jueves, 28 de diciembre de 2017

PREFACIO A "VALORES Y PESTILENCIA"


   A pesar de todos los avances de la civilización, de los desarrollos tecnológicos, de los logros sociales y culturales, el hombre sigue siendo un problema inexpugnable, quizá porque a pesar de todo aquello no ha podido eliminar el sufrimiento en el mundo, ni tampoco aquella sensación espiritual de que nada puede llenar el espacio abismal sobre el cual se eleva enigmáticamente la totalidad de lo que conocemos y hacemos.

   Y es desde este suelo de incertidumbres desde el cual podemos volver a pensar, recobrando aquel asombro, que para Aristóteles era el mismo punto de partida del filosofar. Un asombro que nos permite mantenernos parados frente a un mundo que parece haber perdido la brújula, y que por ello constantemente nos obliga a re-inventarnos, para no sumirnos en el barro del narcicismo y la banalidad.

   Reflexionamos sobre el hombre a partir de las que consideramos sus tres dimensiones fundamentales: ser en el mundo, ser consigo mismo y ser con los demás. No podemos considerar a ninguna de ellas como más importantes que las otras dos, ya que se alimentan y se dan sentido mutuamente, en un flujo circular que sólo puede ser paralizado por motivos de estudio.

   Y la humanidad hoy en día tiene grandes desafíos, relacionados íntimamente con estas dimensiones, por ejemplo, la degradación ambiental se constituye en un escenario que está poniendo en jaque a la misma vida en la tierra (incluyendo por supuesto la vida humana); y los conflictos armados y la pobreza significan obstáculos para lograr al menos una sociedad que nos haga la existencia algo más tolerable; mientras que a nivel individual, tenemos la creciente desintegración espiritual, producida por una alarmante crisis de valores, que no ha podido ser aliviada ni por el consumismo, y mucho menos por el egoísmo.

   Entonces, si los escritos aquí contenidos pueden ayudarnos en algo a considerar estos desafíos, en especial si con ello conseguimos asimilar algunos conocimientos y adquirir en alguna medida el goce estético, estarán plenamente cumplidos nuestros propósitos.



   En este trabajo hemos agrupado escritos en dos grandes grupos, el primero tiene como eje temático la dimensión humana ser con los demás[1] (con los sub-temas: la sociedad y el Paraguay). en tanto que el segundo grupo gira en torno a la temática del ser con uno mismo (con los sub-temas: la auto-ética, lo estético y la filosofía).









[1] Para obtener referencias sobre nuestras reflexiones sobre el “ser en el mundo”, véase nuestro ensayo “Volved a la naturaleza. Reflexiones sobre el hombre y el mundo”.

martes, 26 de diciembre de 2017

RESUMEN DE PUBLICACIONES DEL AÑO 2017



LIBROS:

01/17:

-Volved a la naturaleza. Reflexiones sobre el hombre y el mundo


-Sobre cerdos, perros, vómito y barro. Escritos dispersos 1.


02/17

-Entre Villarrica y Asunción

https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWYkxYWTBUcU52S3c/view

-Holgura


03/17

-La experiencia estética desde el pensamiento de Arthur Schopenhauer


-Parar la marcha

https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWN0JFVzdfbm1QcFU/view

04/17

-En pos del pensamiento inútil

https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWeG94OG9tV2pLYU0/view

-Preparación para la muerte

https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWbUxCTnpoa3p4XzQ/view

05/17

Un paraguayo que leyó a Schopenhauer


Al diablo con el mundo

https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWdlZaQ1JGdk5OYkU/view?usp=sharing

06/17

-Vida del pensamiento:


-Acompañar a la vida:


07/17

-Elogio a la vida del campo:

https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWRDJMWXJrdHNFeUU/view?usp=sharing

-El grito del mundo:


08/17

-Desde el asombro:

https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWQ3MzRHp3VDI4bkU/view?usp=sharing

-De pie sobre el abismo:


09/17

-Del pasado al futuro:


-Ciento treinta y tres susurros para un borracho:


10/17

-El goce inefable:


11/17

-Retorno:


-Entre la revolución y el control:

https://drive.google.com/file/d/14HxsE902ukZCJz5tRLY9Qw0EFmACoqb3/view

12/17

-El médico del campo:


-Valores y pestilencia.

https://drive.google.com/file/d/14q_L3swK9Yo2ObAmCa1bm5qOW9Wzk7Ol/view?usp=sharing

VIDEOS:

01/17:

Hijos de abismo (3). Por Robert León Helman:

https://www.youtube.com/watch?v=DeozoLTCM7Y



02/17:

Caminando Tierra adentro. Por Robert León Helman:

https://www.youtube.com/watch?v=d_ZltmiysFM



03/17:

-Robert León Helman. Defensa de tesina:

https://www.youtube.com/watch?v=q-u5nqtckQ8



05/17:

-Aires de Rincón. Por Arnulfo Morínigo:

https://www.youtube.com/watch?v=IfXDaW2oLqA



06/17:

-Patio viejo (2). Por Robert León Helman:

https://www.youtube.com/watch?v=_o60p3PLSBE



-Hijos de abismo (4). Por Robert León Helman:

https://www.youtube.com/watch?v=4Zls024fWm4



07/17:

-Tarde campesina (1). Por Robert León Helman:

https://www.youtube.com/watch?v=MdEqpiX_ULk&feature=youtu.be



-Quisiera volver (5). Por Arnulfo Morínigo y Robert León Helman:


08/17:

- Rancho desolado (2). Por Arnulfo Morínigo y Robert León Helman:

https://www.youtube.com/watch?v=yKNbGmnr51Y

09/17:

-Quisiera Volver (7). Por Robert León Helman

https://www.youtube.com/watch?v=R1hfsMxzFAI

10/17:

-Comentario de Filemón Espinoza a “Aires de Rincón” de Arnulfo Morínigo:

https://www.youtube.com/watch?v=ZQXviDdm1N0

-La visión del tiempo del arandu:

https://www.youtube.com/watch?v=7BY_W-ntrhY

11/17:

-Catorce de Mayo (2). Por Robert León Helman:


-Filosofía en el Paraguay:

12/17

-Cocotero (3). Por Robert León Helman:

https://www.youtube.com/watch?v=UMegUF_59DQ


viernes, 22 de diciembre de 2017

COMENTARIOS A “COCOTERO”


COCOTERO

Cocotero, que hablas en el camino hecho oración…

Estoico y sereno, revelas el tenue canto de una emoción…

Larga cabellera, estirada al viento, adornando el rancho, el kokue y el cielo…

Y hecho de silencios, lejanía y calma, cocotero hermano, te llevo en el alma…

Cocotero, que pueblas nuestros paisajes con humildad…

Sublime y austero, entregas divinos dones al Paraguay…



Comentarios:

     “Cocotero, que hablas en el camino hecho oración…” Dentro de una concepción de tipo religiosa, la oración es el medio para entrar en contacto con seres sobrenaturales; pero en un contexto preferentemente estético, la oración hecha ya canción es un medio para alcanzar una experiencia estética.

     “Estoico y sereno, revelas el tenue canto de una emoción…” La canción que evoca la Idea o el Arquetipo del cocotero, produce en el oyente o contemplador un goce de tipo estético que nos libera momentáneamente de los lastres espirituales de la cotidianeidad. Una contemplación que se asocia con un estado de ánimo sereno, calmo, desapegado de los innumerables problemas del día a día, al modo de un estoico que se entrega plenamente al destino.

     “Larga cabellera, estirada al viento, adornando el rancho, el kokue y el cielo…”. Aquí se siguen provocando imágenes, utilizando la comparación de las hojas del cocotero con una larga cabellera que se conmueve en el aire con el paso del viento, y que nos ayuda a proyectar la imaginación hacia los esos paisajes agrarios que en su contemplación confortan nuestro espíritu.

      “Y hecho de silencios, lejanía y calma, cocotero hermano, te llevo en el alma…”. La personificación del cocotero se acrecienta, al pasar a ser un símbolo de nobleza espiritual y de entereza frente a los exigentes avatares del tiempo.

