lunes, 28 de noviembre de 2016

EL CAMINO. COSECHA DE PENSAMIENTOS, LIBRO 3.


INTRODUCCIÓN[1]



   Toda gran aventura posee un comienzo, una raíz, aunque se sitúe en medio de la monotonía de la cotidianeidad. Y la lectura, la reflexión y la escritura son grandes aventuras, que parten desde decisiones radicales, considerando toda la miseria material y espiritual que acompaña a la vida humana. Y así, este pequeño libro es la raíz de un árbol que continua dando frutos, o en otras palabras, aludiendo al título de la obra, es el camino (la palabra método se deriva de los términos griegos “metha”: más allá, y “odos”: camino) a partir del cual se ramifican otros varios.



   La escritura fragmentaria posee una larga historia en lo que hace a la literatura filosófica, por citar unos pocos ejemplos, podemos recordar que gran parte de los escritos conservados de estoicos y epicúreos son cortos pero intensos; también, ya en la modernidad, Schopenhauer incursionó en los micro escritos, y a su vez su discípulo Friedrich Nietzsche,  a quien quizá sus constantes ataques de migrañas sólo le permitían escribir de esa manera.

   No importa mucho la forma en que nos iniciemos en la escritura filosófica, más vale mantener encendida la llama del asombro ante el mundo, el hombre y la sociedad, para así encontrar un sendero que nos permita seguir creyendo en el pensamiento como una irrenunciable medicina para los dramas humanos.

   Al final, como daba entender David Hume al culminar la demolición del dogmatismo de su época, lo que también podemos esperar de la filosofía es “modestia y humildad”[2], y ¿porque no? También una pisca (o mejor una buena dosis) de ironía ante las circenses imágenes de nuestro mundo.

Enlace al libro completo:





[1]  Los siguientes escritos han aparecido a lo largo del año 2003, y formaron parte originalmente del libro “Sublimes pasos hacia la escoria”, publicado en el 2004. La primera edición de “El camino” fue publicada en el año 2011.  Los comentarios han sido añadidos en el año 2010 en su gran mayoría. Nos hemos propuesto agrupar los escritos de acuerdo a las que consideramos dimensiones fundamentales del hombre, la de ser en el mundo, ser con uno mismo, y ser con los demás.

[2] David Hume. Letter from a Gentleman. Citado en David Hume. Tratado de la naturaleza humana. Estudio preliminar. Folio, Barcelona, 2000, p. 36.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

LA AUTO-ÉTICA. REFLEXIONES SOBRE LA VIDA HUMANA INDIVIDUAL


INTRODUCCIÓN[1]



   Ya en la antigua Grecia, en particular desde Sócrates y los sofistas, se plantearon cuestiones que hasta hoy siguen inquietando a aquellos que se atreven a reflexionar sobre sus vidas: la felicidad, el buen vivir, la prudencia, las normas de conducta, etc.

   Por nuestra parte en este ensayo, no nos preocuparemos por buscar una felicidad llena de exigencias y condiciones (como acaso lo planteó alguna vez Aristóteles),  nos bastará con sostener que una vida tolerable es posible, desde la base del cultivo del espíritu[2].

   El hombre es un ser complejo (múltiple en su unidad) y se despliega existencialmente en tres dimensiones: como ser en el mundo, como ser consigo mismo y como ser con los demás. En cuantos seres con nosotros mismos, tenemos dos facultades fundamentales, conocer y actuar. En tal contexto, la auto-ética constituye un conjunto de conocimientos y prácticas, centrado en la dimensión humana de ser con uno mismo, pero que se extiende recursivamente hacia la sociedad y el medio ambiente. 

    Podemos plantear que nuestra auto-ética posee un objetivo fundamental: la construcción de la subjetividad desde lo trascendente.  Y esto lo consideramos importante porque uno de los principales desafíos de la humanidad, tanto en el presente como también en el futuro es contrapesar la desintegración espiritual del individuo[3].



   La palabra trascendente proviene del prefijo “trans”, que significa “a través”, o “de un lado hacia otro”, y el término latino “scandere”, trepar, escalar, más el sufijo “nte”, que alude a una acción. Entonces etimológicamente lo trascendente es “el paso de un lado hacia otro”. Uno de estos lados no es más que la cotidianeidad, con todas sus miserias e insatisfacciones, mientras que el otro lado se relaciona con la experiencia estética, que modifica radicalmente al mundo, haciendo de la vida a la vez un juego, sueño y experimento.

   En cuanto seres en relación con nosotros mismos, estamos inmersos en un mundo en el que se han desvanecido los fundamentos que el pensamiento tradicional había establecido; un abismo anida en la trágica travesía humana hacia ninguna  parte. Esta situación se refleja a su vez en la condición del sujeto, que ahora se muestra “débil”, o “crepuscular”, como lo explicó Gianni Vattimo[4]. Y este contexto en el que se desarrolla el pensamiento actual constituye para nosotros un renovado espacio para lo trascendente. Sin embargo, sigue siendo necesario que el hombre por lo menos plantee una dirección consciente a su vida (a la manera de una estrategia, no de un programa[5]), de modo a no dejarse llevar por la corriente de la masificación social, o para no caer en la ilusión de que se está viviendo una realidad fundada y absoluta, y a su vez, para establecer las condiciones para que advenga lo trascendente.

