miércoles, 29 de enero de 2020

INTRODUCCIÓN A “PAISAJES GUAIREÑOS. ESCRITOS DE TIERRA ADENTRO”


     Podemos mirar al pasado como un conjunto de imágenes arquetípicas que propician el goce estético, un goce que se hace presente y que destila hacia el futuro el nuevo cumplimiento de los mismos arquetipos. Es el eterno retorno de un asombro, una dicha y una verdad.
   Y también así, accedemos a la obra de uno de los más reconocidos poetas populares de la historia de la cultura guaireña, nos referimos a Patrocinio Morínigo. La escritura de Patrocinio constituye la visión de un tiempo que se va pero que se ha repetido tantas veces, en sentido análogo, en otros organismos culturales, nos referimos al periodo de maduración de una manera de ver al mundo. Es el tiempo de Patrocinio, la madurez de la cultura guaireña, en donde también están los flujos de ideas y afectos de figuras como Ramiro Domínguez, Modesto Escobar o Filemón Espinoza.
   Hoy nosotros, hombres de una cultura ya podrida, nadamos en un mar de incertidumbres, por lo cual a veces queremos volver a creer en la solidez y en la verdad de lo que conocemos y hacemos. Pero ya no podemos, bajo nuestros pies fluyen los residuos de nuestros intentos por poner cercos a la avalancha de banalidad y de embrutecimiento. Ya no es tiempo, los frutos se han deshecho en el piso de nuestras desgracias.
   Pero el excremento sirve también de abono para renovados crecimientos, así que desde las estancias sombrías de nuestra sociedad y nuestra cultura, puede brotar de nuevo la flor prístina del arte, para así recobrar el mensaje de los antiguos maestros, con un nuevo tono de alegrías y de goces espirituales, el tono puro de la experiencia estética.
   Si, ya no tendremos en nuestras manos una verdad inapelable, como acaso soñaban los guardianes de la lógica, ya no nos instalaremos en una realidad  crudamente racional, pero seremos libres por nuestras propias imposibilidades, ya que los goces estéticos llenarán nuestras vidas y nos mantendrán parados frente al flujo inexorable de los cambios, con una verdad que se siente, pero que jamás se impone como dictadura de alguna moda intelectual.
   Parémonos entonces, para a ad-mirar los paisajes guaireños, desde las letras de este noble caballero del arte y así quizá descubramos un secreto que nos salve de tanta miseria espiritual acumulada.  Quizá volvamos a respirar aquel aliento de las compañías agrarias, quizá volvamos a besar a una bella flor, quizá volvamos a ser felices, con esa inocente fe de los niños, que hace que todo a nuestro alrededor se llene de vida. Quizá…

    En la presente edición de la obra hemos sumado un par de  escritos de Arnulfo Morínigo Paniagua, quien continúa abanderando la tradición del arte guaireño, con su poesía de tono agreste y sosegado y con aquellas canciones que buscan recuperar los sonidos de la guitarra de tierra adentro.
     Por mi parte he elegido algunas narraciones, descripciones y un poema, de tal modo a lograr un motivador contraste literario. Así, al hacer encontrar obras de la madurez de la cultura guaireña y otras del periodo de vejez, tal vez podamos empezar a intuir este flujo maravilloso, orgánico y estético, que constituye a la cultura guaireña, y por extensión a la cultura toda del Paraguay.

Índice:
Introducción……………………………………………………...….7
I. Seis poemas de Patrocinio Morínigo…………………………..10
1. Colonia 14 de Mayo…………………………………………….10
2. Mi canto a Tororô……………………………………………….12
3. La brisa del Ybyty……………………………………………....17
4. Canto a Yatayty………………………………………………....20
5. Mi canto a Pizadera……………………………………………..22
6. A Santa Librada………………………………………………....24
II. Dos poemas de Arnulfo Morínigo Paniagua………………...27
7. Como hacían los abuelos……………………………………….27
8. Aires de Rincón…………………………………………………27
III. Veinte escritos de Robert León Helman……….…………....28
9. Recuerdos de Rincón…………………………………………...28
10. Mirando al Ybytyrusu………………………………………...29
11. Un almacén de campaña………………………………….......29
12. Antes de la lluvia..……………………………………………. 29
13. En la terminal de Villarrica…………………………………...30
14. Crepúsculo…………………………………………………......30
15. Tranquera Kue…………………………………………………31
16. Paisaje de Tranquera Kue…………………………………….31
17. El ladrón de mandiocas……………………………………….31
18. Una mosca……………………………………………………...32
19. En el viejo rancho……………………………………………...32
20. Una noche………………………………………………………33
21. Moto y madrugada…………………………………………....33
22. Al lado del tereré………………………………………………34
23. Caminos………………………………………………………...34
24. Hacia el cementerio…………………………………………....34
25. Esperando el colectivo……………………………………...…35
26. Don Chiví……………………………………………………....36
27. Ir y volver……………………………………………………....36
28. En rebeldía……………………………………………………..37
Epílogo……………………………………………………………...38