     “Cocotero, que pueblas nuestros paisajes con humildad…”

    Estos árboles pueblan casi todas las zonas rurales del interior del Paraguay, dándole un sentido espiritual, que precisamente en esta canción tratamos de expresar. En Diciembre, la flor de coco adorna y perfuma a los tradicionales pesebres de navidad, asociándose con los símbolos de la esperanza y la salvación. Así, toparse con un cocotero puede ser la oportunidad para serenarse y reflexionar, y acaso para esperar ese intenso gozo que puede brotar desde la calma contemplación de su humilde figura y de su cabellera al viento.

     “Sublime y austero, entregas divinos dones al Paraguay…”

     Lo sublime es lo excelso, lo puro, lo que está más allá de las posibilidades de los cálculos y las racionalizaciones, es el reflejo de una experiencia estética. Y esto se da en la contemplación del cocotero a la par que ese aire de austeridad y de fortaleza, que puede conmover y enseñar a aquel que lo observa con detenimiento. 

     Es el símbolo el que hay dilucidar, ese símbolo que nos enlaza con aquello que hemos llamado “Idea del Paraguay”. Y precisamente, ese es el don o regalo que nos ofrece el cocotero en su contemplación, la posibilidad de conectarnos con todos los símbolos que pueblan nuestros campos, bosques, ciudades, culturas e historias.

Enlace al video:

https://www.youtube.com/watch?v=UMegUF_59DQ

miércoles, 13 de diciembre de 2017

INTRODUCCIÓN A “EL MÉDICO DEL CAMPO. ENSAYO SOBRE MEDICINA NATURAL”


   A pesar de que por el mismo hecho de vivir el ser humano está condenado al dolor, la búsqueda de medios intelectuales  y prácticos que aligeren  esta pesada carga de existir es una tarea fundamental.

   En nuestro tiempo, el hombre llamado pomposamente civilizado, está dispuesto la mayoría de las veces a sacrificar su salud a cambio de mejorar su situación económica o su posición social. No podemos negar a cada individuo la libertad de hacer con su vida la apuesta que crea necesaria, pero  creemos que la salud física y mental constituye un tesoro que vale la pena cultivarlo durante cada momento de la vida.

   Muchas veces se erigen como proyectos de felicidad inmensos castillos en el aire, sin considerar lo más inmediato, sencillo y gratificante que es estar sano. Así, en un mundo pletórico de deseos insatisfechos y de conflictos irresolubles, tener salud es un requisito ineludible para vivir tolerablemente. Como decía el viejo Schopenhauer: “un mendigo sano es más feliz que un rey enfermo”.

   Creemos que en este interminable camino del cultivo de la salud, la filosofía tiene mucho que aportar, no sólo por el carácter transdisciplinario que posee, sino también por la proyección que puede otorgar para el logro de una visión integrada de la vida, un requisito fundamental para ordenar y jerarquizar los actos de nuestra existencia.       

     Hipócrates de Samos, el llamado padre de la medicina, fue también el primer médico-filósofo, es decir, un hombre que buscaba en teorías y prácticas la salud principalmente del cuerpo, pero sin olvidar la del espíritu (Werner Jaeger sostiene que el modelo médico de Hipócrates sirvió de inspiración para las especulaciones de Sócrates, Platón y Aristóteles[1]). Desde él este tipo de afanes no han desaparecido del mundo, incluso en los tiempos modernos, en donde la medicina positivista ha ido aumentando su predominio.

  

   La cura de muchas enfermedades tanto físicas como mentales (y también sociales) a través de medios naturales, puede llegar a ser algo elemental. Por supuesto, el carácter elemental de las curas naturales no le quita nada el aspecto teórico de estos nobles recursos.

   En el Paraguay, desde épocas inmemoriales las curas naturales han estado íntimamente relacionadas con las plantas medicinales; ellas poseen, al ser empleadas en forma de tisana, macerado, jarabes, pomadas, etc, distintos efectos terapéuticos, como los digestivos, los astringentes, los emolientes, los depurativos, etc.

