Desde hace miles de años los grandes
maestros de la humanidad (como Buda, Lao Tse o Jesús) han enseñado un camino de
liberación de la prisión del pensamiento centrado en el yo. Y aquí no se trata
de discursos y de acción, no se trata de moral, sino de des-aprendizaje social
y de rendición. Y esto para nosotros tiene que ver con un camino de
de-construcción de la personalidad[1].
Ciertamente, la construcción (el
ensamblado, la formación) de la personalidad se hace a través de la historia,
por lo cual una de-construcción también tendría que darse recorriendo etapas de
la historia personal, sin embargo, sin desconocer este enfoque, creemos que un
desmontaje empieza a darse en la medida en que nos separamos de la personalidad
y la consideramos un objeto de observación.
A partir de ahí el mismo dinamismo del
pensamiento centrado en el yo contribuye a desarticular una identidad que antes
de la observación quizá parecía incuestionable.
Nuestro punto de partida para llevar
adelante la auto-observación son marcos teóricos a los que llamamos
“presupuestos”, y a los que dividimos en tres tipos: marcos sociológicos,
marcos filosóficos y marcos psicológicos.
Entiéndase que cuando asociamos a estos
sabios antiguos estamos desechando las diferencias obvias existentes entre
budismo, taoísmo y cristianismo para quedarnos con sus actitudes más místicas,
las que se refieren a la inacción.
Pero no queremos dejar de plantear esto
también en el contexto del Paraguay. Cuando el sabio del campo (el arandu ka’aty) contempla el paisaje bajo
su techo de paja (capi’i), sorbiendo
el tereré, no está haciendo nada, ni
siquiera pensando, y por ello está dejando de lado su personalidad para acceder
a una subjetividad pura (a la que podríamos darle el nombre de alma[2]).
Arthur Schopenhauer ha denominado al final
de este proceso de desmontaje de la personalidad "negación de la voluntad
de vivir”, pero esto no lo ha propuesto en relación con un sendero moral (como
muchos lo interpretaron), simplemente se propuso describir esta negación en
orden a las ideas centrales de su obra cumbre “El mundo como voluntad y
representación”.
Si Nietzsche vio la negación de la
voluntad de vivir como una propuesta típica de los sistemas de moral tanto de
occidente como de oriente fue porque realizó ajustes a la idea de su antiguo maestro.
Nietzsche interpretó esta idea en el marco de un sistema cultural (en donde se anida la moral) compuesto de
valores y pautas de comportamiento.
Es difícil decir que un “des-aprendizaje”
sea una apuesta ética, puesto que no se están planteando pautas, no se están
dando recetas para la felicidad o la salvación, simplemente se trata de
observar[3],
se trata de no hacer nada. ¿No hacer nada? ¿Y para qué se debería escribir un
ensayo sobre no hacer nada? ¿No es algo demasiado sencillo no hacer nada?
Ciertamente es muy sencillo, tanto que nos hemos olvidado de ello, ocupados como
estamos en correr carreras, en lograr esto o lo otro, en tener más dinero y
tener un mejor estatus social. E incluso al divertirnos estamos haciendo algo,
pues al hacer esto último aflojamos las tensiones producidas por los afanes
cotidianos. Tanto el trabajo, el estudio, como la diversión, forman parte de
procesos de aprendizaje. Pero aquí no estamos hablando de esto, aquí hablamos
de des-aprender.
El objetivo principal de la auto-ética que
proponemos[4]
es la construcción de la subjetividad (que es también la construcción de una
identidad) a partir de la experiencia de lo trascendente. Pero a su vez, esta
subjetividad siempre debe estar abierta al desmontaje, a la deconstrucción,
desde el desvelamiento de la Nada[5].
Este desvelamiento se da desde la conciencia pura, el sujeto débil[6].
Insistamos en esto, el sujeto débil no es una construcción, es conciencia,
mientras que el sujeto fuerte, la personalidad, si es lo construido.
Entonces, esta subjetividad construida
desde lo trascendente no forma parte sino de un juego[7],
un juego sin metas, sin motivos, un juego de niños. Subjetividad construida,
pero conectada con la conciencia de ser mera construcción.
Lo trascendente se da a través de la
experiencia estética, que tiene dos formas, la moderada y la radical. La
experiencia estética moderada puede darse a partir de cualquiera de las formas
de cultivar el espíritu: el arte, la espiritualidad o la intelectualidad. A la
experiencia estética radical se accede a través del estado de ánimo de la
angustia.
La angustia en general adviene gracias
situaciones límites y a los estados de ánimo extremos que generalmente uno no
busca de manera voluntaria, sino que simplemente se dan. Pero existe una
variable de los estados de ánimo extremos que uno si puede manejar de manera
consciente y voluntaria, es el estado de alerta. La auto-observación es una
forma de la espiritualidad en donde se trata de hacer disminuir al pensamiento
centrado en el yo. La constante auto-observación lleva al estado de alerta, que
es uno de los caminos para acceder a la angustia.
La angustia ubica en un lugar inhóspito al
yo, que es la imagen que hemos creado de nosotros mismos. Pero cuando se
revelan las Ideas a la par que la misma Nada se puede empezar experimentar una
serenidad asociada con un mayor grado de conciencia.
El hecho de simplemente observar, sin
tomar partido, las distintas manifestaciones de nuestro ser individual,
constituye un ejercicio básico, pero fundamental para desarrollar un estado de
alerta, que en caso de desembocar en la angustia, propicie el cultivo del
espíritu y la orientación de la consciencia hacia la nada (lo trascendente)[8].
Para nuestros planteamientos, meditación y
auto-observación[9]
significan prácticamente lo mismo. La meditación no constituye solamente un
método oriental de búsqueda de lo trascendente, es simplemente una manera de
enfocar la atención[10],
que tiene distintas formas y distintos alcances.