   Precisamente, uno de los propósitos importantes de la auto observación (uno de los tres grandes capítulos de este ensayo) es el logro de un “estado de alerta”, a partir del cual se accede al “estado de angustia”, que nos abre a la experiencia estética radical (en donde un mundo maravilloso se muestra sobre el abismo de la nada).

   Plantearemos el desarrollo del ensayo desde lo más teórico a lo más práctico, y así comenzaremos con el auto-estudio, pasaremos por el auto-trabajo y concluiremos con la auto-observación.   

 Enlace al ensayo completo:





[1] Este ensayo se erige a partir de la reflexión en torno a nuestros doce libros de la serie “cosecha de pensamientos”; también se apoya en nuestro ensayo sobre el problema del hombre, titulado “Retorno”.
[2] Lo que en términos de Pierre Bourdieu denominaríamos el “cultivo del capital cultural incorporado”. Véase Pierre Bourdieu. Las estrategias de la reproducción social. Siglo Veintiuno, Bs. As., 2011, p. 215.
[3] R.L.H. Del pasado al futuro. Ensayo sobre el devenir del hombre. Interiora terrae, Asunción, 2015, p. 30.
[4] Gianni Vattimo. Las aventuras de la diferencia. Península, Barcelona, 1990, p 55-57. También, del mismo autor. El sujeto y la máscara. Península, Barcelona, 1989, p. 191-221.
[5] Cfr. Edgar Morin. Introducción al pensamiento complejo. Gedisa, Barcelona, 2007, p. 113 y 116.

viernes, 4 de noviembre de 2016

COMENTARIOS A LA ETERNA BORRACHERA


LA ETERNA BORRACHERA (letra y música: Robert León Helman)

Siembro caminos de guitarras que hablan al viento…
tomo el trago amargo de esta vieja historia…
 y entre aquella sombra que esconde la llave correcta…
camina errante un ebrio con ojos de fuego…
Es el velo del universo…
es la vieja historia del tiempo…
me muestra su necia sonrisa de perro…
es el eterno afán de la vida…

Comentarios:
   Este tema está fuertemente marcado por la presencia de las ideas de Arthur Schopenhauer. El ebrio bandolero no es más que el hombre en su aventura trágica, que no logra en sus interminables afanes más que un mísero bocado para paliar un hambre radical, el hambre insaciable del ser, de la voluntad.
   “Siembro caminos de guitarras que hablan al viento…”. La guitarra es el gran vehículo de nuestras expresiones musicales, en ella se apoya la voz para desplegar los tejidos literarios, que son lanzados al viento para culminar así el ciclo de la creación artística.
   “Tomo el trago amargo de esta vieja historia…”. Para Schopenhauer “vivir es padecer”, y así esta “vieja historia” de la humanidad se parece a un “trago amargo” cuando la contemplamos desde la memoria histórica, pero he aquí lo maravilloso de la experiencia estética, esta amargura se transmuta en gozo cuando nos adherimos con plenitud a los símbolos de la obra. La función liberadora del arte nos permite aspirar a este bálsamo para las desdichas cotidianas.
  “Y entre aquella sombra que esconde la llave correcta…” Las sombras no son sino nuestro mundo cotidiano, pletórico de miserias y necesidades, que cuando se extreman desembocan en las llamadas “situaciones límites”, que dan lugar al estado de ánimo fundamental, la angustia, la “llave correcta” que nos abre a la experiencia estética radical.
   “Camina errante un ebrio con ojos de fuego…” este ebrio de deseos interminables no es más que la figura del hombre, anhelante de una felicidad que siempre se le escapa de las manos, errante entre placeres y dolores que lo mantienen atolondrado.
   “Es el velo del universo…” El universo entero es como el velo o la máscara con la que se atavía la voluntad, esencia del mundo, y así lo que más se valora en la cotidianeidad, sea dinero o fama no son más que ilusiones que nos permiten mantener tapada a la voluntad, puesto que verla en su pureza nos llevaría a un terror visceral (relacionado íntimamente con lo que llamamos angustia).
   “Es la vieja historia del tiempo…” Un tiempo que parece ser la repetición incesante de las desgracias humanas, el eterno retorno de los juegos del dolor y del placer, que crea y destruye individuos, sociedades y culturas, acontecimiento que ya también se ha desplegado hacia la naturaleza (ésta misma a la que tratamos como una bestia de carga)…quizá el último recinto sagrado del hombre…
   “Me muestra su necia sonrisa de perro…” La metáfora de la sonrisa de perro representa a una alegría banal, detrás de la cual yace un mar de frustraciones que se tratan de ocultar a toda costa, pero que sin embargo constituye una constante en la vida humana.
   “Es el eterno afán de la vida…” vuelve finalmente la temática de la voluntad, esencia del mundo, fundamento metafísico del cosmos. Como planteaba Schopenhauer, fuera de la voluntad no existe sino la nada, una nada que ya para nuestro propio entender se revela a la par que se da una experiencia estética radical.
Enlace al video: