El género literario de la auto-biografía ha
tenido muchos cultores y entre pensadores como San Agustín, Rousseau o Nietzsche,
la auto-biografía muestra también un horizonte filosófico. En los filósofos la
filosofía no es simplemente un oficio o una disciplina de estudio, la filosofía
se vive, ya que sus planteamientos pueden ser experimentados en uno mismo.
Pueden existir muchas justificaciones para
escribir sobre una aventura de vida, tal vez ofrecer una enseñanza, conocerse a
uno mismo, pasar el tiempo, etc. Por nuestra parte podemos decir que este
escrito posee una motivación principalmente estética, en el sentido de buscar
la contemplación de una unidad, desde la articulación de cada una de las partes
de la obra. En este caso hemos apelado a la narración del proceso de una vida
individual, pero bien podría ser aplicado, por ejemplo, a la vida del
pensamiento universal[1] o
al pensamiento paraguayo[2],
como lo hemos hecho en otros escritos.
Es otras palabras, este libro no está
motivado en sí mismo, sino que es el resultado de un proceso de investigación y
de escritura que tiene muchas aristas y que confluye en una visión unitaria de
lo que significa ser hombre en relación con la naturaleza, con los demás y con
la personalidad.
El presente trabajo puede servir también
como un modo de contrastar biográficamente unos planteamientos filosóficos, en
sus variantes metafísicas, antropológicas, gnoseológicas, éticas y estéticas.
Por supuesto, la filosofía no se demuestra ni se impugna con la biografía, por
ejemplo, no necesito conocer la vida de Descartes para confirmar la veracidad
de su pensamiento; pero conocer algunas circunstancias por las que pasó un
autor puede motivarnos a profundizar en sus ideas o propiciar la intuición de
los planteamientos que el autor nos propone, o incluso conocer e interpretar la
sociedad y la cultura desde las cuales el autor pensó y que de alguna u otra
manera influyeron en sus ideas.
Entonces, podemos plantear la pregunta: ¿quién
soy yo? En verdad no sé quién soy y en la medida en que más he vivido ha
aumentado la incógnita, y así está bien, porque me he dado cuenta de que todo lo
escrito en este trabajo no es más que una construcción, una ficción, es
literatura, y esto, aun cuando trate de remitirme a los hechos y despliegue
técnicas de la investigación cualitativa interpretativa[3].
La vida del hombre es como un árbol que va
creciendo con los años y durante la primera mitad generalmente uno cree que su
vida son el tronco, las ramas, frutos y flores, ya que esas son las partes más
visibles de nuestro árbol vital, pero cuando uno se va introduciendo en la
segunda etapa de la vida (entre los 35 y 45 años) empieza también a tomar
conciencia de las raíces, que están en lo más hondo de uno mismo, en una
profundidad tal que uno nunca podrá descifrarlas del todo[4],
porque están unidas al flujo mismo de la vida, al fondo metafísico de todo lo
existente[5].
Así que la presente obra es simplemente
la historia de una búsqueda, el relato de un peregrinaje, el símbolo de una
aventura humana.
Entonces,
aunque aquí el motivo de la escritura tenga que ver con la historia de una
persona en particular, es necesario pensar e interpretar al hombre mismo detrás
de la máscara de una personalidad específica. Es decir, más allá de lo
auto-biográfico, este escrito pretende ser una reflexión sobre el ser humano[6].
En otras palabras, la pregunta principal que mueve a este trabajo es ¿qué es el
hombre?
Me he buscado toda mi vida[7] y
como residuos de esa búsqueda han quedado imágenes, que se han ubicado
curiosamente entre todo lo que he escrito. Pero también he buscado a la
filosofía en mí, porque he hecho de ella una cuestión personal y quizá por ello
la he hallado en la forma de numerosas preguntas, que, aunque no tengan
respuestas, alimentan el gozo y el asombro que brotan del cultivo del espíritu.
Las tres
fundamentales preguntas de la antropología filosófica son: ¿Quién soy yo? ¿de
dónde vengo? ¿a dónde voy? Y las utilizaremos a lo largo del presente trabajo,
valiéndonos para ello de un marco teórico que hemos expuesto en los libros 3 al
6 de nuestra “cosecha de pensamientos”[8],
marcado principalmente por el influjo de Schopenhauer, sin olvidar los aportes
de Nietzsche, Spengler o Heidegger.
La
distancia al presente que hemos considerado en este escrito es de tres años, pues
a través de este espacio de tiempo la vida se ve ya desmaterializada, o como
diría Schopenhauer desvoluntarizada, y por lo tanto se muestra apta para la
contemplación estética, o simplemente para una observación mesurada y tranquila,
que deje de lado tantos vanos apegos. Al respecto nos dice Arthur Schopenhauer:
“Aquella
felicidad de la intuición voluntaria es, finalmente, la que difunde ese encanto
tan asombroso sobre el pasado y la distancia, y nos lo presenta a una luz
embellecedora por medio de un auto-engaño. Pues al hacernos presente los días
pasados hace tiempo vividos en un lejano lugar, lo que nuestra fantasía evoca
son solamente los objetos, y no el sujeto de la voluntad, que antaño cargaba
con innumerables sufrimientos igual que ahora: pero ahora están olvidados,
porque desde entonces han dejado su lugar a otros”[9].
La vida es como un suspiro, de modo que
todos los recuerdos dan la impresión de que son sólo de ayer, pero plasmados
como en los horizontes de un cuadro, o como una sublime sinfonía que queda
sonando en nuestra memoria cuando ya hemos dejado de escucharla.
