miércoles, 22 de marzo de 2023

INTRODUCCIÓN A "DEL CAMPO A LA CIUDAD Y DE LA CIUDAD AL CAMPO. ENSAYO SOBRE LOS PROCESOS SOCIALES DEL PARAGUAY"

 

   El Paraguay pasó de ser en sus orígenes una sociedad agraria, a ser ya en nuestros tiempos otra preponderantemente urbana, situación que viene aparejada con una transformación de la visión de mundo del paraguayo[1], que sin dejar de ser un hombre de costumbres agrarias, comienza a pensar, a sentir y actuar como urbano. Y esto implica cambios a nivel político, económico, social y cultural.

     Se han dado varias denominaciones a este pasaje de lo rural a lo urbano, por ejemplo, José N. Morínigo habla de sociedades de “desarrollo dual”, Luis Galeano habla de “sociedad dislocada” y  Vicente Sarubbi Zaldivar apunta a la coexistencia de tres formas de sociedad (segmentaria, estratificada y diferenciada) basándose en ideas de Niklas Luhmann.

   La modernidad constituyó en occidente todo un proceso de crisis que significó el paso de una sociedad eminentemente agraria a otra de tipo urbana. Uno de los principales factores que intensificó esta transformación fue el desarrollo industrial.

   En el Paraguay la modernidad tuvo sus propias peculiaridades, fue parcial, conservadora y tardía[2]. Y vino asociada con características propias, por ejemplo, la masiva migración de los habitantes del campo hacia las ciudades no se canalizó mayoritariamente hacia el sector industrial, sino hacia el sector terciario (comercio y servicios) pero de un tipo informal y precario.  

   En las ciudades a grandes rasgos se deja de confiar ya en la divinidad, en los santos y en los milagros, para apostar por la acción transformadora del hombre, que a través de la racionalidad puede llegar al desarrollo de sus sociedades y culturas.

   Pero ciertamente, en el Paraguay no se da un quiebre radical entre visión tradicional y visión moderna del mundo, antes bien, la cultural agraria pervive en las ciudades (por ejemplo el guaraní sigue siendo usado en algunos ámbitos urbanos y la religiosidad popular sigue teniendo adherentes) mientras la cultura moderna penetra los espacios rurales, en particular a través de los medios de comunicación, la migración, y aun por procesos educativos. De ahí que podamos hacernos la pregunta de cuáles son las características propias de estos dos escenarios, de modo a comprender mejor el proceso de cambio social y cultural que se dio, se está dando y ser dará en el Paraguay. 

 

     Un problema constante cuando reflexionamos sobre el Paraguay es el de la identidad[3]. Las identidades se articulan como narrativas. Y estas narrativas a su vez se conforman históricamente. El proceso social paraguayo (tema de este ensayo), que muestra un paso del campo hacia la ciudad, se muestra también históricamente, de ahí que nuestro estudio pueda articularse con la reflexión y la búsqueda constante de una imagen de lo que significa ser paraguayo. En tal sentido podríamos hacernos la pregunta: ¿cuál es la identidad del paraguayo que se desprende a partir del proceso social paraguayo? Y una segunda pregunta: ¿En qué sentido es posible un retorno de la ciudad hacia el campo?

   Lo que en este ensayo trataremos de hacer es esbozar los escenarios de esta transformación cultural que se da con este paso del campo a la ciudad, y que se viene gestando desde los mismos inicios de la historia paraguaya, hasta los críticos momentos que hoy nos toca experimentar. Y por otra parte buscaremos plantear las implicancias de algunas formas de retorno al campo.

    Para ello primero estudiaremos algunos caracteres de los que podemos considerar los tres principales tipos de sociedad: la agraria, la moderna y la postmoderna (o ultramoderna o postindustrial). En segundo lugar estudiaremos las distintas variaciones que se han dado en el escenario rural a lo largo de la historia del Paraguay; y en tercer lugar haremos lo mismo pero en relación con el escenario urbano.

