miércoles, 26 de julio de 2017

EN TORNO A “QUISIERA VOLVER”


     Quizá el ser humano siempre anhele volver,  a aquellas imágenes de la niñez, que hacían del mundo un magnífico sueño, juego y experimento; lo que constituye en tal sentido una especie de utopía estética que conforta y consuela al contemplador en medio de las miserias de la cotidianeidad.

“Descubrir el canto del chokokue (campesino), que me enseña al mundo”. El cancionero popular, y de manera particular, aquellas canciones hechas en guaraní, revelan la visión de mundo que es propia del campo paraguayo, y en tal sentido, cuando un campesino agarra su mbaraka (guitarra) y deja florecer a su espíritu en el canto, propicia en nosotros una experiencia estética maravillosa.

      “Quisiera volver al lejano rancho”, la lejanía del rancho tiene que ver con los ideales a los que uno pretende volver frente al desencantamiento del mundo presente en las ciudades, es la respuesta al nihilismo pasivo (el propio de la muerte de Dios) que caracteriza a la vida hastiada de las ciudades.

     “Podría saber que no ha muerto el alma”, y de esta manera, reconstruyendo los ideales de la vida, uno puede dejar de lado el nihilismo pasivo y revitalizar su espíritu, su alma.

     “Pero llevaré el recuerdo del ka’aguy mbyte (la entraña del bosque)”. Este recuerdo de las intimidades del bosque nos conecta con nuestra sabiduría ancestral, la de aquellos sabios guaraníes que intuían el florecimiento de la palabra en los rituales mágicos de la floresta.


Enlace al video:

https://www.youtube.com/watch?v=Ob5UYyLr9Ac&feature=youtu.be

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