Fue
un filósofo francés. Puede ser identificado como un exponente del
revisionismo marxista. Recibió fuertes influencias de Marx pero también del pensamiento
cristiano, en particular de Kierkeggard. De alguna manera en sus reflexiones se
trata de conjugar valores cristianos con el marxismo.
Garaudy plantea la existencia de un
“marxismo muerto”, propia de la ortodoxia de los partidos comunistas (en
especial el soviético de su tiempo) y un marxismo vivo, propio de un
pensamiento que se alimenta de la realidad social del presente, correspondiente
a cada país en particular.
Garaudy habló de cuatro formas de
socialismo: el ruso, el chino, el checoslovaco y el francés; estas dos últimas
como expresiones de lo que se podría llamar “social-democracia”.
Una de las principales cuestiones de las
ideas de Marx era la forma en que se lograría el derrocamiento del capitalismo
y el direccionamiento hacia el comunismo. Uno de los caminos planteados fue el
de la revolución violenta, puesto que era prácticamente imposible pensar que
los burgueses cedieran pacíficamente el poder. En cambio, Garaudy busca algo más
elemental con el término revolución: “Para un marxista, lo que define la
revolución no es la violencia, sino la transformación de las relaciones de
producción”[1].
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