 

 

 



[1] Cuando escribimos “visión de mundo del paraguayo” nos referimos a una que al inicio se asocia con la “cultura seminal” del Paraguay, que no es otra sino la cultura agraria.

     En relación con el término “seminal”, podemos considerar que  San Agustín hablaba de unas “razones seminales”, que son distintas a las Ideas (situadas para el mismo autor en la mente de Dios), que son creadas y que se despliegan en las cosas particulares en el tiempo y en el espacio (Cfr. Julius Weinberg. (1998). Breve historia de la filosofía medieval). Para más ideas véanse nuestros ensayos “La Idea del Paraguay” (2022) y “Elogio a la vida del campo” (2021).

[2] Cfr. Luis A. Galeano. (2016). Modernización conservadora, tardía y parcial.

[3] Cuando abordamos un problema como la identidad también nos conectamos con problemas pertenecientes a la filosofía, como los propios de la Antropología Filosófica, pues nos preguntamos ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?


Índice:

Introducción…………………………………………………………7

1. Sociedades agrarias y sociedades urbanas…………………...11

2. El proceso agrario paraguayo…………………………………31

3. El proceso urbano paraguayo………………………………....42

3.1. El urbanismo y la modernidad conservadora…. ………….44

3.2. El urbanismo en el mundo globalizado…………………….49

Conclusiones……………………………………………………….52

Glosario……………………………………………………………..54

Bibliografía…………………………………………………………56

 

 Enlace al ensayo completo:

https://bit.ly/408UOwe

miércoles, 8 de marzo de 2023

A CIENTO OCHENTA AÑOS DE LA MUERTE DE FRIEDRICH HOLDERLING (1770-1843)

 

     Fue un poeta y pensador alemán. Fue amigo de Schelling y de Hegel, una amistad que se refleja en las conexiones que pueden encontrarse entre sus ideas, aunque la apuesta de Holderling fue de un carácter más intuitivo que intelectualista. No perteneció al grupo romántico de Jena, pero en su obra se reflejan las principales temáticas del romanticismo alemán, como la unión con la naturaleza, la peculiaridad de la figura del genio o la búsqueda de lo originario.

       Fue un admirador de la cultura griega, de la que extraía novedosas interpretaciones desde su visión romántica del mundo; no es de extrañar por ello el interés que despertó en un pensador como Martin Heidegger, también abocado en la búsqueda de lo originario desde la cultura de la antigua Grecia.

      Su vida apartada, estuvo marcada por crisis interiores periódicas, hasta que cuando tenía 36 años[1], se sumió en un estado de desorden de la personalidad hasta su muerte[2]. Esta situación a veces nos hace recordar de Nietzsche, otro romántico (en este caso tardío), quien también terminó en medio de achaques mentales.

     Su obra más conocida lleva como título “Hiperión o el eremita en Grecia”, una novela formativa, es decir, que relata una serie acontecimientos dramáticos que van transformando la personalidad del personaje (el genio romántico).

      Holderling plantea una “Volksreligion”, una religión del pueblo, que consiste en religar al hombre con la naturaleza a través de un retorno a la vida sencilla de los pequeños pueblos, y esto, frente a la artificialidad urbana del mundo moderno.

    Por supuesto, cuando Holderling habla de religión lo hace exaltando la experiencia que propicia la unidad con el todo, en especial en referencia con la poesía lírica.

      Holderling así como es un amante de paisajes sublimes es también un explorador de abismos, una virtud reconocible en su lema: “Ahí donde crece lo que pierde, crece también lo que salva”.

 (Extracto de: Robert León Helman. Una mirada hacia el infinito. Ensayo sobre el pensamiento moderno).



[1] Un caso que puede ser asociado con la crisis de la mediana edad de la que habló Carl Jung.

[2] Cfr. Reale-Antíseri. Historia de la filosofía. 2010, p. 42.