La auto-observación favorece el desapego de
los afanes cotidianos y propicia el
surgimiento de la experiencia estética. Insistamos en que la Auto-observación
es una forma de cultivar la espiritualidad, que alimenta recursivamente (es
decir ella también un flujo de alimentación) a las demás formas, al arte y a la
intelectualidad.
Así, por ejemplo, podemos decir que existe
un pensamiento meditativo, nos referimos al pensamiento nihilista[11].
Tradicionalmente la auto-observación o meditación ha venido de la mano con un
intento de desprestigiar al pensamiento por asociarlo sólo con el yo o ego, sin
embargo, es necesario reivindicar, desde la misma auto-observación, a un
pensamiento estético, asociado con un sujeto debilitado, ajeno a la
auto-identificación y a la ambición.
[1] La personalidad, desde Nietzsche (una de las referencias de nuestras
reflexiones), puede ser entendida como un conjunto de máscaras. Sobre esto
véase R.L.H. (Robert León Helman) El camino. Cosecha de pensamientos. Libro 3.
2021, esc. 1, p. 13.
[2] Un
término que hemos utilizado en el mismo sentido en algunas de nuestras
composiciones musicales, y que tratan de expresar este estado interior
alcanzado por el arandu ka’aty.
[3] Del latín “observare” (mirar con atención), término que lleva el prefijo
“ob”, delante, y el verbo “servare”, tener, guardar, conservar.
[4]Muchas de las ideas tratadas
en el presente ensayo han sido desarrolladas en nuestro trabajo que lleva el
mismo nombre: “La auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual”. El
tratamiento de las citas en este ensayo
consistirá en aludir primero el nombre del autor, luego el nombre de la obra,
el año de publicación y finalmente los números de las paginas utilizadas. Las
referencias bibliográficas completas el lector las encontrará hacia la parte
final del trabajo. A partir de la segunda cita de nuestros escritos nos
limitaremos a escribir las siglas R.L.H.
[5] Uno puede
pulir la conciencia manteniéndose en el presente a través de la
auto-observación, pero sólo empezará a desmontar el ego o la personalidad a
partir de la revelación de la nada que se da con la angustia.
[6] Cfr.
Gianni Vattimo. Las aventuras de la diferencia. Pensar después de Nietzsche y
Heidegger. 1990, p. 55-57. Gianni Vattimo. El sujeto y la máscara. 1989, p.
191-221.
[7] “Frente a lo
místico el pensamiento y la vida son juegos”. R.LH. El camino, 2018, p. 26.
[8] En relación con esta
cuestión Jaspers se manifiesta de una manera muy sugerente: “La cuestión es
dónde y cómo se muestra (la trascendencia). La actividad de mantenerse en
estado de disposición, que no es pasividad, puede ser tan decisiva como el
abrazar frenéticamente la existencia empírica en el destino”. Karl Jaspers.
Filosofía, 1959, p. 429.
[9] Karl Mannheim considera que
la auto-observación constituye el último estadio al que puede llegar la
racionalización, superando en ese sentido incluso a la auto-racionalización. Al
respecto, sostiene que la autorracionalización es “un proceso de entrenamiento
mental que subordina mis motivos internos a un objetivo externo. La
autoobservación, por otro lado, es algo más que esa suerte de entrenamiento
mental, apunta sobre todo a la autotransformación interior. El hombre se
refleja a sí mismo y refleja sus acciones fundamentalmente para remodelar o
transformar más radicalmente su ser”. Manheim¸1935, 1940: 57. Citado en George
Ritzer. Teoría sociológica clásica, 2012, p. 421.
[10] Del
latín “atentio”, “attentionis”, que posee como referencia el prefijo “ad”,
hacia, y el radical “tendere”, tender, estirar, más el sufijo “cion” que hace
referencia a una acción o efecto; así, atender es estirarse o tender hacia
algo, alguien, o hacia la misma “nada”, cuando se alcanza la experiencia
estética. A modo de digresión, podemos considerar la cercanía entre los
sentidos de los términos “atención” e “intención” (de donde emerge la idea de
“intencionalidad”, de suma importancia dentro del desarrollo histórico de la
filosofía).
[11] También
podemos hablar de un pensamiento orante (la oración es otra forma de cultivar
la espiritualidad) que se da entre los escritos conectados de cada uno de los libros nuestra cosecha de
pensamientos, que son como las cuentas de un rosario que vamos rezando
sucesivamente (en este caso, en vez de diez cuentas tenemos doce). También, en
vez de misterios tenemos a las temáticas fundamentales de las cosechas de
pensamientos: la auto-ética, lo estético, otras cuestiones filosóficas, la
sociedad, el Paraguay y la naturaleza.
Índice
Introducción……………………………………………………………….7
1.
Presupuestos de la auto-observación……………………………….13
1.1.
Marcos sociológicos……………..………………………………….13
1.1.1.
Categorías sociológicas…………………………………………...13
1.1.2.
El arandu ka’aty………………………………………………..…14
1.2.
Marcos filosóficos…………………………………………………...15
1.3.
Marcos psicológicos………………………………………………...18
2.
Los campos de la auto-observación………………………………....30
2.1.
La auto-observación y el cuerpo…………………………………..30
2.2.
La auto-observación y la mente…………………………………...32
2.3.
La auto-observación y los demás……………………………….....36
3.
Esquema metafísico de la auto-observación……………………….38
Conclusión………………………………………………………………..39
Glosario…………………………………………………………………...41
Bibliografía…………………………………………………………….…43
Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/1B-i9YTE47rPChE5osucwQQ-UuV4tqccu/view
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