Enlace al libro completo:

https://drive.google.com/file/d/1P2Huzjj0uSVJfO14VZSVskaNOe0fb1Uh/view?usp=sharing

miércoles, 15 de enero de 2020

INTRODUCCIÓN A “EN TORNO A UN MUNDO GRIS. ENSAYO DE FILOSOFÍA SOCIAL”


     Ya a través de los mitos, las leyendas y las religiones el ser humano de distintas épocas ha tratado de explicar los problemas más acuciantes relativos a la sociedad: su origen, fundamentos, formas y fines, pero recién hacia el siglo IV a.c. comenzaron a enfocarse estos problemas en forma más racionalizada (en especial con Sócrates y los sofistas, en la antigua Grecia); desde entonces hasta nuestro tiempo las incógnitas, las reflexiones, los libros sobre el tema, los debates y las polémicas continúan, quizá cada vez con más fuerza, pues la expansión de la modernidad a lo largo y ancho del planeta ha puesto a la cuestión social en primera plana.

   Hablar de un mundo gris, es como hablar de un mundo que no se adapta a las claridades enceguecedoras de los optimistas ni se conforma con los pronósticos sombríos de los pesimistas (la postura pesimista es siempre tentadora, en especial para aquellos que muestran un temperamento melancólico). Un mundo gris es un espacio a la vez lleno de oportunidades, de incertidumbres, de peligros y de goces, apto para el crecimiento y la muerte, para el dolor y el júbilo.
   Cuando usamos la palabra “mundo”, no queremos referirnos a la totalidad de la naturaleza ni al planeta tierra, sino al espacio socio-cultural en el que habitamos, conocemos, sufrimos y gozamos. En tal sentido, lo social y lo cultural constituyen la situación[1] en la que nos encontramos como seres vivos y como individuos.
   Podemos pensar el mundo social desde distintas aristas, sea desde la sociología, la economía, la antropología cultural, la psicología social, la filosofía, etc. Sin embargo, lo que aquí intentaremos desarrollar será la búsqueda de un modo tanto ético como estético para ubicarnos en la sociedad, que al final de cuentas no nos proporcionará otra cosa que la posibilidad de vivir tolerablemente[2]. No encontraremos pues en este modesto ensayo rimbombantes anuncios de felicidad social, ni proclamas de liberación de las cadenas de la injusticia; dejemos eso para los obstinados simpatizantes de la utopía política.
   Pero ¿Qué queremos decir cuando hablamos de ética y estética, y más aún al relacionarlas con las condiciones socio-culturales de nuestro tiempo? Lo estético desborda lo meramente teórico y se despliega en una transformación del sujeto cognoscente, que deja su condición fundante, egoísta y apegada, propia de nuestra mezquina cotidianeidad. La modernidad trató de imponer esa condición del sujeto, pero hoy lo que ella nos ha dejado es un profundo desengaño frente a tantas promesas desviadas e incumplidas. Así, un enfoque estético reclama del lector algo más que la mera comprensión, reclama la búsqueda del goce del espíritu. De Todas maneras, una lectura meramente comprensiva también es posible, desde luego, y mejor si tiene inclinaciones críticas.
     Cuando hablamos de ética, nos referimos a una de tipo social, es decir, nos proponemos poner al tapete unos valores sociales (en especial los que corresponden a la democracia) que nos permitan encontrar normas de conducta que nos ayuden a mejorar nuestros niveles de convivencia, y con ello acercarnos, como y dijimos,  a una vida algo más tolerable.

   Nuestro ensayo está dividido en tres partes que se realimentan mutuamente, la primera constituye un recorrido de las ideas fundamentales sobre la sociedad y la cultura que utilizamos en el trabajo; la segunda se concentra en estudios sobre la estructura y el cambio en la sociedad; y la tercera se desarrolla como una búsqueda direccionada hacia posturas que nos permitan lograr un mundo sociocultural más tolerable. 