   Lo que queremos lograr con este ensayo es comunicar una interpretación de la medicina tradicional del Paraguay (a la que asociamos con la medicina natural en grandes rasgos), a la par que dar ideas útiles para recuperar y mantener la salud. 















[1] Cfr. Reale-Anticeri. Historia del pensamiento filosófico y científico, T. 1. Herder, Barcelona, 1988, p. 110.
Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/1N1UGD5DwZx_ac3ANKHX3e0og0AytuFdi/view

miércoles, 29 de noviembre de 2017

COMENTARIOS A “COLONIA 14 DE MAYO”


COLONIA 14 DE MAYO

Por los caminos de arena, un silencio evocador,

campo de arroyos y selvas, tajamares y canción.

Con el mate se amanece mientras habla el arandú,

de los yuyos y la magia del médico de tradición.



Bajo la sombra de un árbol corre fresco el tereré,

cedrón, menta y perdurilla, hacen sagrada la sed.

Y en la noche las estrellas brillan en su plenitud,

mientras sobre los caminos se desgrana una emoción.



14 de Mayo, silencio de chacras,

Murmullos de bosques, lejanía azul.

Ve por Villarrica, pisando la tierra,

valle del ensueño, valle de canción.



Comentarios:

   La colonia fue fundada en junio de 1909, con 3.254 hectáreas (según los datos de Carlos Pastore[1]) en tiempos de la presidencia de Emiliano González Navero (quien asumió luego de un golpe de estado encabezado por Albino Jara), siendo ocupada en sus inicios por campesinos paraguayos y por  colonos de nacionalidad italiana. La comunidad queda a 12 Kilómetros del centro de Villarrica y se accede a ella por la ruta  número 8 (a 186 Km. de Asunción).

    Carlos Pastore también apuntó que:

“En la colonia “14 de Mayo” fueron expedidos títulos de propiedad en las condiciones dictadas en esta ley -se refiere a la ley de homestead- sobre noventa y dos lotes a otros tantos agricultores de ambos sexos, en 1920”[2].

  La zona sur de la colonia es un lugar regado ricamente por el agua, así, en la parte del campo comunal se tiene un nutrido arroyo que viene directo desde los pies del Ybytyrusu, y de hecho, todo el lugar está minado de esterales, hasta donde comienza, ya hacia el sur, la compañía Tranquera Kue.

   Sobre la letra del tema musical podemos puntualizar algunas apreciaciones:

“Por los caminos de arena un silencio evocador”.   En el campo generalmente reina un silencio envolvente, un clima espiritual sosegado, lo que contrasta fuertemente con las ciudades, marcadas por el barullo y la agitación incesantes.

   Este silencio es propio de un escenario geográfico que propicia la contemplación estética, a través de la “evocación” de las Ideas o arquetipos que pueden ser del mundo natural o humano. En nuestro caso, estas Ideas nos han conectado con los mismos flujos de la cultura paraguaya[3].

   “Campo de arroyos y selvas, tajamares y canción”. Vemos en esta frase como se conjugan los espacios naturales con una creación espiritual (la canción), hermanando así a dos mundos que el pensamiento moderno quiso divorciar. De súbito, la naturaleza adquiere un alma y el hombre retorna a sus raíces naturales.

   “Con el mate se amanece mientras habla el arandu de los yuyos y la magia del médico de tradición”. El arandu encarna una especie de moral basada en el ejemplo antes que en la teoría, que es producto de la vivencia de los arquetipos que constituyen a la cultura seminal paraguaya[4]. A través de la experiencia ganada con los años, el sabio del campo se hace también médico, es decir, conocedor de las propiedades medicinales de las plantas y de su aplicación a los casos específicos de dolencias o enfermedades.

   “14 de Mayo, silencio de chacras, murmullos de bosque, lejanía azul”. La descripción del lejano paraje agrario continua, reviviendo a esa extraña y conmovedora sinfonía que brota del silencio envolvente y del silbido interminable de las aves. La “lejanía azul” nos trae a la memoria los sublimes contornos de las serranías del Ybytyruzú, que llenan de una noble emoción a quien las contempla desde cualquier rincón de la comarca guaireña.

 “Ve por Villarrica, pisando la tierra, valle del ensueño, valle de canción”. Uno de los principales valores que constituyen a la cultura campesina es el amor a la tierra, una tierra que no es una mercancía para obtener lucro, sino que es el solar de los antepasados, la fuente de la alimentación de la familia y el nexo inmediato con la naturaleza con la que el campesino se siente íntimamente unido.



  “Bajo la sombra de un árbol corre fresco el tereré, cedrón, menta y perdurilla hacen sagrada la sed”. El ritual del tereré jere en el campo, contribuye a estrechar las relaciones de amistad y de simpatía, recreando de alguna manera el carácter tribal de la sociedad tradicional paraguaya.

   “Y en la noche las estrellas brillan en su plenitud, mientras sobre los senderos se desgrana una emoción”. La viejas serenatas de antaño aún permanecen como costumbres en los confines del campo paraguayo, dónde guitarra a cuestas, bajo la inmensidad del cielo estrellado, uno debe caminar por los senderos de arena hasta llegar al rancho de la musa encantadora o de un amigo agasajado.









[1] Carlos Pastore. La lucha por la tierra en el Paraguay. Intercontinental, Asunción, 2008, p. 295.
[2] Carlos Pastore. La lucha por la tierra en el Paraguay, ed. cit., p. 294.
[3] Cfr. R.L.H. La Idea del Paraguay, ed. cit.
[4] Cuando hablamos de cultura seminal nos referimos a la cultura tradicional paraguaya enraizada en el campo.
Enlace al video (2): 

jueves, 23 de noviembre de 2017

INTRODUCCIÓN A “ENTRE LA REVOLUCIÓN Y EL CONTROL. ENSAYO SOBRE LA VIDA DE LAS CIENCIAS SOCIALES”


     La vida de las Ciencias Sociales se despliegue desde los pensamientos de aquellos que han contribuido en mayor medida a sembrar sus raíces, a que crezcan sus briosos troncos y a propiciar sus frutos en nuestro tiempo, para darnos un consuelo en medio de nuestras infinitas incertidumbres y miserias.

     Y así, siguiendo el método que hemos llamado organicismo histórico-estético, nos propondremos seguir los rumbos que han tomado las ciencias sociales, no sólo con la intención de proponer una historia de su desarrollo, entre las innumerables ya existentes, sino también, y quizá principalmente, buscando cultivar el goce espiritual que brota del pensamiento y la intuición.

     Y hay que tratar de mostrar que el estudio no es sólo una ocupación tediosa, necesaria para nuestros miserables afanes de obtención de dinero y figuración social, sino la oportunidad de re-crear al mundo desde la reflexión, y así librarnos, aunque sea algunos instantes, de las atrofiantes condiciones espirituales que nos presenta nuestro mundo cotidiano, ¿y no es precisamente esto lo que persigue la experiencia estética?

    Si de paso podemos mejorar los conocimientos que nos permitan pasar exámenes, realizar trabajos académicos  o apuntalar alguna otra actividad de tipo política, económica o cultural, por supuesto, no podría ser ello despreciado, pero no serían sino las migajas que caen de la mesa del gran banquete del goce intelectual.



     En cuanto al título de la obra, podemos plantear que las ciencias sociales, a pesar de sus afanes de objetividad o neutralidad, han sido tironeadas hacia posturas ideológicas que las han utilizado ya sea para apuntalar una utópica revolución que llevaría de regreso al hombre a un fantástico paraíso terrenal, ya sea para soldar los barrotes de una jaula de hierro que terminaría haciendo de la sociedad un gigantesco encierro de almas adormecidas y maniatadas. Si ellas han seguido en camino entre estas dos trampas del intelecto y la acción, ha sido gracias al afán de continuar ejercitando la crítica y la reflexión, incluso si con ello uno se hacía merecedor de los ladridos de los perros guardianes de la corrección política o académica.




Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/14HxsE902ukZCJz5tRLY9Qw0EFmACoqb3/view

jueves, 9 de noviembre de 2017

INTRODUCCIÓN A “RETORNO. ENSAYO SOBRE EL PROBLEMA DEL HOMBRE”


     La pregunta por el hombre no se relaciona con un afán meramente especulativo, pues saber qué es el hombre, de donde viene y a dónde va, puede ayudarnos a orientarnos (incluso si las respuestas son numerosas) frente a desafiantes problemas como la degradación ambiental, los conflictos bélicos, la pobreza o la desintegración espiritual del individuo.

     Ciertamente, el saber sobre el hombre ha estado presente desde tiempos inmemoriales en las leyendas, los mitos o las religiones, pero de una forma con pretensiones de  dar una respuesta racional, se da principalmente en la antigua Grecia, con pensadores como Sócrates o los sofistas. Desde entonces la pregunta sobre hombre ha adquirido diversas respuestas a través del despliegue de la historia de la filosofía, e incluso de la ciencia.

     Lo que en este ensayo nos propondremos hacer será simplemente un esbozo más, de los muchos posibles y existentes, de la figura de este ser tan paradójico y complejo que calificamos como “humano”.



     Etimológicamente el término hombre deriva del latín “homo”, asociado a su vez con “humus”, que significa tierra, y en tal sentido,  fácticamente el cuerpo humano, la dimensión  más concreta de la humana existencia, con la muerte siempre vuelve a la tierra, como si nunca hubiese dejado de pertenecer a  ella.

     A su vez, el término griego “anthropos”, hombre, es “el que mira hacia arriba”, que a la luz de las investigaciones antropológicas podemos decir que es aquel que ha podido erguirse, liberar sus manos y sus inteligencia y mirar hacia el cielo, el espacio de sus más altos ideales[1].



   La vida del ser humano se constituye en una trágica danza entre el placer y el dolor, que se desarrolla en la mayoría de los casos de acuerdo a modos generales y tradicionales de vivir, que podemos agrupar bajo el nombre de “cotidianeidad”. Por supuesto, la cotidianeidad variará de una cultura a otra, pero las pautas estables del pensar y la acción siempre existirán.

   Pero ¿Por qué el hombre empieza a preguntarse con seriedad por las  cuestiones últimas de la vida, como el ser, el mundo, uno mismo o la sociedad? ¿Cómo es posible dejar el sueño pesado de los problemas cotidianos, de las preocupaciones diarias por ganarse el pan o por cultivar la vanidad?

   Dejar el letargo de esta cotidianeidad (asociado con los procesos coercitivos de la sociedad y la cultura) muchas veces se hace posible porque aparece una situación límite, como una enfermedad que se extiende más de lo previsto, la muerte inesperada de un ser querido, un trabajo desgastante que parece no tener justificación, o el lamento por una acción con resultados negativos; en síntesis, como enseñaba Karl Jaspers, las situaciones límites son cuatro: la muerte, el sufrimiento, la lucha diaria y la culpa[2].

   A su vez, como estas situaciones, los estados de ánimo extremos, como la desesperación, el júbilo, el aburrimiento y el estado de alerta, al intensificarse desembocan en el estado de ánimo radical, la angustia[3]. A través de ella, (que en medio de lo cotidiano se presenta como excepcional, aunque puede ser cuidada y propiciada por la auto-observación), el individuo puede llegar a la conciencia, no de su integridad, originalidad, o autenticidad, sino de su  condición de sujeto débil o crepuscular,  que ya no se constituye como centro dictatorial del conocimiento, sino como componente de un saber a la vez estético, débil, retórico y nihilista. Al respecto dice Vattimo: “Estas son, me parece, las dos dimensiones decisivas de la crisis del sujeto burgués-cristiano (y antes del sujeto trascendental): el ocaso del rol hegemónico de la conciencia (ante todo entendida como conocimiento), tanto respecto de las otras fuerzas internas que constituyen la persona, como respecto de los “poderes históricos””[4].

