PATIO VIEJO
Patio
viejo, triste el paisaje en tu mirar…
Patio
viejo, sombra y pozo en tu jardín…
Patio
viejo, déjame un espacio para morir…
Patio
viejo, se ensaya el viento en un gemir…
Patio
viejo, que misterio vive junto a ti…
Patio
viejo, déjame un espacio para morir…
(2003)
Comentarios:
Tantas veces me senté a contemplar el
paisaje agrario en aquellos tiempos en
que el pensamiento era tan natural como una imagen, un poema o una canción
(2000-2003). Ahora, con más años encima el pensamiento puede estar mucho mejor
estructurado, pero se pierde la espontaneidad y la soltura que sólo la etapa
juvenil nos puede prestar. Por ello, las bases de las estructuras de nuestras
ideas, que son intuiciones, generalmente brotan en la niñez y en gran parte de
la juventud.
Los espacios agrarios son silenciosos,
tanto así que pueden evocar una tristeza profunda, luego de que uno se ha
sometido tanto tiempo al jolgorio banal de los espacios urbanos…
Un
viento que zumba entre los árboles, dejando caer las flores del lapacho, flores
que danzan bellamente en el aire antes de llegar al suelo para marchitarse…
El pozo, ganado por unos tejidos de
helechos, aun donaba el agua fresca del tereré, que corría entre guitarras y
libros, como si aquel líquido fluyera con las ideas y los cantos, con los
sentimientos y las letras…
Y la muerte…una que nos hacía vivir
plenamente, como si aquel fuera el último día, como si aquella fuera la última
canción o el último suspiro…Como ”ser para la muerte” calificó Heidegger al
hombre, y no precisamente para parecer macabro con sus ideas, sino para
revelarnos un camino que nos libra de una cotidianeidad aletargante y fútil.
Interpretación en clave metafísica
Dice al comenzar la canción: “Patio viejo,
triste el paisaje en tu mirar”, es decir, es como si el patio nos mirara, y en
esa mirada nos vemos reflejados nosotros mismos, como si miráramos un espejo. Y
al estar sumidos en una contemplación estética ese espejo nos muestra a las
Ideas o Arquetipos, que hacen del mundo un espectáculo maravilloso. La tristeza
a la que se alude es sublime, es una tristeza de goces y una que acaso describa
la flaqueza del espíritu, pero como decía Holderling: “Ahí donde crece lo que
nos pierde, crece también lo que nos salva”. De esto es posible entender la
importancia que un Heidegger le dio a los estados de ánimo extremos (en
especial la angustia) y Jaspers a las “situaciones límites”.
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