martes, 30 de mayo de 2023

A CINCUENTA AÑOS DE LA MUERTE DE GABRIEL MARCEL (1889-1973)

 

     Fue un filósofo francés, representante de lo que se puede catalogar como un existencialismo cristiano. El calificativo de “existencialista cristiano” lo conecta directamente con las ideas del principal precursor del existencialismo: Soren Kierkegaard. Pero es necesario tener en cuenta que entre Kierkegaard y Marcel está Husserl, el padre de la fenomenología, que tuvo un peso enorme en el existencialismo. A su vez, como contemporáneo de Marcel está Heidegger, quien también tuvo su influencia en el pensamiento del primero.

     De todas maneras, es necesario apuntar que él mismo Marcel definió su pensamiento, en el prefacio a su obra “Misterio del ser”, como un neosocratismo[1].

      Entre sus obras pueden citarse: “Ser y tener”, “Diario metafísico”, “el misterio del ser”, “Posición y aproximaciones concretas del misterio ontológico”.

     Entre sus principales temáticas tratadas se encuentran las diferenciaciones entre el problema y el misterio, y entre el ser y el tener.

a. Problema y misterio

      Un problema es algo que uno puede enfrentar, ya que se presenta como un objeto frente a mí. En cambio, cuando estoy frente al misterio no hay ningún ente al que pueda identificar y abordar, y esto se asocia íntimamente con aquellos estados de ánimo de los que hablaba Heidegger: el temor y la angustia.

     Para abordar un problema puedo utilizar el pensamiento, por ello lo problemático se asocia con la cotidianeidad y con la ciencia.

     Pero en medio de la cotidianeidad puedo encontrarme con problemas que uno identifica con uno mismo, con su propia identidad, y que trata de resolverlos también mediante el pensamiento. El resultado de ello no será sino el fracaso, porque aquello que uno es esencialmente constituye un misterio, no un problema.

b. Ser y tener

     Para Marcel el hombre se relaciona con las cosas a través de la dimensión del tener, así, las cosas se convierten en útiles. Y esto podemos entenderlo también a partir de la dualidad problema-misterio. Si consideramos al mundo como un problema, lo reducimos a un objeto que puede ser utilizado, tal como lo planteó Francis Bacon al justificar a la ciencia experimental moderna; en cambio, si vemos a la naturaleza como un “misterio”, ella se nos presenta como expresión del ser, como un aliento para la contemplación antes que para la utilización.

 (Extracto de "Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno").

 

 



[1] Cfr. Reale-Antíseri. Historia de la Filosofía. 210, p. 360.

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