  

   Heidegger decía en su libro "¿Que significa pensar?", que lo grave es lo que da que pensar, pero lo "gravísimo" es que a pesar de nuestro tiempo grave, todavía no pensamos[5]. Vivimos en una grave situación de crisis, tanto como especie, en un planeta enfermo; como individuos, en medio de exigencias afectivas e intelectuales; como seres sociales, inmersos en una sociedad resquebrajada y una cultura masificada. Nuestro mundo de hoy se presenta como un grito que llama al pensar, pero ¿está el hombre  de nuestro tiempo dispuesto a escuchar tal llamado?

  Toda crisis es dolorosa, difícil de sobrellevar, pero ella terminará en dos posibles desenlaces, el de la muerte o el de la transformación, o tal vez, porque no decirlo, en una muerte que nos abrirá a la transformación. 



  Se podría esperar que en un ensayo que trata sobre el problema del hombre, como el que aquí presentamos, se plantee en forma casi inmediata la pregunta ¿Qué es el hombre?, sin embargo, todo el rodeo previo que hemos hecho antes de llegar a esta pregunta fue para poder abordar esta cuestión con más claridad y soltura.

  Nuestro recorrido a través de los matices del problema del hombre consistirá en un esbozo de sus principales dimensiones, sin postular ninguna naturaleza intrínseca y ningún conocimiento absoluto. Así, a tono con los planteamientos de Vattimo, podríamos sostener aquí una visión debilitada sobre el hombre.



   Pero ¿por qué aludimos a un “retorno” en el título de nuestro ensayo sobre el problema del hombre?  Porque este abordaje podría ayudarnos a retornar a lo originario, que no es sino la misma nada, a partir de la cual todo se muestra como símbolo, arquetipo, Idea o cifra. En otras palabras, las reflexiones sobre el hombre que aquí presentamos pueden ayudarnos a establecer las condiciones para que se dé una experiencia estética radical.

   A su vez, si es que acaso queremos construir un futuro tolerable, deberemos liberar las fuerzas de la imaginación y la creatividad, moderadas socialmente a través de los juegos de la democracia. Y la liberación de estas fuerzas no lo lograremos sino a través de la experiencia estética.







[1] Cfr. Pedro Chinaglia. Ser Hombre. Edisa, Asunción, p. 35.
[2]“Estas situaciones no cambian, salvo solamente en su modo de manifestarse; referidas a nuestra existencia empírica, presentan el carácter de ser definitivas, últimas. Son opacas a la mirada; en nuestra existencia empírica ya no vemos nada más tras ellas. Son a manera de un muro con el que tropezamos y ante el que fracasamos. No podemos cambiarlas, sino tan sólo esclarecerlas, sin poder explicarlas ni deducirlas partiendo de otra cosa. Ellas se dan con la existencia empírica misma”. Karl Jaspers. Filosofía. Revista de occidente, Madrid, 1959, p. 66-67.
[3] “Del latín “angustus”, que significa angosto, estrecho, término que se refería a los finísimos desfiladeros de las montañas, desde los cuales se experimentaba vértigo y miedo ante la proximidad inquietante de profundos abismos” R.L.H. Al diablo con el mundo. Cosecha de pensamientos 1. Interiora terrae, Asunción, 2014.
[4] Vattimo, Gianni. Las aventuras de la diferencia. Península, Barcelona, 1990, p 55.
[5] Cfr. Heidegger, Martin. ¿Qué significa pensar? Nova, Bs. As., p 10 y 11.
Enlace al ensayo completo:
https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWclh0N0hPa1FFMWc/view

miércoles, 11 de octubre de 2017

INTRODUCCIÓN A “EL GOCE INEFABLE. ENSAYO SOBRE LA EXPERIENCIA ESTÉTICA”


   El hombre está lleno de atrofiantes cadenas, no sólo las que le impone la sociedad en la que vive, sino también las provenientes de la misma naturaleza, a través de interminables deseos que despiertan la ilusión de la felicidad, y también las que uno mismo se ha colocado, desde su poca auto-crítica y falta de fidelidad a los valores elegidos (si es que acaso se han ya elegido). La supuesta libertad que emerge de los instituciones democráticas, o aquella que se basa en la satisfacción de las carencias más fundamentales, no son sino cortinas sutiles que esconden el estado de esclavitud (o para ser más benévolos, semi esclavitud)  que comprime al hombre desde su mismo nacimiento.