   El problema del mal en el mundo, que había tomado un rumbo intelectualista con los clásicos pensadores griegos, que con el cristianismo se dramatizó con la idea del pecado original, que con los modernos adquirió un enfoque que al ser secularizado se hizo socio-cultural,  hoy destila un panorama sombrío, pues los metarrelatos han perdido consistencia y el futuro ha dejado de entusiasmar a las masas. Navegamos hacia ninguna parte, cuidándonos de no empeorar la deplorable situación en la que el mundo se encuentra. Tal vez entonces, una ética social sólo puede prometernos ya hacer de la convivencia algo más tolerable, luego de tantas discordias, guerras internacionales y agresiones al medio ambiente.
     Y precisamente el mal en el mundo hoy se muestra de manera particular en los desafíos que la humanidad posee tanto en el presenten como en el futuro: la degradación ambiental, las guerras, la pobreza y la desintegración espiritual del individuo.
   Pero buscar un espacio tolerable para vivir no implica que la crítica social sea paralizada, al contrario, en la medida en que la configuración socio-cultural se complejice a través de ella, podrá mantenerse a flote en medio de las crecientes incertidumbres de nuestro tiempo.
   Cuando hablamos de ética, necesariamente nos topamos con la trivialidad que llena a la cotidianeidad y que se conjuga con el dolor interminable de tener que luchar por sobrevivir y figurar mejor en una sociedad mundial sumida en una profunda crisis de valores. Esto termina desembocando en un crudo narcicismo difundido ampliamente[3]. Vemos que el mundo se desmorona ¿Qué hacer entonces? ¿Simplemente contemplar como todo se va al diablo? ¿O es que acaso todavía hay posibilidad de salvación? Las ideologías de la gran promesa se han desinflado, la misma ciencia ha dejado de ser la garante del progreso, y así, quizá lo que humildemente nos resta es buscar por lo menos una sociedad más tolerable. ¿Acaso ya es esto mucho pedir? No si confiamos en las posibilidades del aprendizaje humano.
      A partir de esto alguno puede preguntarse por qué lo ético tiene que ver especialmente con lo social. En las condiciones actuales de crisis de los fundamentos, un saber cómo la ética, que pretendía ser universal e incuestionablemente verdadero, ahora sólo puede ser consensuado y no impuesto. Esto nos obliga a ver la ética como una extraña dualidad de principios de mínimos de convivencia y de máximos de auto-realización.
   Entre estas polaridades de la vida humana podemos desplegar los propósitos del ensayo, como un viaje de ida y vuelta entre lo pragmático de la ética social y lo gozoso e inefable de lo estético.
   Partir de la crisis de los fundamentos no implica renunciar al conocimiento,  antes bien, ir en busca de un renovado encuentro con el saber, de modo a dejar de lado esa fría imagen que se tiene de la actividad intelectual como un juego sacrificado y exigente al que solo se pueden entregar unos pocos estudiosos. La modernidad quiso emparentar a la filosofía con las ciencias, mas, lo que ahora también podemos reclamar es que la filosofía vuelva a ser el juego maravilloso que surge desde el asombro ante el espectáculo del mundo y del hombre.




[1] Cfr: Robert León Helman. La auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual, 2018, p 23-30. Hemos optado por un modo de tratar las citas que creemos simplificará el trabajo del lector interesado: apuntaremos primero el nombre del autor, luego el título de la obra, el año de publicación y finalmente las páginas aludidas; las referencias bibliográficas completas el lector las encontrará en la parte final del ensayo.
     El concepto de “situación” fue desarrollado principalmente por Karl Jaspers. En el contexto de Ortega y Gasset podríamos hablar de circunstancias, aunque el filósofo español agrega a este concepto incluso el cuerpo físico.
[2] Que sería el principal producto de los enfoques éticos que proponemos, ya sea en este ensayo (ética social) o en otros (ética personal en “La auto-ética. Ensayo sobre la vida humana individual).
[3] Cfr. Lipovetzki, Gilles. La era del vacío, 1986.




Índice:
Introducción……………………………………………………........7
Primera Parte: Estudios sobre la sociedad y a la cultura…...…13
1.1. El problema del mal en el hombre y en la sociedad……....14
1.2. La crisis de los fundamentos………………………………...23
1.3. La sociedad y la cultura……………………………………...26
1.4. Ideologías y pensamiento débil…………………………….44
Segunda Parte: Estructura y cambio social……………………..52
2.1. Las organizaciones de la sociedad…………………………..55
2.2. El control y la desviación social………...……………...……59
2.3. La migración………………………………………………..…68
2.4. La idea de desarrollo…………………………………………70
2.5. La sociedad civil……………………………………………....77
Tercera Parte: En búsqueda de un mundo más tolerable……..78
3.1. Las posibilidades de lograr un sentido crítico social…..…79
3.2. El juego democrático…………................................................82
 3.3. Un paso más en el cambio del mundo…………..………....86
Conclusiones……………………………………………………….99
Glosario…..………………………..………………………………100
Bibliografía……………………..………………………………....102

Enlace al ensayo completo:

https://drive.google.com/file/d/1KMMm9dPsIdXmKSfFZUCgJl861xw8PYOL/view?usp=sharing