En la portada de nuestro ensayo podemos observar una pintura de Pieter
Broeghel el Viejo, que recrea la mítica imagen bíblica de la torre de Babel, en
donde la divinidad dispersó a la humanidad al darles diferentes lenguas, y por
ende, diferentes culturas y códigos para el entendimiento. Una situación que se
asemeja a la que tenemos en nuestras sociedades, en donde a pesar de la
predominancia de la cultura occidental, debemos encontrar acuerdos entre
interlocutores con distintos proyectos de vida o visiones de mundo. Y son de
desafíos como este de donde surge la necesidad de reflexionar y plantear una
ética social que nos permita hacer de la convivencia una experiencia más
tolerable, compasiva y útil para encarar los desafíos que la historia nos
depara.
En este ensayo nos ocuparemos
sobre cuestiones relativas a la ética social y a la democracia; y de ahí
partiremos para entablar la búsqueda de direcciones que nos permitan acercarnos
a una sociedad más tolerable, lo que implica, que en la medida de lo posible se
establezcan mejores condiciones “públicas” para las apuestas éticas “privadas”.
Aparte de ello, los grandes desafíos que se ciernen sobre la humanidad
nos invitan a enfrentarlos (en particular a través de las reformas), ya que
constituyen amenazas para la misma
supervivencia de la especie. Estos desafíos son: la degradación ambiental, las
guerras, la pobreza y la desintegración espiritual del individuo.
De todas maneras, la forma de evitar que los acuerdos a que se llegan
se escleroticen y deriven en dogmas y en fanatismos, es el cultivo constante de
la crítica, social y personal, y ello, desde el mismo suelo de la nada. Sólo de
esta manera podremos estar a tono con los vertiginosos cambios que la
naturaleza, la sociedad y nuestra propia subjetividad nos proponen en nuestros
tiempos.
Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/1pMc4vonXY3wgBVBwayAS8HrgCyJNkq9a/view?usp=sharing
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