martes, 25 de mayo de 2021

INTRODUCCIÓN A “FUMANDO AL MUNDO. COSECHA DE PENSAMIENTOS, LIBRO 4”

 

   Uno de los principales afanes de nuestros escritos es el de “retornar” a través de ellos a esa experiencia maravillosa y rebosante de gozo, que se repetía con frecuencia cuando éramos niños, nos referimos a la experiencia estética. Y asi también, simbólicamente, buscamos retornar a las raíces mismas de nuestras reflexiones, de nuestros afectos y de nuestro modo de escribir, para no perder el contacto con ese destino espiritual que fluye como un calmo arroyuelo de aquellas primeras aventuras intelectuales. Cada una de las doce ediciones de nuestra “cosecha de pensamientos” constituyen esas raíces, o las fuentes de donde manan los flujos de ideas de nuestra visión del mundo, del hombre y la sociedad.

     Mirando hacia atrás, podemos decir que este es un libro boscoso, pues lo escribí estando en el ranchito de 14 de Mayo (Villarrica), aledaño a un pequeño y mágico bosque, o pensando en ese espacio maravilloso, estando en medio de la vorágine de cemento, asfalto y muchedumbre del centro de Asunción.

      Ese fue el único y feliz año en que visité la colonia cada 8 días, alentado por el deseo de sacarme de encima una pasión amorosa que me aguijoneaba día tras día. Al cabo de ese año, casi sin darme cuenta, había escrito y leído un montón, y también, casi sin valorarlo en el momento, me metí en un mundo nuevo, en el centro mismo del Paraguay seminal, en medio de las compañías agrarias, con sus chacras silenciosas, sus espesuras verdosas, sus arroyos cristalinos, su gente humilde y serena. De esta forma, huyendo de mí mismo y del mundo pude reencontrarme en lo profundo del suelo de la patria.

 

 

   Acaso el constante sufrimiento de la vida humana reclame una “salvación”[1], búsqueda que evidentemente existe en distintas formas, no sólo religiosas, también sociales, políticas, y hasta científicas y filosóficas. Y así, quizá los contenidos del presente libro sean los rastros de una “salvación filosófica”, que sin embargo ya no puede implicar dogmas ni leyes incuestionables. Nuestro suelo está demasiado erosionado como para proclamar verdades absolutas y así,  lo que tenemos son invitaciones y alientos, para volver a cuestionar al mundo, al hombre y a la sociedad, como si fuéramos niños asombrados.

 

     Pero ¿por qué titulamos a este libro “fumando al mundo”? El acto de fumar produce placer, de ahí que utilizamos la metáfora del fumar para expresar el goce estético que sobreviene cuando los fragmentos del mundo se hacen uno a partir de una intuición maravillosa. Pareciera así, que en una calada del espíritu, todo el mundo respira.

 

 

   Comprender al ser humano, a éste de todos los días, levantado con el látigo del despertador, ansioso entre ardientes embotellamientos, en guerra en el trabajo y en el hogar; a éste de todos los tiempos, creador de los grandes desarrollos tecnológicos y de los más sublimes sistemas de pensamiento, a éste hombre paradójico y complejo desde donde se lo mire, comprenderlo es nuestro atrevido propósito, perseguido quizá desde un atrevimiento juvenil e imprudente, pero con un gozo que rebosa las limitadas cuencas de nuestro espíritu.

   Acaso el desafío de la acción y el pensamiento sea el de ayudarnos a estar parados en un mundo que ha perdido sus fundamentos, que cada día nos obliga a permanecer alertas, para no caer en la corriente inmisericorde de la banalidad y la miseria espiritual.

   Nos posee un afán filosófico, y en tal sentido podemos afirmar que una investigación filosófica no necesariamente se reduce a monografías, tesis de licenciaturas o doctorales, también puede tomar la inocente forma de un aforismo, o de un simple párrafo que relaciona atrevidamente dos líneas de pensamiento.

   En fin, sin pretensiones dogmáticas, la obra simplemente puede ser una oportunidad para continuar con la aventura filosófica, que continuamente nos devuelve la humildad del principiante del saber.

 

 

 

 

 



[1] Del latín “salus”, sano, salvo, estar entero o parado.


ÍNDICE GENERAL

Introducción………………………………………………….……………7

Primera Parte: Ser con la personalidad…………………….……..…...11

Capítulo 1.1. La auto-ética……………………………………………...15

Capítulo 1.2. Lo estético………………………………………………...46

Capítulo 1.3. Otras cuestiones filosóficas……………………………..71

Segunda Parte: Ser con los demás……………………….………..……94

Capítulo 2.1. Sociedad…………………………………..…...……….….95

Capítulo 2.2. El Paraguay…………………………...………............…100

Tercera Parte: Ser en el mundo……………………………….…..…...108

Vocabulario……………………………………………………………..128

Bibliografía……………………………………………………………...129

 

 Enlace al libro completo:

https://drive.google.com/file/d/18UjZ_Y1-UUlwBBi9JQNDfYORfKFxJuuq/view?usp=sharing

jueves, 20 de mayo de 2021

A DOSCIENTOS AÑOS DE LA MUERTE DE FELIX DE AZARA (1752-1821)

 

     Naturalista, historiador y pensador español. Estudió Legislación y Filosofía en la Universidad de Huesca.  

     Describió la sociedad y la cultura del Paraguay colonial.    Cecilio Báez lo cita como el segundo gran historiador del Paraguay luego de Ruiz Díaz de Guzmán[1].

      Se llegó a hablar de él como un precursor de Darwin así como de un adelantado en la formulación de conceptos sociológicos.

     A su vez, se da con Azara un contacto con la ilustración europea, estableciendo así un contraste importante con el trascendentalismo jesuita[2], en el contexto del estudio de las ideas en el Paraguay durante el siglo XVIII.

     En Azara es ya el hombre el eje de la historia, es el hombre quien planea el futuro como progreso (a través de la Razón proyectada en la ciencia y en la filosofía ilustrada) y ya no un dios providente.

     Entre sus obras cabe citar: “Apuntamientos (sic) para la historia natural de los pájaros del Paraguay y río de la Plata” (1801), “Descripción e historia del Paraguay y el río de la Plata” (1847), “Memoria sobre el estado rural del Paraguay en 1801” (1847), “Geografía física y esférica de las provincias del Paraguay” (1904).

(Extracto de “Robert León Helman. En pos del pensamiento inútil. Ensayo sobre la historia de las ideas en el Paraguay).


[1] Cecilio Báez. Escritos selectos. 2013, p.64.

[2] Efraín Cardozo. Apuntes de historia cultural del Paraguay, 1985, p. 166.

martes, 11 de mayo de 2021

INTRODUCCIÓN A “EL MÉDICO DEL CAMPO. ENSAYO SOBRE MEDICINA NATURAL”

 

     Hipócrates de Samos, el llamado padre de la medicina, fue también el primer médico-filósofo, es decir, un hombre que buscaba en teorías y prácticas la salud principalmente del cuerpo, pero sin olvidar la del espíritu (Werner Jaeger sostiene que el modelo médico de Hipócrates sirvió de inspiración para las especulaciones de Sócrates, Platón y Aristóteles[1]). Desde él este tipo de afanes no han desaparecido del mundo, incluso en los tiempos modernos, en donde la medicina positivista ha ido aumentando su predominio.

  

   La cura de muchas enfermedades tanto físicas como mentales (y también sociales) a través de medios naturales, puede llegar a ser algo elemental. Por supuesto, el carácter elemental de las curas naturales no le quita nada el aspecto teórico de estos nobles recursos.

   En el Paraguay, desde épocas inmemoriales las curas naturales han estado íntimamente relacionadas con las plantas medicinales; ellas poseen, al ser empleadas en forma de tisana, macerado, jarabes, pomadas, etc, distintos efectos terapéuticos, como los digestivos, los astringentes, los emolientes, los depurativos, etc.

 

   Lo que queremos lograr con este ensayo es comunicar una interpretación de la medicina tradicional del Paraguay, para ello, en un primer capítulo plantearemos nuestro problema en el contexto de la historia de la medicina occidental, mientras que en el  segundo expondremos ya nuestra interpretación, en orden a unas cuantas cuestiones generales.

     También, ya en el tercer capítulo de este ensayo, nos propondremos  dar algunas ideas útiles para recuperar y mantener la salud. 

 

     El dolor  puede alivianarse o incluso desaparecer en algunos instantes, pero no por ello deja de ser una compañía constante de la humana existencia. También es posible establecer una diferenciación entre el dolor y el sufrimiento, el primero tendría que ver con algún tipo de malestar físico, mientras que el segundo estaría asociado con las imágenes mentales. Si esto es así el sufrimiento tiene que ver con constructos socio-culturales introyectados por el individuo, e interpretados como reales (por supuesto desde peculiares horizontes biográficos y fisiológicos).

 

   En nuestro tiempo, el hombre llamado pomposamente civilizado, está dispuesto la mayoría de las veces a sacrificar su salud a cambio de mejorar su situación económica o su posición social. Y no podemos negar a cada individuo la libertad de hacer con su vida la apuesta que crea necesaria, pero  creemos que la salud física y mental constituye un tesoro que vale la pena cultivarlo durante cada momento de la vida.

   Muchas veces se erigen como proyectos de felicidad inmensos castillos en el aire, sin considerar lo más inmediato, sencillo y gratificante que es estar sano. Así, en un mundo pletórico de deseos insatisfechos y de conflictos irresolubles, tener salud es un requisito ineludible para vivir tolerablemente. Como decía el viejo Schopenhauer: “un mendigo sano es más feliz que un rey enfermo”.

 

   Creemos que en este interminable camino del cultivo de la salud, la filosofía tiene mucho que aportar, no sólo por el carácter transdisciplinario que posee, sino también por la proyección que puede otorgar para el logro de una visión integrada de la vida, un requisito fundamental para ordenar y jerarquizar los actos de nuestra existencia.

 

 

 

 

 

 



[1] Cfr. Reale-Anticeri. Historia del pensamiento filosófico y científico, T. 1, 1988, p. 110. Hemos optado por un modo de tratar las citas que simplificará la consulta del lector interesado. Se aludirán al nombre del autor, al título de la obra, al año de publicación y a las páginas utilizadas.  Las referencias bibliográficas completas estarán dispuestas en la parte final del trabajo.

Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/1chKO9wo6_c73tKGZV0ekQtY8ssOrLu6H/view?usp=sharing

jueves, 6 de mayo de 2021

A OCHENTA AÑOS DE LA MUERTE DE HENRI BERGSON (1859-1941)

 

   Fue un filósofo francés. Conjuga en su pensamiento el vitalismo y el evolucionismo. Recibe influencias del espiritualismo francés (que tiene como a precursores a Descartes y Pascal, proyectado luego en autores como Maine de Biran, Ravaisson o Boutroux), del romanticismo alemán (en especial del tardío) y del evolucionismo inglés (en especial de Herbert Spencer).

     Entre sus obras pueden citarse: “Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia” (1889), “Materia y memoria” (1896),  “La evolución creadora” (1907) y “Las dos fuentes de la moral y la religión” (1932).

1. Reacción al positivismo

     El auge del pensamiento moderno, en especial en la forma presentada por la ilustración, terminó haciendo de la ciencia el modelo ideal del saber. A su vez, el mismo desarrollo industrial apuntaló un tipo de pensamiento que ubicaba a la ciencia como la fuente de toda certeza y verdad, así, el positivismo vino a resumir todas estas actitudes que se habían hecho ya la expresión de la fe en la razón.

