lunes, 16 de mayo de 2016

LEER, PENSAR Y ESCRIBIR. ENSAYO SOBRE LOS DESAFÍOS DEL ESTUDIOSO


INTRODUCCIÓN

  

   La actividad intelectual, a pesar de requerir un esfuerzo   constante y una preparación exigente, está repleta de goces que pueden ser estimulados conscientemente desde el conocimiento de principios y normas que lo propicien y lo refuercen.

   Y aquí nos propondremos seguir ambos direccionamientos, la técnica y el goce que nos permita leer, pensar y escribir mejor.

   La lectura, el pensamiento y la escritura se alimentan recursivamente, es decir, el punto de partida de toda actividad intelectual integral, la lectura, se despliega en el pensamiento, da sus frutos en la escritura, y vuelve a sus raíces, la lectura (una lectura que al ser aquella que uno mismo ha escrito se potencia aun más).

   A medida que las lecturas se van amontonando, en especial en tiempos de la juventud, uno va encontrando en sí mismo un mejor terreno para sembrar como pequeñas semillas la actividad del pensamiento, para luego esperar la gratificante cosecha de la escritura. Siguiendo con la alusión a periodos de vida, podemos decir que el momento supremo para el pensamiento y la escritura es en la madurez[1]. 

   Decía a propósito de estas cuestiones Francis Bacon: “La lectura hace al hombre completo, la escritura le hace preciso y la conversación le hace ágil”; y suponemos que una persona cultivaba en la lectura y la escritura, en una conversación desarrolla también un pensamiento acorde a su preparación.

 

   En este ensayo seguiremos sosteniendo los valores fundamentales que propusimos en nuestro escrito sobre la auto-ética: ocio, aislamiento, serenidad y cultivo del espíritu[2].

   Valorar al ocio no implica alentar a la mísera haraganería, antes bien, significa incentivar la realización de las actividades más encumbradas del espíritu humano: leer, pensar y escribir. Es indiscutible que necesitamos tiempo para realizar estas actividades intelectuales, tiempo que puede ser mucho o poco, pero que de todas maneras consideramos como tiempo de ocio aprovechable para el cultivo del espíritu.

 

   A grandes rasgos, leer, pensar y escribir constituyen a las actividades que llamamos comúnmente estudiar; y a su vez, siguiendo a Salas Parrilla, se puede decir que cuatro son los factores que condicionan el éxito en los estudios: los conocimientos previos, la capacidad intelectual, las técnicas de estudio y la motivación. Pero aquí queremos separar al cuarto de estos puntos para fijarnos mejor él.

   La motivación, junto a la relajación y a la atención constituyen factores internos que influyen intensamente en el rendimiento intelectual. De ahí que implícitamente, cuando el citado autor alude a la motivación, también hace referencia a la relajación y a la atención. De hecho, poco nos serviría una intensa motivación si es que no podemos concentrarnos ni relajarnos para llevar adelante nuestros estudios o investigaciones.


 
Enlace al ensayo completo:


https://drive.google.com/.../0B1fbaSG6HJjWZ1JER2t.../view...

[1] Precisemos aquí que nos referimos principalmente a la escritura en prosa, pues en la juventud tenemos en su  cenit a la escritura en verso, pues ella es la edad poética por excelencia.
[2] R.L.H. La auto-ética. Reflexiones sobre la vida humana individual. Interiora terrae, Asunción, 2014, p. 28-32.

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