miércoles, 25 de agosto de 2021

A OCHENTA AÑOS DE LA MUERTE DE JAMES FRAZER (1854-1941)

 

     Fue un antropólogo escocés, adherido a la teoría evolucionista. Conocido por su obra “La rama dorada”,  en donde desarrolla amplios estudios sobre la religión y la magia.

      Entre las ideas que plantea es notable la diferencia que establece entre la religión y la magia. Cuando existe una actitud de súplica y humildad hacia los seres o las fuerzas consideradas sobrenaturales se estaría en el campo de lo religioso; en cambio, cuando se pretende dominar a voluntad a tales seres  o poderes, a través prácticas rituales específicas, estaríamos en el terreno de la magia.

      El evolucionismo de Frazer se muestra en su intento de explicar el paso de la magia a la ciencia, como una especie de proceso de desarrollo. Vemos aquí el contraste que se da con Eduard Tylord, evolucionista del periodo de infancia del pensamiento antropológico, quien sostenía que el paso que se daba era de la religión a la ciencia.

     En tal sentido, también podemos recordar a Richard Rorty, quien considera a los científicos, un poco irónicamente, como los nuevos “sacerdotes”[1], por creer que poseen un conocimiento objetivo de la realidad, aunque aquí el sacerdote más que religioso, sería, desde la perspectiva de Frazer, una especie de mago por querer dominar a la naturaleza (una especie de dominación intelectual por supuesto).

 (Extracto de “Robert León Helman. Entre la revolución y el control. Ensayo sobre la vida de las ciencias humanas”)


[1] Cfr. Richard Rorty. Objetividad, relativismo y verdad. Paidós, Barcelona, 1996, p. 57.

miércoles, 18 de agosto de 2021

INTRODUCCIÓN A “LA EXPERIENCIA ESTÉTICA DESDE EL PENSAMIENTO DE ARTHUR SCHOPENHAUER”

 

   En un mundo lleno de los vacíos dejados por la crisis de los valores tradicionales, por la crítica despiadada contra la religión, por el desencantamiento de los mitos y leyendas, volver a buscar una experiencia maravillosa o la plenitud de la vida constituyen quizá una auténtica necesidad para no sumirnos en el barro del hastío y el absurdo.

   En tal sentido, la experiencia estética se presenta como un sendero que se abre ante nosotros para ayudarnos encarar las situaciones de crisis[1] que el mundo ultramoderno nos presenta.

   Y quizá uno de los primeros en enfrentarse a estos malestares de la modernidad fue el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, quien a pesar de su perspectiva pesimista dejó entrever varias claves teóricas que desde el pensamiento actual es posible aprovechar.

   Y precisamente, la idea que nos estimula a valorar estas claves de Schopenhauer es la de “Verwindung”, término utilizado por Heidegger y reinterpretado por el filósofo italiano Gianni Vattimo, que significa remitir un mensaje, uno que nos reconcilia con nuestro pasado, como aquello a lo que estamos destinados, por el hecho mismo de que nuestro presente se enraíza en el pasado de la tradición del pensamiento y a su vez nos proyecta hacia las posibilidades del futuro.  

   Pero antes de meternos de lleno en estos senderos del pensamiento y la estética actuales, desde los impulsos que nos presta Schopenhauer, nos ocuparemos de apuntar en dos capítulos separados, los lineamientos fundamentales de su metafísica y su estética. Su metafísica, porque ella constituye el cimiento sobre el que se asienta toda la reflexión de nuestro filósofo; y su estética, porque es el vector teórico que nos permite introducirnos por los intrincados caminos del pensamiento de nuestro tiempo.

   En último lugar, y en la forma de un tercer capítulo, penetraremos en el inquietante mundo de la filosofía actual, siguiendo los señalamientos estéticos que nos prestó Schopenhauer en los capítulos anteriores, y de este modo alcanzaremos los frutos que puede ofrecernos la investigación que hemos llevado adelante.

 

   Schopenhauer constituye un filósofo extraordinario, y desde sus obras nos hemos introducido a este maravilloso y desafiante mundo de la filosofía, tratando de comprendernos a nosotros mismos, a la sociedad y al cosmos; por ello, aquí intentaremos justificar de una manera formal lo que venimos haciendo ya desde nuestros primeros pasos como estudiante de filosofía: cuestionar al mundo trepados sobre los hombros de este gigantesco pensador.

   Las  notables implicancias de la experiencia estética, tanto en lo que hace al objeto conocido como al sujeto cognoscente, es uno de los temas más importantes y de mayor relevancia que ha dejado Schopenhauer para el pensamiento actual. La crisis del sujeto (paralela a la crisis de los fundamentos del conocimiento, de la razón e incluso de la ciencia), temática central del nuestro tiempo, encuentra en las ideas de Schopenhauer precedentes notables, que pueden ayudar a clarificar y a replantear algunas posturas sobre el problema.

   Así, la continuidad del pensamiento filosófico a través del tiempo, nos permitirá afianzarnos en el manejo de las ideas de nuestro espacio intelectual, y a su vez nos darán claves para entender las proyecciones culturales que revela.   La investigación ahondará en las formas y  enigmas de la experiencia estética, que nos acercan en gran medida al pensamiento descentrado, post-logocéntrico, que marca fuertemente a nuestra época. De ahí que Schopenhauer se presentará ante nosotros como el genial anunciador de nuevas posturas (que por tomar un  ejemplo, tiene a Nietzsche como el primero en registrarlo)  así como un vigente propiciador del goce estético y del renunciamiento al mundo. 

 

   Nos proponemos someter a análisis los planteamientos de Arthur Schopenhauer sobre la transformación que se produce en el sujeto que conoce cuando se alcanza la contemplación estética, junto a la correspondiente modificación que sufre el objeto conocido.  

   El problema sobre el conocimiento estético se agudizó ya hacia el siglo XVIII, cuando el inglés Francis Hutcheson sustituye el intuicionismo metafísico en la estética por el intuicionismo psicológico, es decir, sostiene que ningún objeto podría ser considerado bello sin un sujeto dotado del sentido de la belleza. Así, lo estético alcanza el grado de un problema del conocimiento,  y como se sabe, explicar la forma y los fundamentos a partir de los cuales el hombre conoce constituyó un tema central de los siglos XVII y XVIII, tanto entre racionalistas como entre empiristas. Estas cuestiones serán retomadas de manera original tanto por los idealistas alemanes como por el romanticismo, tanto alemán como inglés.

   Este cambio nos revela la relevancia del pensamiento filosófico en su íntima relación con las distintas manifestaciones artísticas, religiosas, mitológicas y simbólicas en general, pensamiento enfrentado a la preponderancia que la ciencia ha ido ganando progresivamente en la cultura occidental.

   En el marco de la experiencia estética se da una modificación del sujeto, que deja de lado la interpretación cotidiana de la vida como una tarea penosa y obligatoria que realizar, o como un foco interminable de conflictos. Las ideas de Schopenhauer contribuyen a redescubrir esa sabiduría olvidada y difundida por filósofos como los presocráticos, Platón, o los románticos, que enseña a ver al mundo como un espectáculo maravilloso.    

   Al final nos propondremos exponer las ideas estéticas de Schopenhauer como un camino importante para ubicarnos en el problema actual de la crisis de la visión tradicional del sujeto cognoscente, que implica por supuesto, una problemática crítica también en el objeto.     Schopenhauer solía comparar su obra cumbre “El mundo como voluntad y representación” con un tema musical de cuatro movimientos; y así, nosotros podemos decir que nuestro trabajo es como dos variaciones musicales del primer y tercer movimiento de la obra del filósofo alemán (metafísica y estética respectivamente), y un movimiento (o capítulo) final que se vale de las mismas ideas centrales pero a través de un lenguaje musical atonal (comparable con filosofía contemporánea, o específicamente con el pensamiento débil).

 

   Ya para cerrar esta breve introducción, queremos significar la importancia de los estudios académicos de filosofía, que permiten al estudiante interesado en esta disciplina, encontrarse con una tradición intelectual que se mantiene vigente con los años, y que de ese modo ofrece las condiciones para que una educación sólida, coherente y sistemática pueda llevarse adelante sin los dramas y carencias que muchas veces vienen adheridos a una formación auto-didacta.

   Creemos que sin los exigentes desafíos que la formación escolar filosófica propone, muchas vocaciones intelectuales inclinadas hacia nuestra disciplina pueden dispersarse y hasta diluirse por falta de un conveniente direccionamiento conceptual de los estudios y el aliento moral de los maestros. Por ello, queremos que este trabajo constituya no sólo una puerta que nos abra a la obtención de un título académico, sino también una carta de agradecimiento a la labor y a las reflexiones de todos nuestros maestros a lo largo de nuestros años de estudio.

 



[1] La degradación ambiental, los conflictos mediados por el uso de la violencia, la pobreza y la desintegración espiritual de los individuos.

Índice

Introducción…………………………………………………………9

1. La metafísica de Schopenhauer………………………..………14

2: La estética de Schopenhauer…………………………………..34

3: La experiencia estética desde el pensamiento de Schopenhauer……………………………………………………...53

Conclusión…………………………………………...………….…75

Pequeño glosario……………………..……………………..……..80

Bibliografía…………………………………………………………82


Enlace al libro completo:

https://drive.google.com/file/d/1LxgVGlEFKz_ez9JgWP1sNXZBTowmb_V-/view?usp=sharing

jueves, 12 de agosto de 2021

A CUARENTA AÑOS DE LA MUERTE DE JACQUES LACAN (1901-1981)

 

     Fue un psicoanalista, psiquiatra y filósofo francés. Iniciador de una corriente de pensamiento que puede denominarse “estructuralismo psicoanalítico”. Entre sus obras cabe citar: “Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache. Psicoanálisis y estructura de la personalidad “(1960).

     Sostiene que el inconsciente debe ser leído en clave estructuralista. Podemos notar, entonces, una fuerte influencia en su pensamiento tanto de Freud como de Leví-Strauss.

     Si Leví-Strauss quería dilucidar los secretos inconscientes de la mente humana a través de etnología, Lacan parece querer aprovecharse de ese intento, aplicando ahora el estructuralismo al psicoanálisis. Es como si las teorías de Freud hubieran hecho un viaje a la etnología y luego retornaran enriquecidas a la psiquiatría (también a la psicología) a través de Lacan.

     Si para Freud el aparato psíquico está compuesto de el “ello”, el “yo” y el “super” yo, Lacan habla en términos de “lo real”, “lo imaginario” y “lo simbólico”.

     “Lo imaginario” es la expresión de una estructura inconsciente (lo simbólico), que se fundamenta en aquello que no puede ser representado, pero si experimentado: el deseo (lo real). Podemos ver aquí también el influjo implícito del voluntarismo, planteado en filósofos como Schopenhauer o Nietzsche.

 (Extracto de “Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno”).


 

 

jueves, 5 de agosto de 2021

INTRODUCCIÓN A “UN PARAGUAYO QUE LEYÓ A SCHOPENHAUER. AUTO-BIOGRAFÍA”

     El género literario de la auto-biografía ha tenido muchos cultores. Entre pensadores como San Agustín, Rousseau o Nietzsche, la auto-biografía muestra también un horizonte filosófico. En los filósofos la filosofía no es simplemente un oficio, la filosofía se vive (se sufre y se goza).

     Pueden existir muchas motivaciones para escribir sobre una aventura de vida, tal vez ofrecer una enseñanza, conocerse a uno mismo, pasar el tiempo, etc. Por nuestra parte podemos decir que este escrito es un producto del cultivo del espíritu, uno de los valores fundamentales dentro de lo que hemos llamado la auto-ética[1]. Es decir, no está motivado en sí mismo, es el resultado de un proceso de escritura que tiene muchas aristas y que confluye en una visión unitaria de lo que significa ser hombre en relación con el mundo, con los demás y con la personalidad.

    De ahí que el presente trabajo puede servir como un modo de contrastar biográficamente unos planteamientos filosóficos, en sus variantes metafísicas, antropológicas y éticas. Por supuesto, la filosofía no se demuestra ni se impugna con la biografía (un reclamo que siempre rechazó Schopenhauer), por ejemplo, no necesito conocer la vida de Descartes para valorar su pensamiento. Pero conocer algunas circunstancias por las que pasó un autor puede motivarme a profundizar en sus ideas.

 

     En verdad no sé quién soy y en la medida en que más he vivido ha aumentado la incógnita, y así está bien, porque me he dado cuenta de que todo lo escrito en esta biografía no es más que una construcción, una ficción, es literatura.

    La vida del hombre es como un árbol que va creciendo con los años, y durante la primera mitad generalmente uno cree que su vida son el tronco, las ramas, frutos y flores, ya que esas son las partes más visibles de nuestro árbol vital, pero cuando uno se va introduciendo en la segunda etapa de la vida (entre los 35 y 45 años) empieza también a tomar conciencia de las raíces, que están en lo más profundo de uno mismo, en una profundidad tal que uno nunca podrá descifrarlas del todo[2], porque están unidas al flujo mismo de la vida, al fondo metafísico de todo lo existente[3].

      Así que la presente obra es simplemente la historia de una búsqueda, el relato de un peregrinaje, el símbolo de una aventura humana. 

     Entonces, aunque aquí el motivo de la escritura tenga que ver con la historia de una persona en particular, es necesario pensar e interpretar al hombre mismo, detrás de la máscara de la personalidad. Y comprender al hombre es una cuestión fundamental a la hora de formar identidades (personales y colectivas) que nos permitan llevar adelante los juegos de la ética (privados y cívicos).

 

      Me he buscado toda mi vida y como residuos de esa búsqueda han quedado imágenes, que se han ubicado curiosamente entre todo lo que he escrito. Pero también he buscado a la filosofía en mí, porque he hecho de ella una cuestión personal y quizá por ello la he  hallado en la forma de numerosas preguntas, que aunque no tengan respuestas, alimentan el gozo y el asombro que brotan del cultivo del espíritu.

      Las tres fundamentales preguntas de la antropología filosófica son: ¿Quién soy yo? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? Y las utilizaremos a lo largo del presente trabajo, valiéndonos para ello de un marco teórico que hemos expuesto en nuestro trabajo sobre  Auto-ética[4]. Los principales valores que pregonamos en esa obra han sido el ocio, el aislamiento y el cultivo del espíritu. Esos valores siempre han sido seguidos, por supuesto, en un principio de manera inconsciente, pero a medida que tropezaba, que estudiaba y que me auto-observaba me fui dando cuenta en qué forma me ayudaron a transitar por el mundo.  De ahí que un hilo conductor de este escrito puede ser el intento de ver cómo nos hemos acercado o alejado de estos valores a través de la suma de comportamientos tanto pragmáticos como psíquicos.

 

     La distancia al presente que hemos considerado en este escrito es de cinco años, pues a través de este espacio de tiempo la vida se ve ya desmaterializada, o como diría Schopenhauer desvoluntarizada, y por lo tanto se muestra apta para la contemplación estética, o simplemente para una observación mesurada y tranquila, que deje de lado tantos vanos apegos. Al respecto nos dice Arthur Schopenhauer:

Aquella felicidad de la intuición voluntaria es, finalmente, la que difunde ese encanto tan asombroso sobre el pasado y la distancia, y nos lo presenta a una luz embellecedora por medio de un auto-engaño. Pues al hacernos presente los días pasados hace tiempo vividos en un lejano lugar, lo que nuestra fantasía evoca son solamente los objetos, y no el sujeto de la voluntad, que antaño cargaba con innumerables sufrimientos igual que ahora: pero ahora están olvidados, porque desde entonces han dejado su lugar a otros[5].

 

   La vida es como un suspiro, de modo que todos los recuerdos dan la impresión de que son sólo de ayer, pero plasmados como en los horizontes de un cuadro, o como una sublime sinfonía que queda sonando en nuestra memoria cuando ya hemos dejado de escucharla.