   La vida es dolor, y lo que redime al dolor no es más que el placer. Pero el placer posee varios tipos o formas, desde los más fundamentales, relacionados con nuestras necesidades más inmediatas, hasta los placeres más refinados y nobles, los espirituales[1].

   No podemos decir que los placeres corporales son peores ni mejores que los espirituales, pero sí que existe una marcada diferencia en cuanto a las circunstancias con que están asociados. Los placeres corporales en general son de corta duración y muchas veces vienen acompañados con dolores de distinta magnitud; en cambio los placeres espirituales pueden alcanzar largas duraciones y casi nunca van de la mano con malestares, al contrario, contribuyen en hacer de la vida un pasaje más tolerable. En contrapartida, es cierto, la sensibilidad a los dolores de todo tipo aumenta, frente a lo cual no queda sino insistir en las normas recomendadas en una auto-ética[2].

   El hombre vive en medio de distintas situaciones, a las que básicamente podemos agruparlas en dos: las situaciones cotidianas[3] y las situaciones límites[4].   Podemos decir que en la experiencia estética se da una liberación de los dramas de las situaciones cotidianas, lo que generalmente podemos asociar con un tipo peculiar de experiencia estética, la moderada; en cambio, cuando partimos de las situaciones límites, generalmente tenemos una experiencia estética radical[5].

   La experiencia estética, forma de placer intelectual, atempera las inquietudes de la cotidianeidad y nos hace ver al mundo como un gran espectáculo.

   Básicamente, la experiencia estética emerge ya sea a partir de la contemplación de paisajes naturales o a partir del encuentro con las distintas formas de arte; pero en un contexto más actual, podemos hablar ya de la estetización general de la existencia[6], que nos permite entender que la vida cotidiana también puede adquirir el halo maravilloso de lo estético. Pero cuando ello sucede, notablemente, lo cotidiano deja sus caracteres más propios (búsqueda de dinero y de figuración social) y deja su lugar a aquello que en última instancia permanece inefable...









 [1] Véase R.L.H. La auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual. Interiora terrae, Asunción, 2016, p. 12, 52-53; R.L.H. Volved a la naturaleza. Reflexiones sobre el hombre y el mundo. Interiora terrae, Asunción, 2017, p. 25-27.
[2] Véase, R.L.H. La auto-ética, ed. cit.
[3] Véase R.L.H, La auto-ética, ed. cit, p. 18.
[4] Véase R.L.H, La auto-ética, ed. cit., p. 19-23.
[5] Véase Cap. 3 del presente ensayo.
[6] Véase Cap. 6 del presente ensayo.
Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/0B1fbaSG6HJjWM2hTcDl0cFBiMVk/view

viernes, 22 de septiembre de 2017

INTRODUCCIÓN A “CIENTO TREINTA Y TRES SUSURROS PARA UN BORRACHO”


   No solemos seguir el consejo de nadie para elaborar nuestros escritos, pero cierto día gris, el lema de Emile Cioran sonó en nuestra mente como un tambor batiente: “No reducirse a una obra; sólo hay que decir algo que pueda susurrarse al oído de un borracho o un moribundo”. Vaya entonces una respuesta para este viejo pesimista rumano, acaso hermano espiritual de nuestro frecuentado Schopenhauer.

   La vida a veces es semejante a una larga borrachera, con la que tratamos de olvidar las desgracias del mundo, los malestares del trato con los demás o nuestros propios tormentos interiores. ¿Y que podría significar frente a ello una miserable frase escrita al compás de una pena, un júbilo, un aburrimiento o un asombro? Tal vez simplemente eso, un susurro para un borracho…

   Hemos agrupado aquí ciento treinta y tres aforismos seleccionados de entre los doce números de nuestra “cosecha de pensamientos”, todos ellos provenientes de las secciones de la “auto-ética” y “estética”.

   El lector juzgará la utilidad o inutilidad de cada susurro,  puede leerse sobrio o en estado de ebriedad, y como diría Epicuro o acaso Lou Marinoff, en líneas generales no tienen contraindicaciones.








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