóptico es como una especie de parodia del Dios cristiano Omnisciente.
[3] Como ejemplo de este tipo de afanes
teóricos bástenos con citar a pensadores como Augusto Comte, Emile Durkheim o
Talcot Parsons.
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