Todo lo que hemos vivido forma parte de todo
lo que de alguna manera ya hemos muerto, quedando las imágenes antes que nada
como agrupadas en arquetipos o símbolos, y no ya como una forma de auto
consideración, y quizá por ello, acaso podemos plasmar la vida pasada en una
obra literaria.
Y precisamente, la escritura y la reflexión
sobre las imágenes de mi pasado constituyen formas del cultivo del espíritu
(como ya indicamos más arriba), una de las principales enseñanzas que he tomado
de Schopenhauer.
Antes de asimilar las ideas del filósofo
alemán, mi vida se reducía a seguir las metas que la sociedad moderna (en sus
distintos tipos) nos impone: la obtención de dinero y de posicionamiento
social. La enseñanza de Schopenhauer es que existe algo que vale mucho más que
estos logros, y al que a su vez deben subordinarse: el cultivo del espíritu[10].
Y así como en el título de la
auto-biografía hago alusión a Schopenhauer, también apunto a mi condición de paraguayo, como alguien que construye su
subjetividad en el contexto de una sociedad y una cultura peculiar (la
paraguaya), que ineludiblemente condiciona las direcciones que tomó, toma o
pueden tomar las imágenes de una aventura de vida.
Por el hecho de que el periodo de tiempo que
abarca esta autobiografía alcanza aproximadamente la mitad de lo que vive en
promedio una persona en nuestro tiempo (es decir, tenemos la infancia, la juventud y una incipiente
madurez), la metodología de la división en cuatro edades de la vida, que
utilizamos generalmente en nuestros escritos tomará algunas peculiaridades.
Seguiremos con la división en cuatro, pero en vez de edades utilizaremos las
cuatro estaciones anuales: primavera, verano, otoño e invierno.
A modo
de enfoque teórico
Podemos proponer las ideas de Schopenhauer
como una especie de referencia teórica que nos dotará de mejores herramientas
para interpretar a cada uno de los fragmentos que constituyen a la totalidad de
la auto-biografía. Un planteamiento que está justificado por la misma alusión
al nombre del filósofo alemán en el título del libro.
Hay dos ejes para tener en cuenta en las
ideas de Schopenhauer, por una parte, las temáticas eminentemente filosóficas,
como la metafísica, la teoría del conocimiento, la estética o la ética,
tratadas en su libro “El mundo como voluntad y representación”[11];
por otra, sus reflexiones sobre normas morales, desarrolladas principalmente en
su obra “Arte del buen vivir”[12].
El primer eje nos ha servido para tratar de comprender la mística, el
funcionamiento de la mente y la acción humana; mientras que el segundo nos ha sido
de provecho como guía moral para orientarnos en medio de los cambiantes caminos
de la cotidianeidad.
A modo
de enfoque metodológico
Con el propósito de extraer una mejor
comprensión de la obra, hemos tratado de llevar adelante la técnica del
análisis documental, así, hemos numerado a cada uno de los fragmentos y los
hemos asociado con las ideas que aparecen en ellas, las cuales han sido
anotadas al pie de la página en la que el texto se inicia, lo que a través de
un recuento nos permitió distinguir los conceptos que han sido más utilizados
en la auto-biografía.
A modo
de enfoque contextual
El marco en el que se despliegan las
imágenes de esta auto-biografía está compuesto por la sociedad y la cultura
paraguaya, y de manera más específica por los estadios de la política nacional,
por ello, al inicio de cada una de las cuatro secciones principales hemos
escrito breves alusiones a ellos.
A modo
de enfoque analítico
Una vez hecho el recuento, las ideas
centrales fueron definidas en un glosario ubicado en la última parte del libro,
lo que nos permitió analizar con mayor claridad las relaciones entre ellas, y
cómo se proyectan para explicar cada uno de los acontecimientos narrados,
dándonos a su vez la posibilidad de llegar a un epílogo sobre el trayecto de
vida que hemos estudiado.
Los tres conceptos que han aparecido con
mayor frecuencia en nuestro análisis (experiencia estética, escritura y
filosofía) han sido colocados como una especie de segundo subtítulo del libro.
Último
comentario introductorio
De cualquier manera, la obra está ordenada
como para ser leída desde distintas orientaciones, sea como un texto meramente
literario, o como un libro de análisis psicológico, socio-cultural o filosófico,
desplegado a lo largo de una historia de vida, así, cada lector sabrá escoger
el enfoque que mejor se adecue a su interés.
[1]
[2]
[3]
[4] El hombre es un ser en relación, con los demás, con la naturaleza, con
la propia personalidad, y no somos ni nuestra sociedad, ni nuestro cuerpo, ni
nuestra personalidad, pero nuestro ser se expresa en ellos.
[5] San Agustín
llamaba Dios a este fondo último de nuestra interioridad, y lo planteaba como
algo inmutable, porque no dependía de los cambios, que por ejemplo se relacionan
con la personalidad de un individuo. Bergson sin embargo escribe sobre un
fundamento en constante flujo, como aquel río de Heráclito que nunca es el
mismo. Desde el pensamiento postmoderno ya se puede hablar de la nada, como un
fundamento sin fondo.
[6]
[7] Esto
se refleja en el primer título que le dimos a nuestra auto-biografía:
“Búsquedas”, en la edición del año 2014. Estas búsquedas, estas
investigaciones, brotan generalmente de situaciones límites y de estados de
ánimo extremos. Esto lo iremos ejemplificando en el cuerpo de este trabajo.
[8]
[9]
[10]
[11]
[12]
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