   Todo lo que hemos vivido forma parte de todo lo que de alguna manera ya hemos muerto, quedando las imágenes antes que nada como agrupadas en arquetipos o símbolos, y no ya como una forma de auto consideración, y quizá por ello, acaso podemos plasmar la vida pasada en una obra literaria.

 

    Y precisamente, la escritura y la reflexión sobre las imágenes de mi pasado  constituyen formas del cultivo del espíritu (como ya indicamos más arriba), una de las principales enseñanzas que he tomado de Schopenhauer.  

   Antes de asimilar las ideas del filósofo alemán, mi vida se reducía a seguir las metas que la sociedad moderna (en sus distintos tipos) nos impone: la obtención de dinero y de posicionamiento social. La enseñanza de Schopenhauer es que existe algo que vale mucho más que estos logros, y al que a su vez deben subordinarse: el cultivo del espíritu[6].

 

   Y así como en el título de la autobiografía hago alusión a Schopenhauer, también apunto a mi condición de paraguayo, como alguien que “construye” su subjetividad en el contexto de una sociedad y una cultura peculiar (la paraguaya), que ineludiblemente condiciona las direcciones que tomó, toma y puede tomar las imágenes de una aventura de vida.

     Creo que una cuestión como la identidad nacional es fundamental para el abordaje de situaciones de crisis de la humanidad de hoy como los conflictos sociales mediados por el uso de la violencia, la pobreza, la degradación ambiental y de manera particular, considerando las reflexiones de la presente obra, con la desintegración espiritual del individuo.

      El cultivo de una identidad comunitaria apuntala el fortalecimiento de una ética de mínimos, que nos allana el camino hacia la convivencia, el diálogo y el aprendizaje mutuo. De todas maneras, el eje de esta auto-biografía tiene que ver con una ética de máximos, direccionada no precisamente hacia la felicidad, pero si hacia una vida tolerable.

 

 

   Por el hecho de que el periodo de tiempo que abarca esta autobiografía alcanza aproximadamente la mitad de lo que vive en promedio una persona en nuestro tiempo (es decir, tenemos sólo la infancia, la adolescencia y la juventud), la metodología de la división en cuatro edades de la vida, que utilizamos generalmente en nuestros escritos tomará algunas peculiaridades. Seguiremos con la división en cuatro, pero en vez de edades utilizaremos las cuatro estaciones anuales: primavera, verano, otoño e invierno.

 



[1] Robert León Helman. La auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual. 2020. A partir de la próxima cita de nuestros ensayos sólo escribiremos las iniciales R.L.H. En las citas bibliográficas nos limitaremos a aludir al autor, el nombre de la obra, el año de publicación y al número de página; las referencias completas el lector las podrá encontrar en la parte final del libro.

 

[2] El hombre es un ser en relación, con los demás, con la naturaleza, con la propia personalidad, y no somos ni nuestra sociedad, ni nuestro cuerpo, ni nuestra personalidad, pero nuestro ser se expresa en ellos.

[3] San Agustín llamaba Dios a este fondo último de nuestra interioridad, y lo planteaba como algo inmutable, porque no dependía de los cambios, que por ejemplo se relacionan con la personalidad de un individuo. Bergson sin embargo escribe sobre un fundamento en constante flujo, como aquel río de Heráclito que nunca es el mismo. Desde el pensamiento postmoderno ya se puede hablar de la nada, como un fundamento sin fondo.

[4] R.L.H. La Auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual. 2020.  

[5] Arthur Schopenhauer. El mundo como voluntad y representación, p. 253.

[6] Véase: Arthur Schopenhauer. Arte del buen vivir.  1998.

    

Índice

Introducción……………………………………………………........9

1. Primavera………..………………………………………………15

2. Verano……………………………………………………………33

3. Otoño………………………………………………………….…71

4. Invierno……..………………………………………………….113

Epílogo……………..……………………………………………...152

 

Enlace al libro completo:

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