lunes, 9 de noviembre de 2020

A CIENTO DIEZ AÑOS DE LA MUERTE DE RAFAEL BARRET (1876-1910)

      Fue un pensador, literato y periodista  español.  De una corriente de ideas anarquistas. Vivió y escribió en Paraguay, Uruguay y Argentina. Inicia la línea de pensamiento socialista en el Paraguay (que a su vez constituye una de las tres principales matrices narrativas, junto a la nacionalista-historicista y la liberal-positivista). Llegó al Paraguay en 1904, como periodista internacional, para informar sobre la revolución liberal de 1904. Como su compatriota Viriato Díaz Pérez, también formó parte de la generación literaria del 98 de España. Recibió influencias filosóficas de Nietzsche y Bergson. Murió castigado por la tuberculosis.

     El estudio de las obras de Barret nos proporciona orientaciones hacia una crítica incisiva de la realidad social paraguaya de inicios del siglo XX; también nos da pistas sobre el origen de la matriz narrativa socialista en el Paraguay y a su vez nos dona una prosa pulida, llena de imágenes evocadoras, un carácter propio de los exponentes de la generación literaria del 98 en España.

     Entre sus obras cabe citar a las “Moralidades actuales” y “El dolor paraguayo".

a. Un pensador anarquista

     Augusto Roa Bastos lo llamó expresivamente un “predicador del pensamiento libertario”[1] y todavía más: “el descubridor de la realidad social del Paraguay”. Si a la “realidad social” la llamamos al mundo de miserias materiales y espirituales que tan brillantemente describió y en torno a las cuales reflexionó Barret, tal vez nos acercaríamos a lo que Roa Bastos quiso decir con eso. Esa realidad social sería la expresión de “el dolor paraguayo”.

    Dice Barret: “No es en las costumbres públicas donde empieza el progreso, sino en las privadas”[2]. Esta especie de individualismo anarquista destilaba una confianza ciega en el ser humano, una vez que se hubiera liberado de los lastres de las organizaciones sociales modernas. Como lo plantea Roa Bastos, este es el signo de un “anarquismo humanista y moralizador”[3].

     ¿De qué fuentes anarquista bebió Barret? ¿León Tolstoi, Anatole France? ¿Quizá combinada con brebajes nietzscheanos? Quizá, pero todo ello no encontró consistencia sino en el experimento de su vida, marcada por su disposición a pisar el mismo barro de los miserables y olvidados, pero también a elevarse a las alturas del pensamiento y la creación literaria.

b. El Paraguay escondido  

    A propósito de Roa Bastos, aquella acertada metáfora utilizada por el escritor paraguayo para referirse al Paraguay, la “isla rodeada de tierra”, está basada en uno de los escritos de Barret que reza:

“En uno de mis viajes lejanos, descubrí una isla. De vuelta, visité a un célebre geógrafo. Me oyó, consultó largamente libros y planos, y me dijo: -la isla que ha descubierto no existe. No está en el mapa”[4].

c. El dolor paraguayo

     Su obra más conocida en nuestro medio lleva por título “El dolor paraguayo” (una compilación de artículos periodísticos y ensayos compilados por Miguel Ángel Fernández), en donde describe las penurias y sufrimientos un pueblo empobrecido, que continuaba su vía crucis luego de la tragedia de la guerra grande.  

    Sin dudas un título elocuente para reflexionar sobre el modo como el paraguayo ha abordado el sufrimiento (lo que podemos conectar con el clásico problema del mal en el mundo, ampliamente desarrollado en el contexto del pensamiento occidental)

     Barret plantea, como buen exponente de la matriz socialista, un conflicto entre dominantes y dominados, que se manifiesta de manera cultural en el conflicto entre el castellano y el guaraní (entre una lengua formal y una lengua informal), que reduce a términos de diglosia.

 (Extracto de “Robert León Helman. En pos del pensamiento inútil. Ensayo sobre la historia de las ideas en el Paraguay”).



[1] Augusto Roa Bastos. Prólogo a “Rafael Barret. El dolor paraguayo. 1978, p. IX”.

[2] Ibíd., p. XXVI.

[3] Ibíd., p. XXVII.

[4] Ibíd p. XIII”.

 

   

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