La vida de las Ciencias Sociales se
despliegue desde los pensamientos de aquellos que han contribuido en mayor
medida a sembrar sus raíces, a que crezcan sus briosos troncos y a propiciar
sus frutos en nuestro tiempo, para darnos un consuelo en medio de nuestras
infinitas incertidumbres y miserias.
Y así, siguiendo el método que hemos
llamado organicismo histórico-estético, nos propondremos seguir los rumbos que
han tomado las ciencias sociales, no sólo con la intención de proponer una
historia de su desarrollo, entre las innumerables ya existentes, sino también,
y quizá principalmente, buscando cultivar el goce espiritual que brota del
pensamiento y la intuición.
Y hay que tratar de mostrar que el estudio
no es sólo una ocupación tediosa, necesaria para nuestros miserables afanes de
obtención de dinero y figuración social, sino la oportunidad de re-crear al
mundo desde la reflexión, y así librarnos, aunque sea algunos instantes, de las
atrofiantes condiciones espirituales que nos presenta nuestro mundo cotidiano,
¿y no es precisamente esto lo que persigue la experiencia estética?
Si de paso podemos mejorar los conocimientos que nos permitan pasar exámenes,
realizar trabajos académicos o apuntalar
alguna otra actividad de tipo política, económica o cultural, por supuesto, no
podría ser ello despreciado, pero no serían sino las migajas que caen de la
mesa del gran banquete del goce intelectual.
En cuanto al título de la obra,
podemos plantear que las ciencias sociales, a pesar de sus afanes de
objetividad o neutralidad, han sido tironeadas hacia posturas ideológicas que
las han utilizado ya sea para apuntalar una utópica revolución que llevaría de
regreso al hombre a un fantástico paraíso terrenal, ya sea para soldar los
barrotes de una jaula de hierro que terminaría haciendo de la sociedad un
gigantesco encierro de almas adormecidas y maniatadas. Si ellas han seguido en
camino entre estas dos trampas del intelecto y la acción, ha sido gracias al afán
de continuar ejercitando la crítica y la reflexión, incluso si con ello uno se
hacía merecedor de los ladridos de los perros guardianes de la corrección
política o académica.
https://drive.google.com/file/d/14HxsE902ukZCJz5tRLY9Qw0EFmACoqb3/view
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