Fue un sociólogo canadiense. Creador de la
“teoría dramatúrgica”. Estudió en la Universidad de Chicago junto a Herbert Blumer,
quien fue uno de los principales exponentes de la corriente sociológica
denominada “interaccionismo simbólico”; de hecho, la teoría dramatúrgica de
Goffman es considerada una variante del interaccionismo simbólico.
Entre sus obras cabe citar: “La
presentación de la persona en la vida cotidiana” (1959).
Para Goffman, el “teatro” es la metáfora
más adecuada para expresar al mundo social. Planteaba que la interacciones
humanas poseían en el fondo un carácter de precariedad, por lo cual se hacían
necesarios los “libretos” para llevar adelante los comportamientos tal como se
esperan. Y esta orientación hacia los libretos aprendidos se incrementa en las
sociedades más modernas, en donde se da el predominio de una racionalidad
meramente formal.
Este tipo de planteamientos nos hace
acordar de Thomas Hobbes, quien sostenía que en una sociedad pre-estatal (es
decir, antes de la firma de un contrato social) lo que existía era una “guerra
de todos contra todos”, y ¿Cuál podría ser la receta para aliviar esta tensión
constante entre los seres humanos, agudizada por el despliegue del individualismo
y el etnocentrismo? Pues el respeto a las normas y al “papel” que a cada
persona (que en una de sus acepciones nos indica la idea de “máscara”) o a cada
institución (sea como agrupación política, social, cultural o económica) le
toca cumplir en medio del gran “teatro del mundo”.
(Extracto de: Robert León Helman. Ensayo sobre el desarrollo orgánico de las Ciencias Humanas).
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