 

     El pensamiento de Bergson puede ser considerado una suerte de reacción al positivismo reinante en su tiempo. Por ello, este vitalismo puede verse también como un cuestionamiento a la ciencia experimental moderna, justificada por ese mismo positivismo. Cuestionamiento en el sentido de su actitud de clausura hacia el mundo de lo metafísico. Bergson tratará de explicar a la misma ciencia a partir de lo metafísico (asociado a su vez íntimamente con su idea de Dios).

a. El tiempo

      ¿Qué es el tiempo? Aristóteles decía que el movimiento es el paso de la potencia al acto, y así, el tiempo sería la medida de ese movimiento.  Así, el mismo pensamiento es movimiento, es medición, es tiempo, en su despliegue recursivo de pasado, presente y futuro.

      Bergson plantea que el tiempo posee dos formas. De una parte tenemos al tiempo de la física (de la mecánica), un tiempo espacial, porque se mide desde parámetros de espacio físico, un tiempo reversible, externo e igualitario. Reversible, porque se puede volver a medir un mismo fenómeno físico sin alterar su naturaleza; externo, porque se refiere a las cosas, a los movimientos físicos de la naturaleza y a los sucesos humanos; igualitario, porque cada medición es equivalente a cualquier otra. Utilizando una metáfora, este es el tiempo del reloj.

    De otra parte se tiene el tiempo de la experiencia concreta, que no es espacial, no es posible simplemente cronometrarlo, ya que es un tiempo sentido, es “duración”, dice Bergson. La duración es un tiempo integral, que abarca el pasado, el presente y el futuro. La “consciencia” alberga a este tiempo movido a la vez por los pensamientos y afectos. Frente al tiempo del reloj aquí tenemos ya al tiempo del pensamiento.

 

2. Intuición

     Bergson sostiene que el fundamento último de todo lo existente es el “elan vital”, una fuerza vital que se encuentra en constante devenir, por lo cual es necesario apelar a la facultad de la intuición para comprenderla, antes que al razonamiento.

     La intuición nos abre a un conocimiento, pero no es algo fijo y estable como un concepto que resume las cualidades de las cosas, es si una idea inagotable en su sentido, porque se encuentra en flujo constante, como aquel río de Heráclito al que no se podía ingresar nunca dos veces.

 

3. La vida

     Este principio vital se desenvuelve en el mundo de forma evolutiva, expresándose en los estadios superiores con una mayor complejidad y espiritualidad. Esta es una evolución que se despliega no mecánicamente, ni en un sentido finalista, sino creativamente, es una “evolución creadora”. No puede ser agotada en una explicación racional, es imprevisible, creativa, siempre nueva en su flujo constante.

    La vida puede ser comparada con un río que siempre fluye, y en ese flujo mantiene una forma que parece constante, pero que al introducirnos a él sentimos como cambia sin cesar,  sentimos su caricia en nuestro cuerpo, su aroma selvático, la fuerza de su corriente, las oleadas de su pulso, el susurro que mana del contacto con las rocas y la arena. El vida es así, posee formas constantes como los reinos de la naturaleza (mineral, vegetal, animal), vida que en el hombre se hace creativa con la cultura y sus expresiones: la técnica, la ciencia, la filosofía, el arte y la espiritualidad.

 

a. La religión

     En todas las instituciones de la sociedad se expresa la vida, y lo hace de una manera peculiar en la religión. ¿En qué forma? El desarrollo de la inteligencia en el hombre viene aparejado con un crecimiento desmesurado del egoísmo, lo que desemboca en la desesperación o en el miedo. La religión a través de sus símbolos establece un terreno adecuado para que florezca la intuición y con ella la unidad de la vida puede restablecerse, luego de las fragmentaciones producidas por el pensamiento.


(Extracto de “Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno”).