lunes, 1 de abril de 2019

ANGUSTIANTE (COMENTARIOS Y CONEXIÓN AUTOBIOGRÁFICA)


    El título de la canción, “angustiante”, designa a algo o a alguien que tiene la cualidad de la emoción de la angustia, pero ¿Qué es la angustia? Consideremos que el término deriva “del latín “angustus”, que significa angosto, estrecho, y se refería a los finísimos desfiladeros de las montañas, desde los cuales se experimentaba vértigo y miedo, ante la proximidad inquietante de profundos abismos”[1].  

   La angustia se constituye en la llave de acceso a la experiencia estética radical, en donde el sujeto se debilita y el objeto se muestra como un espectáculo maravilloso sobre el suelo de la nada.



   “Si entre sombras estás, y no ves el sol”, esta frase nos puede hacer recordar un estado de crisis interior, en donde pareciera que nada guarda sentido, ni el mundo natural, ni el trato con los demás, ni nuestra propia existencia. Los valores que iluminan nuestra vida se esfuman, como el sol que se oculta detrás de oscuros nubarrones.

   Simbólicamente, la luz y la oscuridad siempre han estado relacionadas (en mitos, leyendas y religiones), con el bien y el mal, o con la divinidad y lo diabólico. Consideremos la palabra Dios que deriva 

Del latín ”deus”, que a su vez previene del griego “theos”, Dios. A su vez algunos plantean que “deus” proviene de “Zeus”, que entre la multiplicidad de dioses griegos era considerado el dios de los dioses. Es notable que “deus”y “dia”(resplandor) compartan la misma raíz indoeuropea de “dyeu”, de donde podemos especular sobre el origen de la identificación en varias religiones de la luz o el sol con la divinidad suprema, o incluso podemos pensar en la relación que pueda tener esto con la aureola que rodea a la cabeza de los santos o “iluminados”[2]. 

   “Tú podrás entender que trae el tiempo”. Una crisis vivida con lucidez no puede desembocar sino en la angustia, que a su vez nos encamina a la nada, desde la cual el mundo resplandece estéticamente en todas sus formas. El tiempo mismo que nos toca vivir, el flujo de formas sociales y culturales, se convierte en un manantial de goces  inefables.

   “Y que este mundo está por morir así”. La nada que se revela en la angustia hace que la totalidad de cuanto percibimos y pensamos permanezca como infundado e inconsistente, lo que a su vez produce un asombro, que si lo resguardamos, nos impulsa a pensar…

   “Y tal vez renacer en un misterio”. En medio de la experiencia estética radical el mundo se re-crea sobre la nada, adquiere el marco de una experiencia maravillosa y en última instancia inefable. Pero esta mágica recreación de la percepción y de la inteligencia no implica una armonía cerrada en sí misma, sino una dinámica constante que permite repetir al juego mismo del mundo, desenvuelto entre el orden, el desorden y la organización.

   “Sombras y diversión, hambre, información, nos escupe la herida del mundo”. En nuestro espacio socio-cultural, vemos como los dos polos de las desgracias humanas se despliegan, por una parte, la insatisfacción de las necesidades fundamentales, ese monstruo infernal que atormenta a innumerables personas en el planeta; y en el otro polo, el patético aburrimiento de aquellos que están económicamente acomodados, una sensación que al final persigue como un fantasma a todos, ricos y pobres, los miserables días de los domingos y feriados.   

   “Y un réquiem abismal, invita a cantar”. El réquiem era una oración que la tradición católica dedicaba a los difuntos, y que fue motivo para excelsas y lúgubres composiciones musicales de maestros como Palestrina o Mozart. Y asi, un réquiem abismal es como una oración musical que desvela a la nada sobre la que se ubica todo nuestro mísero egoísmo, y aun, todo aquello que llamamos mundo, sea natural o socio-cultural. Esta experiencia nos direcciona hacia el estado de ánimo fundamental, la angustia, que recursivamente nos invita a recrear el todo (como en una humilde canción) desde una visión estética radical.

   “Angustiante suspiro de un sueño”. La última frase de la canción desemboca en el título de la misma, un final que nos lleva al inicio, un inicio que nos lleva al final, y asi, todo el camino recorrido es para recomenzar el juego… ¿podremos lograrlo en medio de nuestra mezquina cotidianeidad?



Conexión autobiográfica

     Ya desde mi adolescencia comencé a probar el acre sabor de la angustia, alimentada quizá por circunstancias tan triviales como un cambio de domicilio[3]. Pero ¿Cómo se puede actuar frente a la incomodidad de la angustia? Lo más sencillo y rápido es huir, hacia cualquier espacio del mundo o de la propia interioridad, pues huir de la angustia es huir de la muerte, de la nada, y cualquier espacio, cualquier entretenimiento, cualquier pensamiento, es mejor que la nada. Tal vez mis viajes a tierras guaireñas eran fugas articuladas por mis inquietudes internas, tal vez mi apasionado amor por los libros era el reflejo de una búsqueda de lugares más seguros para habitar. Pero este estado de ánimo pronto se convirtió en el fantasma de un cadáver insepulto, que me reclamaba casi en cada paso mi cobarde alejamiento.

   Entonces fui dándome cuenta que debía “retornar”[4] a los orígenes, “sepultar a mis muertos”[5], y luego sentarme al costado del abismo para aprender las enseñanzas de la naturaleza, de la sociedad y aun de los oscuros vericuetos de mi mismo. 



[1] Robert León Helman. Al diablo con el mundo. Cosecha de pensamientos 1. Interiora Terrae, Asunción, 2014.
[2] Ibídem, p. 25.
[3] Cfr. R.L.H. Búsquedas. Autobiografía. Interiora terrae, Asunción, 2014, p. 14-15
[4] Alusión a la obra R.L.H. Retorno. Ensayo sobre el problema del hombre. Interiroa terrae, Asunción, 2014.
[5] Alusión a la canción nro. 29 de la presente colección.
Enlace al video:

https://www.youtube.com/watch?v=_iFM_d9N6y0&feature=youtu.be

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