Fue un filósofo alemán. El
pensamiento de Hegel es catalogado como un Idealismo Absoluto. Con Hegel
llegamos a la plena madurez del pensamiento moderno[1], al
final de un proceso que había comenzado a grandes rasgos con Descartes y que se
continuó con Kant. En el pensamiento de Hegel se conjugan todos los sistemas filosóficos
anteriores, incluidos los antiguos, medievales y los modernos pre-hegelianos.
Oriundo de la ciudad de
Stuttgart. Estudió teología en el seminario protestante de Tubinga, en donde el
programa de estudios consistía en dos años de filosofía y tres de teología.
Enseñó en Berna, Frackfort, Heidelberg, Jena y luego en la Universidad de
Berlín.
Hegel nació el mismo año que
otras dos grandes figuras de la cultura alemana: Holderling, uno de los más
representativos poetas y pensadores del romanticismo alemán (quien en un tiempo
acaparó la atención de Martin Heidegger) y Beethoven, quien representa a la
madurez de la música clásica occidental y quien a su vez da inicio al periodo
romántico (su novena sinfonía puede ser considerada como un símbolo del
optimismo de la ilustración).
En el seminario alemán de
Tubinga fue compañero del ya citado Holderling y de Friedrich Schelling, quien
fue también uno de los grandes
exponentes del idealismo alemán.
Entre sus obras cabe citar: “Diferencia
entre los sistemas de filosofía de Fichte y Schelling” (1801), “Fenomenología
del Espíritu” (1807), “Lógica”
(1812), “Enciclopedia de las ciencias
filosóficas” (1817), “Filosofía del derecho” (1821), y obras póstumas,
publicadas por sus alumnos: “Lecciones sobre la filosofía de la historia”,
“Estética”, “Lecciones de filosofía de la religión”, “Lecciones de historia de
la filosofía”.
Definió la filosofía como “el
conocimiento efectivo de lo que es en verdad”[2],
con lo cual estaba respondiendo a los planteamientos kantianos sobre los
límites de la metafísica.
a. La dialéctica
La dialéctica es una cuestión
añeja en el campo de la historia de la filosofía, pueden encontrarse
referencias de ella ya sea en Heráclito, en Platón o en Kant, pero es en Hegel
en donde encuentra más resonancia, no sólo porque en él se expresa la madurez de
la filosofía moderna, sino porque en él la dialéctica es a la vez tanto un
método de pensamiento y de investigación, como el modo de manifestarse de lo
real y de la misma vida del ser humano.
La dialéctica tiene una
“estructura”, que en todo caso sería una estructura móvil. Y decimos esto
porque lo propio de lo dialéctico es el movimiento. De ahí que también podamos
decir que esta estructura constituye a su vez a tres “momentos” de un
movimiento que en esencia nunca cesa.
Esta triada dialéctica está
compuesta por los remanidos conceptos de tesis, antítesis y síntesis, que en
términos más ricos son el momento abstracto o intelectivo, el momento
dialéctico o negativamente racional y el momento especulativo o positivamente
racional.
b. La realidad como Razón
Para Hegel la realidad es la
Razón (o el Espíritu, o la Idea, o el Sujeto, o el Pensamiento) que se
despliega dialécticamente (es decir, está en movimiento, es un proceso o cambio
constante). Y el pensamiento, en su propio flujo dialéctico toma consciencia de
esa realidad, y en esto, responde a Kant, quien planteaba la cosa en sí como
incognoscible. Para Hegel la filosofía es “el conocimiento efectivo de lo que
es en verdad”[3].
Tenemos aquí entonces una estrecha relación entre el pensar y el ser.
Tanto la realidad como el pensamiento devienen
(se despliegan) dialécticamente. Y este pensamiento es “racional”, de donde
también podemos entender el lema hegeliano de “todo lo real es racional y todo
lo racional es real”. En otras palabras, el pensamiento es la realidad,
afirmación con la que podemos entender por qué la filosofía de Hegel es
catalogada como una forma de idealismo (un idealismo absoluto).
La filosofía puede
legítimamente aspirar a ser un sistema (una totalidad constituida por sus partes
integradas en ella) y no sólo crítica (como en Kant). En Kant se había
planteado que la cosa en sí podría ser conocida a través de una “intuición
intelectual”, una facultad que existía sólo como forma en el hombre, pero que
nunca alcanzaba su contenido. Para Hegel, la realidad (o la verdad) no se
alcanza a través de algún tipo de intuición, sino a través del pensamiento de
la totalidad del despliegue de la Idea. Dice Hegel que “lo verdadero es el
todo”[4].
c. Concepción del hombre
El pensamiento de Hegel surge en
el marco de unas determinadas condiciones socio-culturales. Se le mostraban al
filósofo tiempos de quiebres, de conflictos, de crisis, de falta de libertad.
Eran los caldeados tiempos de la revolución francesa. Y estas situaciones
resuenan en el pensamiento de Hegel. La unidad en medio de las diferencias es
un anhelo del mundo moderno, y aún hoy lo sigue siendo.
En la “Fenomenología del
Espíritu” Hegel explica el proceso que recorre el espíritu para llegar a lo
absoluto. Este “espíritu” está presente en la mente de todo hombre, pero
también en la misma realidad que se despliega dialécticamente.
El espíritu se despliega como
Espíritu subjetivo, desde éste se refleja como Espíritu Objetivo, y llega
finalmente a una unidad sintética como Espíritu Absoluto (como religión, arte y
filosofía).
La libertad de la humanidad se
logra a través de un proceso dialéctico entre amos y esclavos (esto está
también en la Fenomenología del Espíritu), al final del cual se da un
“reconocimiento” mutuo.
[1] “La obra de
Hegel puede considerarse como la madurez filosófica y cultural de la tradición
occidental; su filosofía pasa por ser el último gran sistema filosófico, en el
que confluyen y conjugan prácticamente todas las filosofías anteriores”.
Navarro-Calvo. Historia de la filosofía, 1992, p. 309.
[2] Introducción
a la “Fenomenología del espíritu”. Citado en Navarro-Calvo. Historia de la
filosofía. 1992, p. 314.
[3] Fenomenología del Espíritu. Introducción. Citado en
Navarro-Calvo. Historia de la filosofía. 1992, p. 314.
[4] Ibíd., p. 313.
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